Fragmento de la carta escrita por Chögyam Trungpa en ocasión del primer programa de verano del Instituto Naropa, Julio 1974La expresión arte dhármico no se refiere a la representación de símbolos e ideas buditas, tales como la rueda de la vida o la historia de Buda Gautama, sino al arte que surge de un estado psicológico particular en la mente del artista, un estado que podríamos llamar meditativo y que consiste en una actitud de relación directa con la propia creatividad, en la que el artista no está pendiente de sí mismo.La dificultad fundamental en el trabajo artístico es la tendencia a separar al artista de su público para luego intentar transmitir un mensaje de uno al otro. Cuando eso sucede, el arte se transforma en exhibicionismo. Hay artistas que se sienten movidos de repente por una inspiración tremenda y que se apresuran a plasmarlas sobre el papel para deslumbrar o entusiarmar al público; otros de personalidad más relfexiva, prefieren ir calculando paso a paso el efecto que sus obras producirán en el espectador. Sin embargo, tarde o temprano, y a pesar de sus buenas intenciones, o su maestría técnica, esos artistas terminarán cayendo en una actitud torpe y agresiva hacia sí mismos y los demás.En el arte meditativo, el artista es a la vez creador y espectador de su obra. Como la visión no está disociada de la ejecución, el artista no siente miedo de ser torpe o de no estar a la altura. Simplemente pinta un cuadro, recita un poema, compone una obra musical, etc. Desde este punto de vista, un simple novato podría coger un pincel y crear una obra maestra, a condición de tener el estado psicológico apropiado. Pero aunque esto sea posible, sería confiar demasiado en el azar. En el arte como en la vida, es necesario aprender un oficio, desarrollar las propias habilidades y asimilar conocimientos técnicos e intuitivos transmitidos por una tradición.En cierta forma, da lo mismo que uno tenga la actitud de un aprendiz que aún no domina del todo sus herramientas, o la de un maestro consumado: en el momento de crear una obra de arte, la confianza ha de ser total. El mensaje consiste sencillamente en apreciar la naturaleza de las cosas como son, y en expresar esa naturaleza sin caer en la lucha de los pensamientos y temores. Hay que abandonar tanto la agresión hacia uno mismo, que es sentirse obligado a impresionar, como la agresión hacia los demás, que es el deseo de engañar.
miércoles, 13 de enero de 2010
Chögyam Trungpa: dharma, arte y percepción. No.2
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