Sonido Fulgor

viernes, 19 de marzo de 2010

Más de Almodóvar y Los Abrazos Rotos (2)

4.6.2008

PRUEBAS DE CÁMARA

La última semana rodamos las pruebas de cámara. Se experimenta todo, el tipo de iluminación, el negativo, la emulsión, cómo reaccionan los colores a la óptica elegida por Rodrigo Prieto, las pelucas, las telas, el vestuario previamente elegido, el cutis de los actores, etc.
Las pruebas de cámara me provocan la misma excitación que si estuviéramos rodando. De hecho, es un rodaje, donde la decoración es absurda y libre. Si quiero ver cómo funciona el color rojo pongo delante de la cámara algo de ese color, un jarrón con frutas, una maleta de herramientas, un trozo de tela, un mueble. Me divierte este tipo de decoración, y me tienta la posibilidad de usar el mismo criterio, libre y abstracto, en alguna película.


Lluis y Tamar en las pruebas de cámara.
© Pedro Almodóvar.

Aprovecho el momento de tenerlos frente a la cámara para dialogar con los actores, como les hablaría a los personajes. A veces provoco que los personajes se relacionen entre sí como tales (algo muy pirandelliano, los actores se introducen en la piel de sus personajes y hablan entre sí con la única información a la que tienen acceso, es decir, la que yo les doy en el guión. Además de divertido es muy buen ejercicio para sentirse “el otro”, no se trata de una improvisación, es otra cosa).

Por ejemplo el personaje de Judit (Blanca Portillo) habla con el personaje llamado en el guión Lectora de Labios (Lola Dueñas, que aparece en algunas secuencias, puntualmente). Judit le confiesa:

Judit- “Yo soy muy sargenta, y muy hermética. Tengo un enorme complejo de culpabilidad pero también tengo una generosidad sin límite, especialmente hacia Mateo (Lluis Homar), el protagonista. Es una mezcla de sentimientos que dramáticamente creo que queda muy bien. ¿Cómo eres tú?”.
La Lectora responde: “Yo leo los labios, y soy muy neutra, mi única preocupación es no llamar la atención. Me confundo con el mueble en el que me siento”.
Judit- “¿Tienes hijos? Yo tengo uno, pero estoy demasiado amargada para ser una buena madre”.
Lectora- “¿Por qué estás tan amargada?”.
Judit- “No puedo decírtelo. Es mi secreto. Nadie puede hablar de ello, excepto yo, y sólo al final de la película, pero antes tienen que pasar muchas cosas. ¿Tú estás casada?”.
Lectora- “No lo sé”.
Judit- “¿Tienes hijos?”.
Lectora- “Tampoco lo sé. Pero puede ser”.
Judit- “¿De verdad lees los labios?”.
Lectora- “Sí. Vivo de eso. Yo le leí los labios a la Princesa Letizia cuando se casó con el Príncipe Felipe y dijo aquello de “todo es tan hermoso”.

Judit- “¿Fuiste tú?”.
Lectora- “Sí. Me pagaron bastante bien, mucho. Entonces pensé que podría vivir de leer los labios”.
Judit- “Me resulta difícil de creer. Sé que existen nuevas profesiones que no existían antes, por ejemplo “ordenadora de armarios”. Yo soy muy buena ordenando armarios. Pero no sabía que leer en los labios de la gente fuera una profesión”.
Lectora- “Hay mucha demanda, especialmente en los programas de telebasura, pero yo prefiero la investigación privada. No me interesa la promoción personal. Ya sabes que soy muy neutra”.

Tal vez demasiado neutra, piensa Judit, para leer en los labios de los demás. Desconfiada, la pone a prueba.

Judit- “A ver si eres capaz de leer lo que digo”.

Judit mueve la boca sin proyectar ningún sonido.

Judit- “¿Qué he dicho?”.
Lectora- “Cambio poco, con el paso del tiempo. Estoy igual que hace veinte años, pero tengo problemas con el pelo… y mi nariz no es mi mejor aliada”.
Judit- “¡Es verdad! Eso es exactamente lo que he dicho”.
Lectora- “¿Qué significa lo de la nariz?”.
Judit- “Nada. Cosas mías. Ya sabes, soy hermética”.

Este fue uno de los ejercicios que hicimos durante las pruebas de cámara. Y fue una experiencia deliciosa.

LOS REFLEJOS

Parte del juego consiste en fotografiarlo todo. Disfruto fotografiando los reflejos de lo que se está rodando, en las diferentes pantallas donde puede verse lo que rueda la cámara. A veces prefiero fotografiar los reflejos de los cuerpos en vez de los cuerpos reales. Casi todas las fotografías que han aparecido en este blog de Penélope, por ejemplo, están hechas a través de los diferentes espejos de maquillaje (o de los monitores de video, durante las pruebas). He llegado a pensar, por pura deformación, que las líneas del rostro de Penélope son más armónicas cuando se reflejan en otra superficie que si la miras de frente. Espero que ella no se moleste, me excita más el reflejo de Penélope que la propia Penélope. Quiero decir que si miro a Penélope veo a mi amiga, una chica muy guapa que además es muy buena actriz. Si la miro reflejada veo al personaje y sus posibles apariencias, pero siempre como personaje.

Penélope reflejada.
© Pedro Almodóvar.


Penélope reflejada.
© Pedro Almodóvar.


Penélope reflejada.
© Pedro Almodóvar.

En este periodo en que estamos probando de todo, pelos, actitudes, luces, tonos de voz, modos de mirar, paredes, suelos, alfombras, mesas, jarrones, colchas, zapatos, casas… todo esto, lo miro desde el otro lado (del espejo, y de la cámara). Vivo instalado ahí. Lo único que no veo desde ese otro lado es a mí mismo. Veo mis manos agarrando una cámara, o un ojo y un poco de pelo, en las fotos frente al espejo. Mi lugar son los márgenes, incluso al otro lado.

Durante el rodaje no me gusta mirarme en los espejos. Supongo que porque yo mismo me siento espejo y un espejo frente a otro sólo refleja vacío.

EL INICIO. 24-05-08

Llegamos esta tarde a Lanzarote. Nada más pisar la isla me he sentido más tranquilo, con la sensación de entrar en un mundo cuyo ritmo es menos tenso y más natural. No sé cómo me sentiré pasado mañana cuando empecemos a rodar, tal vez esta sensación de armonía no sea sino la calma previa a la tormenta.

Ya es pasado mañana. Y no ha habido tormenta. He dormido mejor de lo que suelo dormir la noche anterior a un rodaje. Me he duchado, vestido y desayunado despacio, lo cual en mí es toda una novedad, que debería intentar repetir.
He desayunado solo en el bar de la piscina, sin la presencia de otros clientes del hotel, ni compañeros de rodaje. Esta grata soledad me ayuda a ser más consciente de mí mismo.

En los dos días que llevamos en Lanzarote, ensayando y confirmando las localizaciones, tanto Penélope como Lluis Homar me han comentado que estaban nerviosos ante el inminente momento de la verdad. Reconozco que yo no lo estoy, esto no significa confianza en mí mismo ni en que todo va a salir bien, al contrario, “Los abrazos rotos” es la mayor aventura cinematográfica en la que me he embarcado, y habrá que resolver más problemas que en las películas anteriores. Pero tal vez sea por la atmósfera hipnótica de la isla que en estos días me encuentro mucho más sereno que durante todo el último mes en Madrid.

Los abrazos I.
© Emilio Pereda y Paola Ardizzoni.
Los abrazos II.
© Emilio Pereda y Paola Ardizzoni.


EL PRIMER PLANO

Empezamos a prepararlo a las doce de la mañana. Es lunes 26 de mayo, un lunes cualquiera para el resto de la humanidad, pero para mí es un lunes histórico, empiezo a rodar mi película nº 17. Normalmente no soy consciente de los momentos más importantes de mi vida (no creo que nadie lo sea) en el instante en que ocurren. Pero hoy sí estoy siendo consciente, oigo incluso cómo la máquina de mi memoria lo está registrando, como si fuera un acúfeno.

Cuando atravesaba La Geria en coche y pensaba en el momento de pinchar la cámara en su tierra negra (aunque parezca ridículo, por deformación profesional, y porque la película de Eastwood está muy reciente, supongo) me ha venido a la memoria la famosa foto de Rosenthal con los soldados americanos izando la bandera americana, ondeada fotogénicamente por el viento, en la trágica cima Monte Suribachi, en la isla de Iwo Jima.

Nosotros no hemos tenido que matar a miles de japoneses para llegar hasta aquí, pero pinchar una cámara en el lunático paisaje de La Geria, para fotografiar sus oscuros viñedos, rodeados de círculos de piedra, tiene un aroma indudablemente épico.

Mientras buscábamos el cuadro más apropiado, le dije a mi ayudante que nos hiciera una foto para recordar este momento. El director de fotografía Rodrigo Prieto bromeó diciendo que sólo nos faltaba una bandera. Él también estaba pensando en la foto de Rosenthal, y me divirtió la coincidencia. Creo que es un buen augurio que tu director de fotografía te adivine el pensamiento.


Relación intensa entre directores.
© Emilio Pereda y Paola Ardizzoni

La mítica foto de la conquista de Iwo Jima fue rehecha por el fotógrafo Rosenthal. Es habitual que los fotógrafos de guerra repitan las fotos y tengan que coreografiarlas, porque cuando la imagen ocurría en realidad las condiciones no eran técnicamente buenas. De hacer una película bélica, cosa poco probable, me gustaría que fuera sobre un fotógrafo de guerra y los teatrillos que tendría que montar para dejar testimonio gráfico del horror.

Como director, para mí la verdad está en la representación. Creo en el género documental y en el naturalismo, como estilos narrativos (de hecho pienso que el cine documental atraviesa un momento de verdadero esplendor), pero como director lo que me interesa es la representación de las emociones y de una historia llena de avatares, y transmitirla a través de los actores, los decorados, la música, la luz, los suelos, las paredes... Sin que ninguno de estos elementos copie necesariamente la realidad. Aunque la historia tenga sus raices en la realidad prefiero representarla y enriquecerla a través del artificio. Creo que la ficción, no lo digo yo solo, es uno de los mejores vehículos para contar la realidad y para provocar las emociones más genuinas.


Penélope ensayando con “su” director.
© Emilio Pereda y Paola Ardizzoni


FICCIÓN

Cuando me encuentro, como ahora, inmerso en el rodaje de una película desaparece el mundo, todo el mundo. Mi aislamiento es total, la concentración en la película impide que cualquier otro elemento conecte con mis neuronas. Leo poco el periódico, no veo televisión, ni siquiera las noticias. En este túnel, de apariencia infinita, sólo puedo prestar atención a una cosa, que a la vez son mil cosas, es decir, sólo me entero de lo relacionado con el rodaje. Habitando dentro de esta férrea impermeabilidad, sólo hay un elemento que me relaciona con mi vida anterior: la lectura de novelas. Es una costumbre que con los años se ha convertido en adicción, necesito diariamente mis dosis de ficción literaria, aunque no disponga de tiempo. En el peor de los casos leo al final de la jornada, antes de dormir. Y en el peor de los días, al menos durante media hora.

No importa que viva abducido durante meses por una ficción, mi película. Necesito estar en contacto con otra ficción que venga de fuera, que no me pertenezca. Sólo ese tipo de ficción me oxigena.

Cuando ruedo elijo libros ligeros, los mejores son los libros de relatos, piezas breves e intensas. Si se trata de novelas densas y largas mi incapacidad para concentrarme puede llevarme a leer las primeras páginas durante varias semanas, noche tras noche. Antes, esto me frustraba, ahora me hace gracia, el hecho de leer la misma página cada noche tiene algo de ritual y de personaje de Stephen King, como el escritor Jack Nicholson en “The Shining” escribiendo siempre las mismas palabras, página tras página.

A pesar de todo lo que acabo de escribir, antes de empezar a rodar me enganché a una de las novelas menos indicadas para mi actual situación de descerebrado sin remedio, “2666” de Roberto Bolaño. Es un libro que siempre quise leer pero que hasta hace tres semanas no había caído en mis manos. El libro crece y se despliega de un modo arrollador y fascinante a través de 1.119 páginas llenas de la mejor literatura. No he podido escoger peor momento para disfrutarlo, pero la verdad es que desde que empecé a leerlo no he podido soltarlo. Para mi sorpresa “2666” y su titánico y torrencial autor se han convertido en mis más íntimos compañeros de viaje.
En este rodaje habrá días buenos y días malos, pero cuando vuelva al hotel o a casa, siempre me esperará la novela de Roberto Bolaño. Y eso me hace confiar en el futuro.

Fin

2 comentarios:

  1. es una pelicula muy plana, predicible en su cursileria si se conoce lo que ha hecho A. estos ultimos años.

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  2. Anónimo22.3.10

    A mí me parece excelente, madura, riquísima en recursos narrativos y personajes. Un drama almodovariano de los que quedan.

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