Sonido Fulgor

viernes, 29 de enero de 2010

Don Heráclito - José Emilio Pacheco

Don Heráclito


Pero el agua recorre los
cristales
musgosamente:
ignora que se altera
lejos del sueño todo lo
existente.

Y el reposo del fuego es tomar forma
con su pleno
poder de transformarse.
Fuego del aire y soledad del fuego
al incendiar el
aire que es de fuego.

Fuego es el mundo que se extingue y
prende
para durar (fue siempre) eternamente.

Las cosas hoy
dispersas se reúnen
y las que están más próximas se alejan:
soy y no soy
aquel que te ha esperado
en el parque desierto una mañana
junto al río
irrepetible adonde entraba
(y no lo hará jamás, nunca, dos veces)
la luz
de octubre rota en la espesura.

Y fue el olor del mar:
una paloma
como un arco de sal ardió en el aire.
No estabas, no
estarás,
pero el oleaje
de una espuma remota confluía
sobre mis actos y
sobre mis palabras
(únicas nunca ajenas, nunca mías):
el mar que es agua
pura ante los peces
jamás ha de saciar la sed del hombre.


José Emilio Pacheco

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