Por suerte, pocas veces estoy conciente. Prefiero desvanecerme en las cosas y cambiar de aspecto; ser menos temporal, menos racional, menos histórico.
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Todo el tiempo es mi tiempo.
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Un buen crítico culmina su labor con el suicidio.
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El suicida no puede ser un escéptico; si lo fuera, sólo antentaría contra las creencias.
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Todo lo que es humanamente penetrable huele a sangre.
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Llevar el pensamiento a la acción, paseándonos por el jardín de los errores.
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El tiempo es juez de la carne y ésta, el accidente de un pensamiento.
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De ti a mí sólo existe una distancia: la del acercamiento imaginario.
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Lo que descubre la primera persona, está oculto en las demás: su yo.
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Nuestra contingencia radica en que morimos a cada instante.
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Ninguna conclusión es valida. Para hacerla efectiva hay que morir junto a ella.
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El optimista carece de ambiciones.
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Ningún vicio o placer es nuevo, cada uno lo heredamos y lo practicamos según la confusión de la época. De aquí su aparente originalidad.
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La mirada hace recordar a los ojos que no la ven.
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Si después de mirar nos escandalizamos, estamos preparados para admirar. Y si después de admirar nos extasiamos, podremos sin duda contemplar. Mas si después de contemplar nos soñamos, entonces nada impide mitificar la apariencia mirada que se ve despojada de su presencia inmediata y detenida. mirar es desnudad el objeto divisado en su ámbito ideal.
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El espacio antes era un hecho, ahora es un sentimiento en extinción.
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S.A. de C.V. Cuando lo mejor del espíritu tiende a congregarse en partidos, sindicatos, sectas, asociaciones, etc., sobreviene invariablemente la disminución del individuo.
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Las palabras no son fáciles de conseguir, hay que pagar muy caro su posesión.
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El santo tiene los pensamientos de un ángel, caído en las tinieblas.
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Las cosas y las personas se pueden volver tan presentes, que ninguna obsesión podría abarcarlas.
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Estudiar un rostro para ver cuántas realidades ha sufrido, es decir, ha alcanzado.
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En el modo de reproducirnos está el dormir tranquilos.
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Anulo y suprimo cuanto me hace parecer profundo, y favorezco lo que me lleva al exterior, hacia fuera de mi.
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Renunciar al pensamiento, sería traicionar lo que nos fortifica: el tormento.
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Nuestra verdadera imagen es la que tiene no el espejo, sino el otro.
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Hay días en que parece como si a diario me atragantara todos los frutos del árbol prohibido.
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Podemos enterrar al mundo en el olvido de los días, en un adiós indiferente, vacío.
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Como decepción en sí mismo el mundo es asombroso, de aquí que nada me plazca tanto como huir de mí mismo.
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La conciencia histórica resta fatalidad a mi destino. En esto soy un tanto prehistórico.
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Dios es lo inconfesable, el punto muerto de toda embriagez.
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Cuando estoy frente a mí mismo, no me queda más que llorar.
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Una vida, quizá no es suficiente para describir el vértigo de mirar hacia atrás, hacia el pasado.
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El cansancio y la fatiga de un imposible, lo pueden volver algo inquietantemente posible.
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Escribir, lo demás son puras palabras.
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Estoy entre el mito de lo que soy y la verdad que me espera, que me acecha: imposible, impaciente, inmediata.
Fotografía: Eduardo Medina Frías
Aforismos: Francisco León González
La vida y la muerte son aforismos, nuestro existir se puede resumir en una frase, una razón, y solo eso necesitamos para existir.
ResponderEliminarMaría (hija de la Señora Pierce)