Sonido Fulgor

Mostrando entradas con la etiqueta Juan Bañuelos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Juan Bañuelos. Mostrar todas las entradas

domingo, 28 de febrero de 2010

Espejo humeante

El corazón de todos

Yo pensé que la vida era esta palma de la mano
puesta cerca del fuego en una noche helada.
Quise primero amar
y descendí junto con la catástrofe.
Fui hasta el horizonte donde los hombres pasan,
odié con saña como el que asesina,
como el que asalta, y también como el que llega
y saquea el cofre del invierno.
Entró de pronto en mí esa blanca mirada
de los que nada tienen,
y en ella fui escribiendo horas y días.
Así pude pasar por el ojo de la aguja.
Anochecí en tu boca que sonríe
y horada la memoria,
subí a la tierra, desperté paredes.
La verdad es que amé.
Despertar abundante
en los ojos de la amada.

Oh Amada transformada,
mi semejante en semejantes,
árboles generosos
semejantes,
ondas del río
semejantes,
rostros como universos
semejantes,
mis semejantes contra los amos y la guerra.

¿Ves cómo la piedra oscura se ilumina por dentro?
Mira alzarse el pie desnudo de la aurora.
Vayamos, pues, vayamos,
tomemos la primera calle que pase, Amor,
y recojamos el corazón de todos.

Espejo humeante


La piel del tiempo

No puedo salir de mí sin que no vaya a dar a ti.
Ningún elogio nace más puro que tus pechos en la aurora.
El día es una gesta al contacto del aire.
Y es que he dormido en ti sintiendo que la noche
era una sangre nueva detenida en tu cuerpo.
Qué callada la nieve se ha fundido sobre tus muslos, lenta.
Escucha:
hoy nace la alegría como el viento.

Yo no sabré decir, Amada,
si hemos de reinventar el tiempo,
pero tu piel, que no es más que mi piel bordada de testigos
que probaron su amor para los siglos,
ha de crecer como colina fértil para bajar al valle,
ha de temblar como los peces para ganar el agua,
ha de extenderse como un ave para ganar el aire,
habrá de ser como la vida: la dilatada ola para cubrir la
muerte.
Es una piel, Amor, de tiempo.

Pues, en vedad, se nos muere este día con hermosura
si pronuncio tu nombre,
si pronuncio tu nombre como sol, o mar, o viento.

Espejo humeante

Canto de verano


Voy a poner tu nombre a un
día del año.

D.R.S.


Cómo entiendo la triste respuesta que dan los caminos.
Cómo escucho la hierba que crece sedienta a mi espalda.
Soy silencio al acecho, al acecho de un sol invisible
que suture la herida que lame la sombra dejada
en el hierro candente que vibra si se hunde en el agua.

Y si yo les dijera qué tibia la sal nos agolpa
en el mundo costado del alba,
qué de encuentros brotaran sin tregua
por las calles y el árbol que ha tiempo
ve caer el abismo a sus pies.
Ah la bella palabra que se abre en la noche y florece en el canto
como se abre la mano mojada de aurora,
como se abren los muslos
que derriten los hielos
de esta oscura tristeza.

Y si acaso pregunto qué fruta ha rozado mi sueño
¿quién, entre todos, diría
que la rama es la frente de un niño que puebla
de fantasmas la noche?
Me da el viento en los ojos,
me da el eco en la sangre,
me da en toda la vida el sabor de la yedra de tu escalofrío.

Y no quiero buscarte y no quiero ceñirte a mi sombra
y no quiero sentir que es tu boca de piedra
por temor de apagar esta cima de llamas
y sentirte distante.

Ah el amor que amanece
desgarrado en la hierba.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

.