Sonido Fulgor

domingo, 28 de febrero de 2010

Espejo humeante

El corazón de todos

Yo pensé que la vida era esta palma de la mano
puesta cerca del fuego en una noche helada.
Quise primero amar
y descendí junto con la catástrofe.
Fui hasta el horizonte donde los hombres pasan,
odié con saña como el que asesina,
como el que asalta, y también como el que llega
y saquea el cofre del invierno.
Entró de pronto en mí esa blanca mirada
de los que nada tienen,
y en ella fui escribiendo horas y días.
Así pude pasar por el ojo de la aguja.
Anochecí en tu boca que sonríe
y horada la memoria,
subí a la tierra, desperté paredes.
La verdad es que amé.
Despertar abundante
en los ojos de la amada.

Oh Amada transformada,
mi semejante en semejantes,
árboles generosos
semejantes,
ondas del río
semejantes,
rostros como universos
semejantes,
mis semejantes contra los amos y la guerra.

¿Ves cómo la piedra oscura se ilumina por dentro?
Mira alzarse el pie desnudo de la aurora.
Vayamos, pues, vayamos,
tomemos la primera calle que pase, Amor,
y recojamos el corazón de todos.

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