Sonido Fulgor

viernes, 5 de marzo de 2010

Chögyam Trungpa: Dharma, arte y percepción. No.4

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Una nueva visión.
Percepción visual y fotografía.
Chögyam Trungpa 
(Instituto Naropa, 1975)







El simbolismo consiste en adquirir una nueva visión, en tener una gran curiosidad y deseo de ver las cosas en función de su propia naturaleza sin tratar siempre de cambiarlas. El resentimiento, el miedo y el exceso de filosofía son contrarios a la visión simbólica, ya que con ellos lo que queremos es cambiar el mundo. Por más que queramos dar vuelta a la tortilla, no sirve de nada: los Sheraton, los Holiday Inn, las pastelerias, y los restaurantes siguen ahí. De hecho, todo sigue ahí, sólido y contundente. Adoptar ciertas actitudes hace que las cosas se vuelvan muy rígidas y que desaparezca el buen humor; nada tiene sentido en esa vida mala de siempre que te remueve y estremece. Siempre nos ha costado enfrentar las cosas como son, pues no son tan buenas. Sin embargo, si cambiáramos de actitud, veríamos las cosas como son, en función de su propio valor y espaciosidad.

En el fondo, el mundo que percibimos es cuadrado: tiene un techo, paredes y un suelo. Es lo mismo que mirar por el objetivo de una cámara. Hay todo tipo de perspectivas. En primer lugar, está el espacio encima, el techo o cielo. Algunas personas quisieran creer que existe algo más arriba del techo: un desván en el que vive gente que baja de vez en cuando para realizar sus transacciones. Otras personas piensan que existe algo más allá de las paredes: vecinos, ciudades, autopistas. Por último está el piso, tal vez debajo de él haya un sotano, y más abajo esté el corazón de la tierra donde hierve lava, que podría explotar en cualquier momento; supongo que eso no es del todo imposible. Vivimos entonces en un mundo cuadrado.

Incluso si estamos fuera de la casa, seguimos viviendo en un mundo cuadrado. En este caso cuando levantamos la vista y miramos el techo, lo llamamos cielos; alrededor hay montañas y edificios; si miramos hacia abajo veremos calles o caminos. Así es el mundo que vemos, por lo general. nos gustaría tener un lugar donde descansar y relajarnos, como un buen sillón con respaldo y brazos, y luego un espacio delante de nosotros en el que llevar acabo nuestros proyectos: pero el techo sigue ahí. Quisiéramos tener no sólo un cielo raso, sino también un techo para protegernos de la lluvia, el granizo y la nieve. Dicho de otra manera, vivimos dentro de una caja y lo que percibimos es también una caja.

Las fotografías también son como cajas. La cámara misma es cuadrada y la perspectiva que permite es cuadrangular, y cada vez que avanzamos el rollo vemos un nuevo cuadrado. Nuestro marco general de referencia parece ser cuadrangular. Pero no sirve de nada que nos preocupemos demasiado; más vale bailar con ese mundo cuadrado. Miremos lo que pasa en este rincón, en aquél, en ese otro y en el de más allá. Dejemos mucho espacio arriba, asegurémonos de que la base sea firme, y en cuanto a los lados, jugemos con nuestra manera de percibir el mundo. Si el mundo nos empuja hacia la izquiera o hacia la derecha, vayamos con la corriente; mientras no nos pongamos a luchar, no habrá dificultades. El lado derecho podrá invadir el lado izquierdo, pero no importa porque puede ser una buena foto; y lo mismo si el lado izquierdo invade el derecho.

Entendido así, el principio fundamental de la fotografía consiste en ver las cosas como son en su propia naturaleza común y corriente. Es algo muy simple e inmediato. Debemos estar dispuesto a ver cómo podemos formular una imagen o un concepto en la mente ¿Somos o no somos capaces de hacerlo? Es obvio que sí. Sinembargo, es importante aceptar la posibilidad de percibir una visión particular libre de expectativas y conceptualizaciones. Debemos estar dispuestos a tomar una foto cualquiera, ya sea buena o mala. La idea es tener mucha cautela y curiosidad hacia las percepciones que nos ofrece el mundo, a lo que vemos con los ojos, a lo que percibimos realmente: ¿Cómo lo vemos? ¿Y qué vemos? Esto es sumamente importante.

Examinemos el dicho "si no lo veo no lo creo". Cuando vemos algo, no es necesario que creamos en ello, pero sí es necesario que lo percibamos adecuadamente. Debemos primero mirarlo; entonces quizá podrá ser verídico. Lo interesante aquí es que si conseguimos agudizar completa y correctamente nuestra percepción, no tenemos que utilizar nuestra jergua filosófica o metafísica. Nos limitamos a establecer una relación precisa y directa con dos aspectos: el funcionamiento de la visión y de la percepción en el momento de mirar un objeto y los cambios que se van produciendo en la conciencia cuando miramos ese objeto.

Al estudiar el simbolismo o la iconografía, debemos tener en cuenta hasta el último detalle. Debemos reducir la velocidad del pensamiento, aminorar la marcha. No se trata de absorber ideas e informaciones lo más rápidamente posible, sino lo más lentamente posible, para poder entender bien su estructura profunda. Tomemos el caso de una thangka de buena calidad realizada por un artista Tibetano. Veremos que la pintura azúl fue fabircada con lapislázuli pulverizado, que el blanco es una especie de creta, que el rojo proviene del bermellón, que el amarillo es oro puro, y que el verde es de origen vegetal. Si tomamos esta thangka y hacemos un cuadriculado muy fino, podremos estudiar mejor los detalles y ver cómo está hecha. Cada detalle de esa obra fue escogido por una persona que realmente se interesaba por ese tipo de trabajo. De la misma manera, debemos entender cuántos esfuerzos y cuánta inteligencia se necesitan para vivir la vida a fondo y bien. Si no lo hacemos, es posible que tengamos problemas por querer obtenerlo todo ahora mismo. Tal vez nos creamos capaces de pintar una thangka idéntica en un sólo día. de hacer una replica exacta. Pero esto no es una clase de pintura ni de historia del arte.

Cuando vean una thangka, simlemente mírenla, no como una obra de arte sino como un objeto visual. Mírenla y punto. Sientan la diferencia que hay entre ver una thangka y ver un accidente de tránsito. Perciban la quietud y el movimiento. No lo percivan como un contraste fascinante entre dos mundos metafísicos, sino como una simple percepción visual. Puedo verlo, es realmente posible. Claro que si miran demasiado se aburrirán, porque querrán pasar a la siguiente golosina, pero a estas alturas sería preferible hacer las cosas muy despacio.

Por lo general, nos sentimos incómodos con nuestras percepciones visuales. Incluso cuando vemos un objeto de gran belleza, nuestra timidez nos impide establecer una relación adecuada con él. No somos capaces de ver las cosas de manera adecuada, tal como son realmente. Si vemos un objeto muy bonito, sentimos tanta facinación e interés que quisiéramos tocarlo, acariciarlo, olerlo y escucharlo. Por otro lado, si vemos algo feo o repugnante, como excremento de perro en la acera, decimos: ¡Que asco! Preferimos no tocarlo e incluso no mirarlo y nos apresuramos a pasar de largo lo más pronto posible.

Es de lo más interesante observar cómo funcionan la mente y la psicología, cómo las percepciones van condicionando la vida. Sin embargo, jamás nos entregaremos del todo a la vida, jamás nos soltamos totalmente. Esto no significa que tengamos que comer excrementos de perro y renunciar a tener objetos hermosos, pero es bueno darse cuenta de la tendencia a rechazar todo lo que nos pudiera parecer mínimamente repugnante. Hay cosas que no nos gustan nada. Por otro lado, cuando algo sí nos agrada, básta con que sea un poco prometedor para que nos sintamos inmediatamente fascinados y ansiosos. El resultadoes que jamás miramos nada.  Si tenemos mucho dinero y vemos una prenda elegante, un cuadro hermoso o cualquier objeto de gran belleza, queremos comprarlo inmediatamente, ese es nuestro primer impulso. Después sentimos miedo; ya no estamos tan seguros de que realmente valga la pena, preguntamos cuánto cuesta, queremos saber si es una obra auténtica o es una imitación. Tenemos un momento de pánico, nos distanciamos un poco y terminamos totalmente enredados. Llegado ese punto, estamos tan confundidos que ya no sabemos si queremos comprarlo o no.

La causa del problema es la incapacidad de dedicar el tiempo necesario a la simple observación de las cosas como son, de manera directa, clara y adecuada. Yo diría que este es un elemento esencial para poder percibir el simbolismo. Es una cuestión de realidad, de ver cómo percibimos la realidad. Tendemos a pensar que el hecho de vivenciar la realidad nos va a resultar divertido y que el dolor desaparecerá para siempre. Sin embargo, es muy posible que ver la realidad resulte aun más doloroso. La realidad última podría muy bien ser más dolorosa que todos los sufrimientos que hemos tenido en la vida. Creo que estaría  bien tener esto en cuenta. Por más que queramos que las cosas cambien, que dejen de funcionar como antes y se reorganicen de otra manera, el mundo sigue ahí tal cual.





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