Gracias por la invitación. Heme aquí intentando balbucear cosas con sentido. Entre el tecleo de cada letra, los sorbos de café barato, los sonidos inertes de la oficina, los otros sonidos inertes de mis compañeros de oficina, sus actividades parsimoniosas, el peso de mis nalgas en la silla, el sopor excedente en mis párpados deambulantes. Entre todo ese ingenio y lecho de creatividad desperdiciado, la vida transcurre en 9 horas reducidas para convivir más con una computadora, que con los intentos de seres humanos que ha creado la comodidad. Antes de terminar la jornada, puedes destilar por cada poro de la piel una inercia abundante y mísera (rima con víscera). La nausea es un lugar feliz, Huxley incluso soñó con mi trabajo. Sin embrago, es aquí en este infierno de cuatro paredes argüido por Sartré, que encuentro un cierto placer sadomasoquista en mi particular proceso disléxico de escribir. Es como si me vengara de las imbeciladas que dicen a mis espaldas (esto es literal, mi escritorio está colocado al contrario de los demás, de modo que sólo puedo escucharlos y nunca jamás, por alguna razón, verlos), pues mi verdadero rostro está entre los omóplatos, y no me refiero a que tengo ojos en la espalda, ni al Ojo de Bataille, eso sería burdo. La realidad es que tengo la boca entre los hombros, así puedo maldecir a todos, mientras doy media vuelta y sigo en mi propio río desbocado de deseos incumplidos. Insisto, aquí en la pantalla y entre los pixeles, soy libre para decir que se vayan a la mierda. No me gusta el sarcasmo, pero al carajo con mis gustos; mis gustos son una mierda. Prefiero eso, a decir que son humanos bellos y hermosos tal como son, destinados a la imperfección, pero eso sería una grosería para las "personas" que ven tanta televisión, que compran el celular de moda y duermen 10 horas seguidas. Sin embargo, hablar de los otros es también hablar de mi, y eso obviamente, es anarquista y mezquino. ¿Pero que no siempre se trata de nosotros mismos? ¿No somos acaso redentores de la realidad? ¿No coartamos la libertad del otro para poder existir? ¿No somos un reflejo de lo que los demás son? ¿Siempre es sobre los otros? Tal parece que sí, y si hoy hablo sobre mi, sólo podré decir una cosa: ¡Devuelvanme mi libertad! ¡Dejen de existir miserables! ¡Perros egoistas! (Los románticos son de Bolaño)
A continuación, transcribo un poema de C.B con el que me siento identificado:
PERMÍTEME DECIRTELO
el infierno se levanta
pieza a pieza
ladrillo a ladrillo
a tu
alrededor.
no un proceso
rápido,
sino gradual.
construimos nuestro
propio
infierno
y culpamos
a los demás.
pero el infierno
es el infierno.
literalmente el infierno es
el infierno.
mi infierno y
tu
infierno.
nuestro
infierno.
infierno, infierno,
infierno.
la canción del
infierno.
calzarte
por
la
mañana.
el infierno.
Pag. 158 y 159 de Poemas de la última noche sobre la Tierra. Charles Bukoswki.
Para saber más de mi, por acá ando.
Espero que participando aquí, me haya salvado de la maldición de Blake. Un saludo.
Well come Jaiba. Esta es tu casa; tu cielo e infierno compartido.
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