Sonido Fulgor

domingo, 30 de mayo de 2010

Sueños de Don Bosco



1

Cuando tenía nueve años, tuve un sueño... ¡Este sueño me acompañó a lo largo de toda mi vida! Me pareció estar en un lugar cerca de mi casa, era como un gran patio de juego de la escuela. Había muchos muchachos, algunos de ellos decían malas palabras, Yo me lancé hacia ellos golpeándoles con mis puños. Fue entonces cuando apareció un Personaje que me dijo: “No con puños, sino con amabilidad vencerás a estos muchachos” Yo tenía sólo nueve años. ¿Quién me estaba pidiendo a hacer algo imposible? Él me respondió: “Yo soy el Hijo de Aquella a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día. Mi Nombre pregúntaselo a mi Madre.” De repente apareció una Mujer de majestuosa presencia. Yo estaba confundido. Ella me llevó hacia ella y me cogió de la mano. Me di cuenta que todos los niños habían desaparecido y en su lugar vi todo tipo de animales: perros, gatos, osos, lobos... Ella me dijo: “Hazte humilde, fuerte y robusto… y lo que tu ves que sucede a estos animales , tu lo tendrás que hacer con mis hijos.” Miré alrededor y vi que los animales salvajes se habían convertido en mansos corderos ... Yo no entendí nada… y pregunté a la Señora que me lo explicara... Ella me dijo: "A su tiempo lo comprenderás todo".

2

Un día del año 1847, después de haber meditado mucho sobre la manera de hacer el bien a la juventud, se me apareció la Reina del Cielo y me llevó a un jardín encantador. Había un rústico, pero hermosísimo y amplio soportal en forma de vestíbulo. Enredaderas cargadas de hojas y de flores envolvían y adornaban las columnas, trepando hacia arriba, y se entrecruzaban formando un gracioso toldo. Daba este soportal a un camino hermoso sobre el cual, a todo el alcance de la mirada, se extendía una pérgola encantadora, flanqueada y cubierta de maravillosos rosales en plena floración. Todo el suelo estaba cubierto de rosas. La bienaventurada Virgen María me dijo:
Quítate los zapatos.
Y cuando me los hube quitado agregó:
Echate a andar bajo la pérgola: es el camino que debes seguir. Me gustó quitarme los zapatos: me hubiera sabido muy mal ajar aquellas rosas tan hermosas. Empecé a andar y advertí en seguida que las rosas escondían agudísimas espinas que hacían sangrar mis pies. Así que me tuve que parar a los pocos pasos y volverme atrás.
Aquí hacen falta los zapatos, dije a mi guía.
Ciertamente, me respondió; hacen falta buenos zapatos.
Me calcé y me puse de nuevo en camino con cierto número de compañeros que aparecieron en aquel momento, pidiendo caminar conmigo.
Ellos me seguían bajo la pérgola, que era de una hermosura increíble. Pero, según avanzábamos, se hacía más estrecha y baja. Colgaban muchas ramas de lo alto y volvían a levantarse como festones; otras caían perpendicularmente sobre el camino. De los troncos de los rosales salían ramas que, a intervalos, avanzaban horizontalmente de acá para allá; otras, formando un tupido seto, invadían una parte del camino; algunas serpenteaban a poca altura del suelo. Todas estaban cubiertas de rosas y yo no veía más que rosas por todas partes: rosas por encima, rosas a los lados, rosas bajo mis pies. Yo, aunque experimentaba agudos dolores en los pies y hacía contorsiones, tocaba las rosas de una u otra parte y sentí que todavía había espinas más punzantes escondidas por debajo. Pero seguí caminando. Mis piernas se enredaban en los mismos ramos extendidos por el suelo y se llenaban de rasguños; movía un ramo transversal, que me impedía el paso o me agachaba para esquivarlo y me pinchaba, me sangraban las manos y toda mi persona. Todas las rosas escondían una enorme cantidad de espinas. A pesar de todo, animado por la Virgen, proseguí mi camino. De vez en cuando, sin embargo recibía pinchazos más punzantes que me producían dolorosos espasmos.
Los que me veían, y eran muchísimos, caminar bajo aquella pérgola, decían: "Don Bosco marcha siempre entre rosas" "Todo le va bien" No veían como las espinas herían mi pobre cuerpo.
Muchos clérigos, sacerdotes y seglares, invitados por mí, s e habían puesto a seguirme alegres, por la belleza de las flores; pero al darse cuenta de que había que caminar sobre las espinas y que éstas pinchaban por todas partes, empezaron a gritar: "Nos hemos equivocado".
Yo les respondí:
El que quiera caminar deliciosamente sobre rosas, vuélvase atrás y síganme los demás.
Muchos se volvieron atrás. Después de un buen trecho de camino, me volví para echar un vistazo a mis compañeros. Que pena tuve al ver que unos habían desaparecido y otros me volvían las espaldas y se alejaban. Volví yo también hacia atrás para llamarlos, pero fue inútil; ni siquiera me escuchaban. Entonces me eché a llorar. ¿Es posible que tenga que andar este camino yo solo?
Pero pronto hallé consuelo. Vi llegar hacia mí un tropel de sacerdotes, clérigos y seglares, los cuales me dijeron: "Somos tuyos, estamos dispuestos a seguirte". Poniéndome a la cabeza reemprendí el camino.
Solamente algunos se descorazonaron y se detuvieron. Una gran parte de ellos, llegó conmigo hasta la meta.
Después de pasar la pérgola, me encontré en un hermosísimo jardín. Mis pocos seguidores habían enflaquecido, estaban desgreñados, ensangrentados. Se levantó entonces una brisa ligera y, a su soplo, todos quedaron sanos. Corrió otro viento y, como por encanto, me encontré rodeado de un número inmenso de jóvenes y clérigos, seglares, coadjutores y también sacerdotes que se pusieron a trabajar conmigo guiando a aquellos jóvenes. Conocí a varios por la fisonomía, pero a muchos no.
Mientras tanto, habiendo llegado a un lugar elevado del jardín, me encontré frente a un edificio monumental, sorprendente por la magnificencia de su arte. Atravesé el umbral y entré en una sala espaciosísima cuya riqueza no podía igualar ningún palacio del mundo. Toda ella estaba cubierta y adornada por rosas fresquísimas y sin espinas que exhalaban un suavísimo aroma. Entonces la Santísima Virgen que había sido mi guía, me preguntó:
¿Sabes que significa lo que ahora ves y lo que has visto antes?
No, le respondí: os ruego que me lo expliquéis.
Entonces Ella me dijo:
Has de saber, que el camino por tí recorrido, entre rosas y espinas, significa el trabajo que deberás realizar en favor de los jóvenes. Tendrás que andar con los zapatos de la mortificación. Las espinas del suelo significan los afectos sensibles, las simpatías o antipatías humanas que distraen al educador de su verdadero fin, y lo hieren, y lo detienen en su misión, impidiéndole caminar y tejer coronas para la vida eterna.
Las rosas son el símbolo de la caridad ardiente que debe ser tu distintivo y el de todos tus colaboradores. Las otras espinas significan los obstáculos, los sufrimientos, los disgustos que os esperan. Pero no perdáis el ánimo. Con la caridad y la mortificación, lo superaréis todo y llegaréis a las rosas sin espinas.
Apenas terminó de hablar la Madre de Dios, volví en mí y me encontré en mi habitación.


3

Contemplé un gran altar dedicado a María y magníficamente adornado. Vi a todos los alumnos del Oratorio avanzando procesionalmente hacia él. Cantaban loas a la Virgen, pero no todos del mismo modo, aunque cantaban la misma canción. Muchos cantaban bien y con precisión de compás, aunque unos fuerte y otros piano. Algunos cantaban con voces malas y muy roncas, éstos desentonaban, ésos caminaban en silencio y se salían de la fila, aquellos bostezaban y parecían aburridos; algunos topaban unos contra otros y se reían entre sí. Todos llevaban regalos para ofrecérselos a María. Tenían todos un ramo de flores, quien más grande, quien más pequeño y distintos los unos de los otros.
Unos tenían un manojo de rosas, otros de claveles, otros de violetas, etc. Algunos llevaban a la Virgen regalos muy extraños. Quien llevaba una cabeza de cerdito, quien un gato, quien un plato de sapos, quien un conejo, quien un corderito y otros regalos.
Había un hermoso joven delante del altar que, si se le miraba atentamente, se veía que detrás de las espadas tenía alas. Era, tal vez, el Angel de la Guarda del Oratorio, el cual, conforme iban llegando los muchachos recibía sus regalos y los colocaba en el altar.
Los primeros ofrecieron magníficos ramos de flores y él, sin decir nada, los colocó al pie del altar. Muchos otros entregaron sus ramos. El los miró; los desató, hizo quitar algunas flores estropeadas, que tiró fuera, y volviendo a arreglar el ramo, lo colocó en el altar.
A otros, que tenían en su ramos flores bonitas, pero sin perfume, como las dalias, las camelias, etc., el Angel hizo quitar también éstas porque la Virgen quiere realidades y no apariencias. Así rehecho el ramo, el Angel lo ofreció a la Virgen. Muchos tenían espinas, pocas o muchas, entre las flores y, otros, clavos. El Angel quitó éstos y aquéllas.
Llegó finalmente el que llevaba el cerdito y el Angel le dijo:
¿cómo te atreves a presentar este regalo a María? ¿sabes que significa el cerdo? Significa el feo vicio de la impureza. María, que es toda pureza, no puede soportar este pecado. Retírate, pues; no eres digno de estar ante Ella.
Vinieron los que llevaban un gato y el Angel les dijo:
¿También vosotros os atrevéis a ofrecer a María estos dones? El gato es la imagen del robo, ¿y vosotros lo ofrecéis a la Virgen? Son ladrones los que roban dinero, objetos, libros a los compañeros, los que sustraen cosas de comer al Oratorio, los que destrozan los vestidos por rabia, los que malgastan el dinero de sus padres no estudiando, etc. E hizo que también éstos se pusieran aparte.
Llegaron los que llevaban platos con sapos y el Angel, mirándoles indignado, les dijo:
Los sapos simbolizan el vergonzoso pecado del escándalo, y ¿vosotros venís a ofrecérselos a la Virgen? Retiraos, id con los que no son dignos. Y se retiraron convencidos.
Avanzaban otros con un cuchillo clavado en el corazón. El cuchillo significa los sacrilegios. El Angel les dijo:
¿No veis que lleváis la muerte en el alma? ¿Qué estáis con vida por misericordia de Dios y que, de lo contrario, estaríais perdidos para siempre? ¡Por favor! ¡Qué os arranquen ese cuchillo!
También éstos fueron echados fuera.
Poco a poco se acercaron todos los demás joven es y ofrecían corderos, conejos, pescado, nueces, uvas, etc. El Angel recibió todo y lo puso sobre el altar. Y después de haber separado así los buenos de los malos, hizo formar en filas ante el altar a aquellos cuyos dones habían sido aceptados por María. Con gran dolor vi que los que habían sido puestos aparte eran más numerosos de lo que yo creía.
Salieron por ambos lados del altar otros dos ángeles que sostenían dos riquísimas cestas llenas de magníficas coronas hechas con rosas estupendas. No eran rosas terrenales, sino como artificiales, símbolo de la inmortalidad.
Y el Angel de la Guarda fue tomando una a una aquellas coronas y coronó a todos los jóvenes formados ante el altar. Las había grandes y pequeñas, pero todas de una belleza incomparable. Os he de advertir que no solamente se hallaban allí los actuales alumnos de la casa, sino también muchos más que yo no había visto nunca.
En esto sucedió algo admirable.
Había muchachos de cara tan fea que casi daban asco y repulsión; a éstos les tocaron las coronas más hermosas, señal de que a un exterior tan feo suplía el regalo de la virtud de la castidad, en grado eminente. Muchos otros tenían la misma virtud, pero en grado menos elevado. Muchos se distinguían por otras virtudes, como la obediencia, la humildad, el amor de Dios y todos tenían coronas proporcionadas al grado de sus virtudes. El Angel les dijo:
María ha querido que hoy fueseis coronados con hermosas flores. Procurad, sin embargo, seguir de modo que no os sean arrebatadas. Hay tres medios para conservarlas: 1. humildad, 2. obediencia y 3. castidad; son tres virtudes que siempre os harán gratos a María y un día os harán dignos de recibir una corona infinitamente más hermosa que ésta.
Entonces los jóvenes empezaron a cantar ante el altar el Ave maris Stella.
Terminada la primera estrofa, y procesionalmente como habían llegado, iniciaron la marcha cantando: Load a María, pero con voces tan fuertes que yo quedé estupefacto, maravillado. Les seguí durante un rato y luego volví atrás para ver a los muchachos que el Angel había puesto aparte: pero no los ví más.
Amigos míos: yo sé quienes fueron coronados y quienes fueron rechazados por el Angel. Se lo diré a cada uno en particular para que todos procuréis ofrecer a María obsequios que Ella se digne aceptar.
Mientras tanto he aquí algunas observaciones.
La primera. Todos llevaban flores a la Virgen, y entre ellas, las había de muchas clases, pero observé que todos, unos más otros menos, tenían espinas en medio de las flores. Pensé y volví a pensar que significaban aquellas espinas y descubrí que significaban la desobediencia. Tener dinero sin licencia y sin querer entregarlo al administrador, pedir permiso para ir a un sitio y después ir a otro; llegar tarde a clase cuando ya hace tiempo que están los demás en ella, hacer merendolas clandestinas; entrar en los dormitorios de otros, lo que está severamente prohibido, no importa el motivo o pretexto que tengáis; levantarse tarde por la mañana; abandonar las prácticas reglamentarias; hablar en horas de silencio; comprar libros sin hacerlos revisar; enviar cartas por medio de terceros para que no sean vistas y recibirlas por el mismo medio; hacer tratos, comprar y vender cosas entre vosotros; esto es lo que significan las espinas.
Muchos de vosotros preguntaréis si es pecado transgredir los reglamentos de la casa. Lo he pensado seriamente y os respondo que sí. No digo si ello es grave o leve; hay que regularse por las circunstancias, pero pecado lo es. Alguno me dirá que en la ley de Dios no se habla de que debamos obedecer los reglamentos de la casa. Escuchad: está en los mandamientos.
¡Honrar padre y madre! ¿Sabéis que quieren decir las palabras padre y madre? Comprenden también a los que hacen sus veces. Además ¿no está escrito en la Escritura: Obedeced a vuestros Superiores? Si a vosotros os toca obedecer, es lógico que a ellos toca mandar. Este es el origen de los reglamentos del Oratorio y ésta es la razón de si deben cumplir o no.
Segunda observación. Algunos llevaban entre sus flores unos clavos, clavos que habían servido para enclavar al buen Jesús. ¿Cómo? Siempre se empieza por las cosas pequeñas y luego se llega a las grandes. Aquel tal quería tener dinero para satisfacer sus caprichos y gastarlo a su antojo y, por eso, no quiso entregarlo; vendió pues sus libros de clase y terminó por robar dinero y prendas a sus compañeros. Aquel otro quería estimular el garguero y llegaron botellas, etc.; después se permitió otras licencias hasta caer en pecado mortal. Así se explican los clavos de aquellos ramos, así es como se crucifica al buen Jesús. Ya dice el apóstol que los pecados vuelven a crucificar al Salvador.
Tercera observación. Muchos jóvenes tenían, entre las flores frescas y olorosas de sus ramos, flores secas y marchitas o sin perfume alguno. Estas significaban las buenas obras hechas en pecado mortal, las cuales no sirven para acrecentar sus méritos; las flores sin perfume son las obras buenas hechas por fines humanos, por ambición o solamente por agradar a superiores y maestros. Por esto el Angel les reprochaba que se atreviesen a presentar a María tales obsequios y les mandaba atrás para que arreglasen su ramo. Ellos se retiraban, lo deshacían, quitaban las flores secas y después, arregladas las flores, las ataban como antes y las llevaban de nuevo al Angel, el cual las aceptaba y ponía sobre la mesa. Una vez terminada su ofrenda, sin ningún orden, se juntaban con los otros que debían recibir la corona.
Yo vi en este sueño todo lo que sucedió y sucederá a mis muchachos. A muchos ya se lo he dicho, a otros se lo diré. Por vuestra parte, procurad que la Santísima Virgen reciba de vosotros dones que no tengan que ser rechazado.

viernes, 28 de mayo de 2010

La ciencia de la meditación. Sharon Bagley.

Todos los huéspedes del Dalai Lama miraron intensamente al escaneo proyectado en pantallas a ambos lados de la habitación, ¡pero cuán distintos huéspedes habrían de ser!. Por un lado, se sentaron cinco neurocientíficos unidos en su creencia que los procesos físicos del cerebro pueden explicar todas las maravillas de la mente, sin apelar a nada espiritual o no físico. Por el otro lado y frente a ellos, se sentaron una docena de monjes tibetanos con sus túnicas azafrán y vino, convencidos de que un hombre joven de cara redonda en medio de ellos era la reecarnación de un antiguo maestro del Dalai Lama, y que otro, que también allí estaba presente, era la reecarnación de un monje del siglo XII. El ambiente que se asumía entre ellos, los budistas, era que que la entidad que llamamos ‘mente’ no es como lo dice la neurociencia, solo una manifestación del cerebro. Para el mundo científico esto era inaudito e iba en contra del modelo de conocimiento hasta ahora paradigmático.

No era, en otras palabras, la típica reunión de ciencias. Pero aunque los Budistas y científicos que se reunieron por cinco días, en el hogar del Dalai Lama en Dharamsala, India, tenían distintas opiniones en lo concerniente a las pequeñeces de la reencarnación y de la relación entre la mente y el cerebro, ellos pusieron las diferencias a un lado en pos del interés de una meta compartida. Todos ellos se habían reunido bajo las sombras de los Himalayas para discutir uno de los más acalorados tópicos de la ciencia del cerebro: la neuroplasticidad. 

El término se refiere la recién descubierta habilidad del cerebro de cambiar su estructura y funcionamiento, en particular el expandir y reforzar los circuitos que son usados y el de empequeñecer o debilitar aquellos raramente utilizados. En su corta historia, la ciencia de la neuroplasticidad, ha mayormente documentado cambios cerebrales que reflejan experiencia física y entrada de datos del mundo exterior. En pianistas que tocan muchos arpegios por ejemplo, las regiones del cerebro que controlan el dedo índice y pulgar se fusionan, aparentemente porque cuando un dedo toca una tecla en uno de esos movimientos tempo rápidos, el otro lo hace casi simultáneamente, engañando al cerebro en creer que los dos dedos son en realidad uno. Como un resultado de estas regiones del cerebro fusionados, el pianista no puede mover esos dedos independientemente uno del otro. 

Últimamente sin embargo, los científicos han comenzado a preguntarse si es que el cerebro puede cambiar en respuesta a señales internas, puramente mentales. Aquí es donde los budistas entran. Su antigua y milenaria tradición de la meditación ofrece un experimento de la vida real sobre el poder de esos fuegos fatuos, pensamientos para alterar la materia física del cerebro. 

“De todos los conceptos en la moderna neurociencia, es la neuroplasticidad la que tiene el más grande potencial para una interacción significativa con el Budismo,” dice el neurocientífico Richard Davidson de la Universidad de Wisconsin, Madison. El Dalai Lama estuvo de acuerdo y animó a los monjes a donar (temporalmente) sus cerebros a la ciencia. El resultado fueron los escaneos que el Prof. Davidson proyecto en Dharamsala. Estos compararon la actividad cerebral en voluntarios quienes eran meditadores novatos para con esos monjes budistas quienes han invertido mas de 10,000 horas en meditación. La tarea era practicar la meditación, generando un sentimiento de amor bondadoso hacia todos los seres. 

“Tratamos de generar un estado mental en el cual la compasión inunda la mente entera sin ningún otro pensamiento,” dice Matthieu Ricard un monje budista en el monasterio Sechen en Katmandú Nepal, quien ostenta un Doctorado en Genética. 

En una asombrosa diferencia entre principiantes y monjes, los últimos mostraron un dramático incremento en una actividad cerebral de alta frecuencia, llamada ‘ondas gamma’ durante la meditación en la compasión. Pensada como una actividad neuronal que identificaba y unía circuitos cerebrales remotos, las ondas gamma yacen en las actividades mentales elevadas tales como la conciencia. El meditador novato “mostró un ligero incremento en la actividad gamma, pero la mayoría de los monjes mostraron incrementos extremadamente grandes, de un tipo que jamás ha sido reportado por la literatura de la neurociencia,” dice el Prof. Davidson sugiriendo que el entrenamiento mental puede traer al cerebro a un nivel de conciencia mucho más grande. 

Usando el escáner cerebral, llamado imagen por resonancia magnética funcional, los científicos señalaron regiones que fueron más activas durante la meditación de la compasión. En casi cada caso, la actividad mejorada era más grande en los cerebros de los monjes que en la de los novatos. Actividad en la corteza prefrontal izquierda (el asiento de emociones positivas tales como la felicidad) literalmente empuntando la actividad en la corteza prefrontal derecha (el sitio de las emociones negativas y la ansiedad) algo nunca antes visto, viniendo de una actividad puramente mental. Un circuito desguanzado que se enciende a la vista del sufrimiento, también mostró mayor actividad en los monjes. Así lo hicieron también las regiones responsables del movimiento planeado, como si los monjes estuviesen ardiendo en ganas de ir y auxiliar aquellos en problemas.

“Se siente como una completa presteza para actuar, de ayudar.” Recordó sr. Ricard. 
El estudio será publicada la siguiente semana en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias. “No podemos desechar la posibilidad de que hay una diferencia preexistente en el funcionamiento cerebral entre monjes y novicios,” menciona el Prof. Davidson, “pero el hecho de que los monjes con mas horas de meditación mostraron los más grandes cambios cerebrales, nos da confianza de que los cambios son de hecho producidos por el entrenamiento mental.” 

Esto abre la seductora posibilidad de que el cerebro, como el resto del cuerpo pueda ser alterado intencionalmente. Justo como los ejercicios aeróbicos esculpen los músculos, así el entrenamiento mental esculpe la materia gris en vías que sólo los científicos pueden empezar a imaginar. 

Autor: Sharon Begley.
Fuente: The wall street journal on line.
Traducción al español por Luis Claudio Gómez.



miércoles, 26 de mayo de 2010

Sonic Youth / SYR4: Goodbye 20th Century / Musical Perspectives





SYR4: Goodbye 20th Century is a double album of covers of Avant-garde recordings by Sonic Youth and collaborators.
SYR4 features works by avant-garde classical composers such as John CageYoko OnoSteve Reich, and Christian Wolff played by Sonic Youth along with several collaborators from the modern avant-garde music scene, such as Christian MarclayWilliam WinantWharton Tiers,Takehisa Kosugi and others. The album received mixed reviews, but most critics praised the group's efforts at popularizing and reinterpreting the composers' works.


martes, 25 de mayo de 2010

A proposito de Bolaño

La última entrevista de Roberto Bolaño
Estrella distante



Por Mónica Maristain



Página 12, 23 de julio del 2003


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El martes pasado murió a los 50 años el escritor y poeta chileno Roberto Bolaño. Para muchos, ya era el mejor escritor latinoamericano de estos tiempos. Autor de culto durante buena parte de su vida, a partir del Premio Rómulo Gallegos que ganó con su novela Los detectives salvajes en 1998, su obra se empezó a convertir en objeto de devoción para más de una generación. En los últimos tiempos, además de las entusiastas bienvenidas que le brindaban medios como Libération y Le Monde y personalidades como Susan Sontag, algunos ya hasta jugaban con la idea de verlo recibir un Nobel. En la misma semana de su muerte, la periodista Mónica Maristain publicó en la edición mexicana de Playboy esta larga entrevista en la que Bolaño habla de todo: la literatura, sus años en la pobreza, su fe en los lectores, la gramática de los desesperados, el paraíso imaginario y el infierno tan temido.

En el desvaído panorama de la literatura en lengua española, un espacio en el que todos los días aparecen jóvenes redactores más preocupados por ganar becas y puestos en los consulados que por aportar algo a la creación artística, se destaca la figura de un hombre enjuto, mochila azul en ristre, anteojos de enorme marco, cigarrillo sempiterno entre los dedos, fina ironía a bocajarro siempre que haga falta.

Roberto Bolaño, nacido en Chile en 1953, es lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo al oficio de escribir. Desde que con su monumental Los detectives salvajes, acaso la gran novela mexicana de la contemporaneidad, se hiciera famoso y se embolsara los premios Herralde (1998) y Rómulo Gallegos (1999), su influencia y su figura han ido en crecimiento constante: todo lo que dice, con su afilado humor, con su exquisita inteligencia, todo lo que escribe, con su pluma certera, de gran riesgo poético y profundo compromiso creativo, es digno de la atención de quienes lo admiran y, por supuesto, de quienes lo detestan.

El autor, que aparece como personaje en la novela Soldados de Salamina, de Javier Cercas, y que es homenajeado en la última novela de Jorge Volpi, El fin de la locura, es, como todo hombre genial, un divisor de opiniones, un generador de antipatías acérrimas a pesar de su carácter tierno, su voz entre atiplada y ronca, con la que responde, cortés, como todo buen chileno, que no escribirá un cuento para la revista pues su próxima novela, que tratará sobre los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, ya va por la página 900 y todavía no la acaba.

Roberto Bolaño vive en Blanes, España, y está muy enfermo. Espera que un trasplante de hígado le dé resto para vivir con esa intensidad que alaban quienes tienen la fortuna de tratarlo en la intimidad. Dicen ellos, sus amigos, que a veces se olvida de ir a la visita médica por escribir.

A los 50 años, este hombre que recorrió Latinoamérica como mochilero, que se escapó de las fauces del pinochetismo porque uno de los policías que lo encarceló había sido su compañero en la escuela, que vivió en México (alguna vez la calle Bucareli en un tramo llevará su nombre), que conoció a los militantes del Farabundo Martí que luego se convertirían en los asesinos del poeta Roque Dalton en El Salvador, que fue vigilante en un camping catalán, vendedor de bisutería en Europa y siempre un hurtador de buenos libros porque leer no es sólo una cuestión de actitud, este hombre, decíamos, ha transformado el rumbo de la literatura latinoamericana. Y lo ha hecho sin avisar y sin pedir permiso, como lo hubiera hecho Juan García Madero, antihéroe adolescente de su gloriosa Los detectives salvajes: "Estoy en el primer semestre de la carrera de Derecho. Yo no quería estudiar Derecho sino Letras, pero mi tía insistió y al final acabé transigiendo. Soy huérfano. Seré abogado. Eso lo dije a mi tío y a mi tía y luego me encerré en mi habitación y lloré toda la noche". El resto, en las 608 páginas restantes de una novela cuya importancia los críticos han comparado con Rayuela, de Julio Cortázar, y hasta con Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Él diría, frente a tanta hipérbole: ni modo. Así que mejor vayamos a lo que importa en esta coyuntura: a la entrevista.

¿Le dio algún valor en su vida el haber nacido disléxico?

–Ninguno. Problemas cuando jugaba al fútbol, soy zurdo. Problemas cuando me masturbaba, soy zurdo. Problemas cuando escribía, soy diestro. Como puedes ver, ningún problema importante.

¿Siguió siendo Enrique Vila-Matas amigo suyo luego de la pelea que tuvo usted con los organizadores del Premio Rómulo Gallegos?

–Mi pelea con el jurado y los organizadores del premio se debió, básicamente, a que ellos pretendían que yo avalara, desde Blanes y a ciegas, una selección en la que yo no había participado. Sus métodos, que una pseudo poeta chavista me transmitió por teléfono, se parecían demasiado a los argumentos disuasorios de la Casa de las Américas cubana. Me pareció que era un error enorme que Daniel Sada o Jorge Volpi fueran eliminados a las primeras de cambio, por ejemplo. Ellos dijeron que lo que yo quería era viajar con mi mujer e hijos, algo totalmente falso. De mi indignación por esta mentira surgió la carta en donde los llamé neostalinistas y algo más, supongo. De hecho, a mí me informaron que ellos pretendían, desde el principio, premiar a otro autor, que no era Vila- Matas, precisamente, cuya novela me parece buena, y que sin duda era uno de mis candidatos.

¿Por qué no tiene aire acondicionado en su estudio?

–Porque mi lema no es Et in Arcadia ego, sino Et in Esparta ego.

¿No cree que si se hubiera emborrachado con Isabel Allende y Ángeles Mastretta otro sería su parecer acerca de sus libros?

–No lo creo. Primero, porque esas señoras evitan beber con alguien como yo. Segundo, porque yo ya no bebo. Tercero, porque ni en mis peores borracheras he perdido cierta lucidez mínima, un sentido de la prosodia y del ritmo, un cierto rechazo ante el plagio, la mediocridad o el silencio.

¿Cuál es la diferencia entre una escribidora y una escritora?

–Una escritora es Silvina Ocampo. Una escribidora es Marcela Serrano. Los años luz que median entre una y otra.

¿Quién le hizo creer que es mejor poeta que narrador?

–La gradación del rubor que siento cuando, por pura casualidad, abro un libro mío de poesía o uno de prosa. Me ruboriza menos el de poesía.

¿Usted es chileno, español o mexicano?

–Soy latinoamericano.

¿Qué es la patria para usted?

–Lamento darte una respuesta más bien cursi. Mi única patria son mis dos hijos, Lautaro y Alexandra. Y tal vez, pero en segundo plano, algunos instantes, algunas calles, algunos rostros o escenas o libros que están dentro de mí y que algún día olvidaré, que es lo mejor que uno puede hacer con la patria.

¿Qué es la literatura chilena?

–Probablemente las pesadillas del poeta más resentido y gris y acaso el más cobarde de los poetas chilenos: Carlos Pezoa Véliz, muerto a principios del siglo XX, y autor de sólo dos poemas memorables, pero, eso sí, verdaderamente memorables, y que nos sigue soñando y sufriendo. Es posible que Pezoa Véliz aún no haya muerto y esté agonizando y que su último minuto sea un minuto bastante largo, ¿no?, y todos estemos dentro de él. O al menos que todos los chilenos estemos dentro de él.

¿Por qué le gusta llevar siempre la contraria?

–Yo nunca llevo la contraria.

¿Usted tiene más amigos que enemigos?

–Tengo suficientes amigos y enemigos, todos gratuitos.

¿Quiénes son sus amigos entrañables?

–Mi mejor amigo fue el poeta Mario Santiago, que murió en 1998. Actualmente tres de mis mejores amigos son Ignacio Echevarría y Rodrigo Fresán y A. G. Porta.

¿Antonio Skármeta lo invitó alguna vez a su programa?

–Una secretaria suya, tal vez su mucama, me llamó una vez por teléfono. Le dije que estaba demasiado ocupado.

¿Javier Cercas compartió con usted las regalías por Soldados de Salamina?

–No, por supuesto.

¿Enrique Lihn, Jorge Teillier o Nicanor Parra?

–Nicanor Parra por encima de todos, incluidos Pablo Neruda y Vicente Huidobro y Gabriela Mistral.

¿Eugenio Montale, T. S. Eliot o Xavier Villaurrutia?

–Montale. Si en lugar de Eliot estuviera James Joyce, pues Joyce. Si en lugar de Eliot estuviera Ezra Pound, sin duda Pound.

¿John Lennon, Lady Di o Elvis Presley?

–The Pogues. O Suicide. O Bob Dylan. Pero, bueno, no nos hagamos los remilgados: Elvis forever. Elvis con una chapa de sheriff conduciendo un Mustang y atiborrándose de pastillas, y con su voz de oro.

¿Quién lee más, usted o Rodrigo Fresán?

–Depende. El Oeste es para Rodrigo. El Este para mí. Luego nos contamos los libros de nuestras correspondientes áreas y parece que lo hubiéramos leído todo.

¿Cuál es el mejor poema de Pablo Neruda según usted?

–Casi cualquiera de Residencia en la Tierra.

¿Qué le hubiera dicho a Gabriela Mistral si la hubiera conocido?

–Mamá, perdóname, he sido malo, pero el amor de una mujer hizo que me volviera bueno.

¿Y a Salvador Allende?

–Poco o nada. Los que tienen el poder (aunque sea por poco tiempo) no saben nada de literatura, sólo les interesa el poder. Y yo puedo ser el payaso de mis lectores, si me da la real gana, pero nunca de los poderosos. Suena un poco melodramático. Suena a declaración de puta honrada. Pero, en fin, así es.

¿Y a Vicente Huidobro?

–Huidobro me aburre un poco. Demasiado tralalí alalí, demasiado paracaidista que desciende cantando como un tirolés. Son mejores los paracaidistas que descienden envueltos en llamas o, ya de plano, aquellos a los que no se les abre el paracaídas.

¿Octavio Paz sigue siendo el enemigo?

–Para mí, ciertamente, no. No sé qué pensarán los poetas que durante esa época, cuando yo viví en México, escribían como sus clones. Hace mucho que no sé nada de la poesía mexicana. Releo a José Juan Tablada y a Ramón López Velarde, incluso puedo recitar, si se tercia, a Sor Juana, pero no sé nada de lo que escriben los que, como yo, se acercan a los cincuenta años.

¿No le daría ahora ese papel a Carlos Fuentes?

–Hace mucho que no leo nada de Carlos Fuentes.

¿Qué le produce el hecho de que Arturo Pérez Reverte sea actualmente el escritor más leído en lengua española?

–Pérez Reverte o Isabel Allende. Da lo mismo. Feuillet era el autor francés más leído de su época.

¿Y el hecho de que Arturo Pérez Reverte haya ingresado a la Real Academia?

–La Real Academia es una cueva de cráneos privilegiados. No está Juan Marsé, no está Juan Goytisolo, no está Eduardo Mendoza ni Javier Marías, no está Olvido García Valdez, no recuerdo si está Alvaro Pombo (probablemente si está se deba a una equivocación), pero está Pérez Reverte. Bueno, (Paulo) Coelho también está en la Academia brasileña.

¿Se arrepiente de haber criticado el menú que le sirvió Diamela Eltit?

–Nunca critiqué su menú. Si acaso, tendría que haber criticado su humor, un humor vegetariano o, mejor, a dieta.

¿Le duele que ella lo considere mala persona después de la crónica de aquella malograda cena?

–No, pobre Diamela, no me duele. Me duelen otras cosas.

¿Ha vertido alguna lágrima por las numerosas críticas que ha recibido por parte de sus enemigos?

–Muchísimas, cada vez que leo que alguien habla mal de mí me pongo a llorar, me arrastro por el suelo, me araño, dejo de escribir por tiempo indefinido, el apetito baja, fumo menos, hago deporte, salgo a caminar a orillas del mar, que, entre paréntesis, está a menos de treinta metros de mi casa, y les pregunto a las gaviotas, cuyos antepasados se comieron a los peces que se comieron a Ulises, ¿por qué yo, por qué yo, que ningún mal les he hecho?

¿Cuál es la opinión en torno de su obra que más valora?

–Mis libros los lee Carolina (su esposa) y después (Jorge) Herralde (el editor de Anagrama) y después procuro olvidarlos para siempre.

¿Qué cosas compró con el dinero que ganó en el Rómulo Gallegos?

–No muchas. Una maleta, según creo recordar.

De su época que vivía de los concursos literarios, ¿hubo alguno que no pudo cobrar?

–Ninguno. Los ayuntamientos españoles, en este aspecto, son de una probidad fuera de toda sospecha.

¿Era buen camarero o mejor vendedor de bisutería?

–El oficio en el que mejor me he desempeñado fue el de vigilante nocturno de un camping cerca de Barcelona. Nunca nadie robó mientras yo estuve allí. Impedí algunas peleas que hubieran podido terminar muy mal. Evité un linchamiento (aunque de buena gana, después, hubiera linchado o estrangulado yo mismo al tipo en cuestión).

¿Ha experimentado el hambre feroz, el frío que cala los huesos, el calor que deja sin aliento?

–Como dice Vittorio Gassman en una película: modestamente, sí.

¿Ha robado algún libro que luego no le gustó?

–Nunca. Lo bueno de robar libros (y no cajas fuertes) es que uno puede examinar con detenimiento su contenido antes de perpetrar el delito.

¿Ha caminado alguna vez en medio del desierto?

–Sí, y en una ocasión, además, del brazo de mi abuela. La anciana señora era incansable y yo pensé que de ésa no salíamos.

¿Ha visto peces de colores debajo del agua?

–Por supuesto. En Acapulco, sin ir más lejos, en el año 1974 o 1975.

¿Se ha quemado la piel con un cigarrillo?

–Nunca voluntariamente.

¿Ha tallado en un tronco de árbol el nombre de la persona amada?

–He cometido desmanes aún mayores, pero corramos un tupido velo.

¿Ha visto alguna vez a la mujer más hermosa del mundo?

–Sí, cuando trabajaba en una tienda, allá por el año '84. La tienda estaba vacía y entró una mujer hindú. Parecía y tal vez fuera una princesa. Me compró algunos colgantes de bisutería. Yo, por descontado, estaba a punto de desmayarme. Tenía la piel cobriza, el pelo largo, rojo, y por lo demás era perfecta. La belleza intemporal. Cuando tuve que cobrarle me sentí muy avergonzado. Ella me sonrió como si me dijera que lo entendía y que no me preocupara. Luego desapareció y nunca más he vuelto a ver a alguien así. A veces tengo la impresión de que era la mismísima diosa Kali, patrona de los ladrones y de los orfebres, sólo que Kali también era la deidad de los asesinos, y esta hindú no sólo era la mujer más hermosa de la Tierra sino que también parecía ser una buena persona, muy dulce y considerada.

¿Le gustan los perros o los gatos?

–Las perras, pero ya no tengo animales.

¿Qué cosas recuerda de su niñez?

–Todo. No tengo mala memoria.

¿Coleccionaba figuritas?

–Sí. De fútbol y de actores y actrices de Hollywood.

¿Tenía una patineta?

–Mis padres cometieron el error de regalarme un par de patines cuando vivimos en Valparaíso, que es una ciudad de cerros. El resultado fue desastroso. Cada vez que me ponía los patines era como si me quisiera suicidar.

¿Cuál es su equipo de fútbol favorito?

–Ahora ninguno. Los que bajaron a segunda y luego, consecutivamente, a tercera y a regional, hasta desaparecer. Los equipos fantasmas.

¿A qué personajes de la historia universal le hubiera gustado parecerse?

–A Sherlock Holmes. Al capitán Nemo. A Julien Sorel, nuestro padre, al príncipe Mishkin, nuestro tío, a Alicia, nuestra profesora, a Houdini, que es una mezcla de Alicia, de Sorel y de Mishkin.

¿Se enamoraba de las vecinas más grandes que usted?

–Por supuesto.

¿Las compañeras de la escuela le prestaban atención?

–No creo. Al menos yo estaba convencido de que no.

¿Qué cosas debe a las mujeres de su vida?

–Muchísimo. El sentido del desafío y la apuesta alta. Y otras cosas que me callo por decoro.

¿Ellas le deben algo a usted?

–Nada.

¿Ha sufrido mucho por amor?

–La primera vez, mucho, después aprendí a tomarme las cosas con algo más de humor.

¿Y por odio?

–Aunque suene un poco pretencioso, nunca he odiado a nadie. Al menos estoy seguro de ser incapaz de un odio sostenido. Y si el odio no es sostenido, no es odio, ¿no?

¿Cómo enamoró a su esposa?

–Cocinándole arroz. En esa época yo era muy pobre y mi dieta era básicamente de arroz, así que lo aprendí a cocinar de muchas formas.

¿Cómo era el día que se hizo padre por primera vez?

–Era de noche, poco antes de las 12, yo estaba solo, y como no se podía fumar en el hospital me fumé un cigarrillo virtualmente encaramado en el artesonado de la cuarta planta. Menos mal que no me vio nadie desde la calle. Sólo la luna, habría dicho Amado Nervo. Cuando volví a entrar una enfermera me dijo que mi hijo ya había nacido. Era muy grande, casi calvo del todo, y con los ojos abiertos como preguntándose quién demonios era ese tipo que lo tenía en los brazos.

¿Lautaro será escritor?

–Yo sólo espero que sea feliz. Así que mejor que sea otra cosa. Piloto de avión, por ejemplo, o cirujano plástico, o editor.

¿Qué cosas reconoce en él como suyas?

–Por suerte se parece mucho más a su madre que a mí.

¿Le preocupan las listas de ventas de sus libros?

–En lo más mínimo.

¿Piensa alguna vez en sus lectores?

–Casi nunca.

¿Qué cosas de todas las que le han dicho sus lectores en torno de sus libros lo han conmovido?

–Me conmueven los lectores a secas, los que aún se atreven a leer el Diccionario filosófico de Voltaire, que es una de las obras más amenas y modernas que conozco. Me conmueven los jóvenes de hierro que leen a Cortázar y a Parra, tal como los leí yo y como intento seguir leyéndolos. Me conmueven los jóvenes que se duermen con un libro debajo de la cabeza. Un libro es la mejor almohada que existe.

¿Qué cosas lo han enojado?

–A estas alturas enojarse es perder el tiempo. Y, lamentablemente, a mi edad el tiempo cuenta.

¿Ha tenido miedo alguna vez de sus fans?

–He tenido miedo de los fans de Leopoldo María Panero, el cual, por otra parte, me parece uno de los tres mejores poetas vivos de España. En Pamplona, durante un ciclo organizado por Jesús Ferrero, Panero cerraba el ciclo y a medida que se aproximaba el día de su lectura la ciudad o el barrio donde estaba nuestro hotel se fue llenando de freaks que parecían recién escapados de un manicomio, que, por otra parte, es el mejor público al que puede aspirar cualquier poeta. El problema es que algunos no sólo parecían locos sino también asesinos y Ferrero y yo temimos que alguien, en algún momento, se levantara y dijera: yo maté a Leopoldo María Panero y después le descerrajara cuatro balazos en la cabeza al poeta, y ya de paso, uno a Ferrero y el otro a mí.

¿Qué siente cuando hay críticos como Darío Osses que considera que usted es el escritor latinoamericano con más futuro?

–Debe ser una broma. Yo soy el escritor latinoamericano con menos futuro. Eso sí, soy de los que tienen más pasado, que al cabo es lo único que cuenta.

¿Le despierta curiosidad el libro crítico que está preparando su compatriota Patricia Espinoza?

–Ninguna. Espinoza me parece una crítica muy buena, independientemente de cómo vaya a quedar yo en su libro, que supongo que no muy bien, pero el trabajo de Espinoza es necesario en Chile. De hecho, la necesidad de una, llamémosla así, nueva crítica, es algo que empieza a ser urgente en toda Latinoamérica.

¿Y el de la argentina Celina Mazoni?

–A Celina la conozco personalmente y la quiero mucho. A ella le dediqué uno de los cuentos de Putas asesinas.

¿Qué cosas lo aburren?

–El discurso vacío de la izquierda. El discurso vacío de la derecha ya lo doy por sentado.

¿Qué cosas lo divierten?

–Ver jugar a mi hija Alexandra. Desayunar en un bar al lado del mar y comerme un croissant leyendo el periódico. La literatura de Borges. La literatura de Bioy. La literatura de Bustos Domecq. Hacer el amor.

¿Escribe a mano?

–La poesía, sí. Lo demás, en una vieja computadora de 1993.

Cierre los ojos, ¿cuál de todos los paisajes de la Latinoamérica que usted recorrió le viene primero a la memoria?

–Los labios de Lisa en 1974. El camión de mi padre averiado en una carretera del desierto. El pabellón de tuberculosos de un hospital de Cauquenes y mi madre que nos dice a mi hermana y a mí que aguantemos la respiración. Una excursión al Popocatépetl con Lisa, Mara y Vera y alguien más que no recuerdo, aunque sí recuerdo los labios de Lisa, su sonrisa extraordinaria.

¿Cómo es el paraíso?

–Como Venecia, espero, un lugar lleno de italianas e italianos. Un sitio que se usa y se desgasta y que sabe que nada perdura, ni el paraíso, y que eso al fin y al cabo no importa.

¿Y el infierno?

–Como Ciudad Juárez, que es nuestra maldición y nuestro espejo, el espejo desasosegado de nuestras frustraciones y de nuestra infame interpretación de la libertad y de nuestros deseos.

¿Cuándo supo que estaba gravemente enfermo?

–En el '92.

¿Qué cosas de su carácter cambió la enfermedad?

–Ninguna. Supe que no era inmortal, lo cual, a los 38 años, ya iba siendo hora de que lo supiera.

¿Qué cosas desea hacer antes de morir?

–Ninguna en especial. Bueno, preferiría no morirme, claro. Pero tarde o temprano la distinguida dama llega, el problema es que a veces no es una dama ni mucho menos es distinguida, sino más bien, como dice Nicanor Parra en un poema, es una puta caliente, que es algo que hace dar diente con diente al más pintado.

¿Con quién le gustaría encontrarse en el más allá?

–No creo en el más allá. Si existiera, qué sorpresa. Me matricularía de inmediato en algún curso que estuviera dando Pascal.

¿Pensó alguna vez en suicidarse?

–Por supuesto. En alguna ocasión sobreviví precisamente porque sabía cómo suicidarme si las cosas empeoraban.

¿Creyó en algún momento que se estaba volviendo loco?

–Por supuesto, pero me salvó siempre el sentido del humor. Me contaba historias que me volvían loco de risa. O recordaba situaciones que hacían que me tirara al suelo a reírme.

La locura, la muerte y el amor, ¿de qué de estas tres cosas ha habido más en su vida?

–Espero de todo corazón que haya habido más amor.

¿Qué cosas lo hacen reír a mandíbula batiente?

–Las desgracias propias y ajenas.

¿Qué cosas lo hacen llorar?

–Lo mismo: las desgracias propias y ajenas.

¿Le gusta la música?

–Mucho.

¿Usted ve su obra como la suelen ver sus lectores y críticos: arriba de todo Los detectives salvajes y luego todo lo demás?

–La única novela de la que no me avergüenzo es Amberes, tal vez porque sigue siendo ininteligible. Las malas críticas que ha recibido son mis medallas ganadas en combate, no en escaramuzas con fuego simulado. El resto de mi "obra", pues bueno, no está mal, son novelas entretenidas, el tiempo dirá si algo más. Por ahora me dan dinero, se traducen, me sirven para hacer amigos que son muy generosos y simpáticos, puedo vivir, y bastante bien, de la literatura, así que quejarse sería más bien gratuito y desagradecido. Pero la verdad es que no les concedo mucha importancia a mis libros. Estoy mucho más interesado en los libros de los demás.

¿No le sacaría algunas páginas a Los detectives salvajes?

–No. Para sacarle páginas tendría que releerlo y eso mi religión me lo prohíbe.

¿No le da miedo que alguien quiera hacer la versión cinematográfica de la novela?

–Ay, Mónica, yo les tengo miedo a otras cosas. Digamos: cosas más terroríficas, infinitamente más terroríficas.

¿"El ojo Silva" es un homenaje a Julio Cortázar?

–De ninguna manera.

Cuando terminó de escribir "El ojo Silva", ¿no sintió que había escrito un cuento capaz de estar a la altura, por ejemplo, de "Casa tomada"?

–Cuando terminé de escribir "El ojo Silva" dejé de llorar o algo parecido. Qué más quisiera yo que se pareciera a uno de Cortázar, aunque "Casa tomada" no es uno de mis favoritos.

¿Cuáles son los cinco libros que marcaron su vida?

–Mis cinco libros en realidad son cinco mil. Menciono éstos sólo a manera de punta de lanza o embajada aviesa: El Quijote, de Cervantes. Moby Dick, de Melville. La Obra Completa, de Borges. Rayuela, de Cortázar. La conjura de los necios, de Kennedy Toole. Pero también debería citar: Nadja, de Breton. Las cartas de Jacques Vaché. Todo Ubú, de Jarry. La vida, instrucciones de uso, de Perec. El castillo y El proceso, de Kafka. Los aforismos de Lichtenberg. El Tractatus, de Wittgenstein. La invención de Morel, de Bioy Casares. El Satiricón, de Petronio. La Historia de Roma, de Tito Livio. Los Pensamientos, de Pascal.

¿Se lleva bien con su editor?

–Bastante bien. Herralde es una persona inteligente y a menudo encantadora. Tal vez a mí me convendría más que no fuera tan encantador. Lo cierto es que ya hace ocho años que lo conozco y, al menos de mi parte, el cariño no hace más que crecer, como dice un bolero. Aunque tal vez me convendría no quererlo tanto.

¿Qué dice de los que piensan que Los detectives salvajes es la gran novela mexicana de la contemporaneidad?

–Que lo dicen por lástima, me ven decaído o desmayándome en las plazas públicas y no se les ocurre nada mejor que una mentira piadosa, que por lo demás es lo más indicado en estos casos y ni siquiera es pecado venial.

¿Es cierto que fue Juan Villoro el que le convenció para que no titulara Tormentas de mierda a su novela Nocturno de Chile?

–Entre Villoro y Herralde.

¿De quién más escucha consejos alrededor de su obra?

–Yo no escucho consejos de nadie, ni siquiera de mi médico. Yo doy consejos a diestra y siniestra, pero no escucho ninguno.

¿Cómo es Blanes?

–Un pueblo bonito. O una ciudad pequeñita, de treinta mil habitantes, bastante bonita. Fue fundada hace dos mil años, por los romanos, y luego pasaron por aquí gente de todos los lugares. No es un balneario de ricos sino de proletarios. Obreros del norte o del este. Algunos se quedan a vivir para siempre. La bahía es bellísima.

¿Extraña algo de su vida en México?

–Mi juventud y las caminatas interminables con Mario Santiago.

¿A qué escritor mexicano admira profundamente?

–A muchos. De mi generación admiro a Sada, cuyo proyecto de escritura me parece el más arriesgado, a Villoro, a Carmen Boullosa, entre los más jóvenes me interesa mucho lo que hacen Alvaro Enrigue y Mauricio Montiel, o Volpi e Ignacio Padilla. Sigo leyendo a Sergio Pitol, que cada día escribe mejor. Y a Carlos Monsiváis, el cual, según me contó Villoro, motejó como Pol Pit a Taibo 2 o 3 (o 4), lo que me parece un hallazgo poético. Pol Pit, ¿es perfecto, no? Monsiváis sigue con las uñas aceradas. También me gusta mucho lo que hace Sergio González Rodríguez.

¿El mundo tiene remedio?

–El mundo está vivo y nada vivo tiene remedio y ésa es nuestra suerte.

¿Usted tiene esperanzas, en qué, en quiénes?

–Mi querida Maristain, vuelve usted a empujarme a los potreros de la cursilería, que son mis potreros natales. Yo tengo esperanza en los niños. En los niños y en los guerreros. En los niños que follan como niños y en los guerreros que combaten como valientes. ¿Por qué? Me remito a la lápida de Borges, como diría el ínclito Gervasio Montenegro, de la Academia (como Pérez Reverte, fíjese usted) y no hablemos más de este asunto.

¿Qué sentimientos le despierta la palabra póstumo?

–Suena a nombre de gladiador romano. Un gladiador invicto. O al menos eso quiere creer el pobre Póstumo para darse valor.

¿Qué opina de quienes opinan que usted ganará el Premio Nobel?

–Estoy seguro, querida Maristain, de que no lo ganaré, como también estoy seguro de que algún atorrante de mi generación sí que lo ganará y ni siquiera me mencionará de pasada en su discurso de Estocolmo.

¿Cuándo ha sido más feliz?

–Yo he sido feliz casi todos los días de mi vida, al menos durante un ratito, incluso en las circunstancias más adversas.

¿Qué le hubiera gustado ser si no hubiera sido escritor?

–Me hubiera gustado ser detective de homicidios, mucho más que ser escritor. De eso estoy absolutamente seguro. Un tira de homicidios, alguien que puede volver solo, de noche, a la escena del crimen, y no asustarse de los fantasmas. Tal vez entonces sí que me hubiera vuelto loco, pero eso, siendo policía, se soluciona con un tiro en la boca.

¿Confiesa que ha vivido?

–Bueno, sigo vivo, sigo leyendo, sigo escribiendo y viendo películas, y como les dijo Arturo Prat a los suicidas de la Esmeralda, mientras yo viva, esta bandera no se arriará.
"Los hombres se buscan en su incondición de extranjeros. Nadié está en su casa. El recuerdo de esta servidumbre reúne a la humanidad. La diferencia que se abre entre el yo y el sí mismo, la no-coincidencia de lo idéntico, es una no-indiferencia fundamental con respecto a los hombres.

El hombre libre está consagrado al prójimo, nadie puede salvarse sin los otros. El dominio reservado del alma no es cierra desde el interior. Pues el Eterno "cerró la puerta detrás de Noé", nos dice con admirable precisión un texto del Génesis. ¿Cómo se cerraría en la hora en que la humanidad perezca? ¿Hay horas en que el diluvio no amenaza? He aquí la interioridad imposible que desorienta y reorienta las ciencias humanas de nuestros días: imposibilidad que no aprendemos por la metafísica, ni por el fin de la metafísica. Distancia entre el yo y el sí mismo, recurrencia imposible, identidad imposible. Nadie puede quedarse en sí mismo: la humanidad del hombre, la subjetividad, es una responsabilidad por los otros, una vulnerabilidad extrema. La vuelta a sí mismo se convierte en rodeo interminable. Anterior a la conciencia y a la elección -antes que la creatura se reúna en presente y representación para hacerse esencia- el hombre se aproxima al hombre. Está formado de responsabilidades. Por ellas, desgarra la esencia. No se trata de un sujeto que asume responsabilidades o se evade de las responsabilidades, de un sujeto constituido, puesto en sí y para sí como una libre identidad. Se trata de la subjetividad del sujeto, no de su no-indiferencia con respecto al otro en la responsabilidad ilimitada -porque no se mide por compromisos- y a la que remiten asunción y rechazo de responsabilidades. Se trata de responsabilidad por los otros hacia los que se desvía el movimiento de la recurrencia, en las "entrañas conmovidas" de la subjetividad que desgarra.

Extranjero para sí, obsesionado por los otros, in-quieto, el Yo es rehén, rehén en la recurrencia misma de un yo que no cesa de fallarse a sí mismo. Pero de este modo, siempre más próximo a los otros, más obligado, agravando su fracaso ante sí mismo.



p.130 en adelante, Humanismo del otro hombre, EMMANUEL LEVINAS

¿Qué son los sueños?




¿Por qué cuesta tanto interpretar los propios sueños?
Responde la doctora Von Franz que el sueño nunca dice lo que uno ya sabe. Indica algo desconocido, un punto ciego. Es como tratar de verse la espalda. Se la puedes mostrar a un médico para que la examine, pero tú no puedes verla. Por ese motivo hay tantos analistas interpretando sueños ajenos que no pueden interpretarse los suyos.
¿Todos los psicoanalistas adoptan la misma postura ante los sueños?
Carl Gustav Jung y Adler difieren de Freud en su visión de los sueños. Para ellos, el sueño es una expresión normal y creativa del inconsciente y no la reaparición parcial de contenidos reprimidos, como los entiende Freud.
¿Qué nos dice en esencia Jung sobre los sueños?
Jung sugiere que los sueños reflejan el trabajo de una pulsión hacia la salud y la madurez psicológica. Tienen el objetivo de lograr el equilibrio psicológico. Su finalidad es prospectiva hacia el futuro y por eso llamó a los sueños “ejercicio preliminar o esbozo”. El contenido simbólico de un sueño, sería la propuesta de solución de un conflicto. Es el boceto de un camino a recorrer por el soñador en estado despierto.
Preguntamos a Alejandro Jodorowsky: ¿Es el sueño un tipo de comunicación?
Creo que el sueño se comunica con el Universo. Sinceramente pienso que en el sueño los difuntos están y pueden venir a vernos. Claro que puede ser imaginación nuestra, sí, pero ahí están en nuestra memoria.
Continuamos con él, en otras cinco preguntas: ¿Son importantes las enseñanzas que recibimos en un sueño?
Resulta fundamental aplicar las enseñanzas recibidas en los sueños a la vida diurna. Cualquier enseñanza no es operativa hasta que es aplicada
¿Desde cuándo se interpretan los sueños?
La interpretación de los sueños es una práctica tan vieja como el mundo. Con el tiempo, sólo han cambiado las forma de interpretación, desde el sistema simplista que consiste en atribuir sistemáticamente un significado simbólico concreto a tal o cual imagen, hasta el concepto de Jung, según el cual no se trata de explicar el sueño, sino de seguir viviéndolo, mediante el análisis, en estado de vigilia, a fin de ver esa zona adónde nos conduce. Para él, la psiquis era un continuum sin divisiones rígidas entre consciente e inconsciente.
Si interpretamos el sueño como si fuera real ¿Qué hacemos entonces con la realidad?
La realidad es un sueño que vamos creando sobre la marcha. Hay que interpretar las situaciones reales como si se tratara de un sueño, lleno de símbolos.
¿Cómo?
En el sueño rigen las mismas leyes que en la vida cotidiana: hay que distanciarse…Para lograr divertirnos actuando, tanto en el sueño nocturno como en este sueño que llamamos vida, hemos de estar cada vez menos implicados.
Sin embargo, ¿cómo no vamos a estar implicados cuando nos asaltan pesadillas?
Cualquier mensaje que nos envíe desde la región del inconsciente hacia nuestra conciencia de la vigilia, es para nuestro bien…Las pesadillas son mensajes del inconsciente que te dice: “hay aspectos de tu persona real que no te atreves a vivir y que ves como angustiosas monstruosidades. Aprovecho que estás dormido para inquietarte, despertar tu curiosidad, llamarte, rogarte, perseguirte para que por fin entres en mi reino, que es el de tu verdadera y maravillosa esencia. Cesa de temer, hazme frente. Pregúntame: ¿qué me quieres decir? (lo que significa: ¿qué me quiero decir?)
¿Los sueños poseen significados literales?
Pedro Engel defiende que el lenguaje onírico es poético. Hemos de darnos el tiempo para que el sueño nos hable en su propio idioma. No esperar traducciones, ni respuestas superficiales, sino muy por el contrario permitir que el sueño nos abra sus puertas…
En general ¿Qué uso hacemos de todo este material?
Lamentablemente, es muy poco lo que hacemos con nuestros sueños. Es como si se nos diera en herencia un campo repleto de tesoros enterrados, en el que después de una lluvia aflorase un poco de oro. Lo vemos, incluso lo tocamos, y sin embargo no nos comprometemos a excavar para desenterrar todo su potencial. Los sueños tienen algo
que decir, y el soñador tiene que entender este mensaje onírico para sacar provecho de sus recursos inconscientes. El desatender los sueños supone dejar sin abrir una carta que nos enviamos cada noche a nosotros mismos.
Un método para desarrollar nuestra percepción sobre los sueños
Cuenta Alejandro Jodorowsky que hubo un tiempo en que, antes de dormir, tenía la costumbre de pasar revista a todos los sucesos del día. Visualizaba la película de su jornada, primero de principio a fin y, después, a la inversa, según el consejo de un viejo libro de magia. Esta práctica de la “marcha atrás” tenía el efecto de permitir situarlo a cierta distancia de los sucesos del día. El acto de pasar revista a la jornada por la noche equivalía a la práctica de rememorar sus sueños por la mañana.
Explica que el sólo hecho de acordarse de un sueño es ya como organizarlo. No vemos el sueño completo, sino aquello que hemos seleccionado de él. Análogamente, al repasar las últimas veinticuatro horas, no tenía acceso a todos los actos del día, sino a los que había retenido. Esta selección es ya una interpretación sobre la cual basar después los juicios y apreciaciones. Desde esa actitud de testigo se puede interpretar la vida como se interpreta un sueño…
Frases oníricas:
-”El sueño es un incesante encuentro donde todo se puede agregar y todo se puede eliminar” Alejandro Jodorowsky
-”La verdad nunca se obtiene de nadie. Uno la lleva siempre consigo” Alejandro Jodorowsky
- “Mientras estamos dormidos en este mundo, estamos despiertos en el otro” Salvador Dalí
-”Cada sueño es un acto de genialidad, una creación del Espíritu.” R. Bosnak
-”La verdad está en el fondo de los sueños” Alejandro Jodorowsky
-”Cuanto más aptos somos para hacer consciente lo que es inconsciente, más grande es la cantidad de vida que integramos”. Carl Gustav Jung
Imagen: Jacek Yerka




Fuente:  http://planocreativo.wordpress.com/

viernes, 21 de mayo de 2010

jueves, 20 de mayo de 2010

Pieza

Deleuze, tu me dices que sí, que sí, que sí
pero a todos lados donde voy, y hago, y hablo
me dicen que no, que no, que no.

martes, 18 de mayo de 2010

No corras tras la poesía. Ella sola penetra por las junturas.

Bresson

lunes, 17 de mayo de 2010

Lunes impostergable.

Infierno o cielo,

pero impostergable.

sábado, 15 de mayo de 2010

Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz Picasso

A diferencia de la música, no hay niños prodigios en la pintura. Lo que la gente percibe como genio prematuro es el genio de la infancia. No desaparece gradualmente a medida que envejece. Es posible que ese niño se convierta en un verdadero pintor un día, quizás incluso un gran pintor. Pero tendría que empezar desde el principio. Por lo tanto, por lo que a mí respecta, yo no era un genio. Mis primeros dibujos nunca se han mostrado en una exposición de dibujos infantiles. Me faltaba la torpeza de un niño, su ingenuidad. He hecho dibujos académicos a la edad de siete años, con una precisión de la que me asusto.
Picasso

viernes, 14 de mayo de 2010

jueves, 13 de mayo de 2010

Sonic Youth / SYR3: Invito Al Cielo / Muzikaj Perspektivoj




SYR3: Invito Al Ĉielo is an EP by Sonic Youth. It was the third in a series of experimental releases put out on the band's own SYR label, leading up to the release of their 1998 record A Thousand Leaves. For SYR3 the band collaborated with producer and musician Jim O'Rourke; his continuing work with the group after SYR3 resulted in O'Rourke becoming an official member of Sonic Youth by 2002's Murray Street.
SYR3 follows the band's tradition of having the liner notes for SYR releases written in foreign languages, in this case using Esperanto. However the words that Kim Gordon is heard singing are in English.


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