Nuestro miedo más profundo no es ser inadecuados, nuestro miedo más profundo es ser poderosos más allá de toda medida… Es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que más nos asusta.
Nos preguntamos… quien soy para ser brillante, precioso, talentoso, fabuloso?
Realmente, quien no podemos ser?
Eres hijo de Dios, tu juego pequeño no le sirve al mundo, no hay nada iluminador acerca de encogerse para que otros no se sientan inseguros en nuestra presencia.
Todos nacimos para brillar como los niños, nacimos para manifestar la gloria de Dios que está en nosotros, en todos…. Y cuando dejamos que nuestra luz brille, inconcientemente damos permiso a otra gente para hacer lo mismo….
Cuando nos liberamos de nuestros miedos, automáticamente nuestra presencia libera a otros.
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