Sonido Fulgor

domingo, 28 de febrero de 2010

Espejo humeante

Canto de verano


Voy a poner tu nombre a un
día del año.

D.R.S.


Cómo entiendo la triste respuesta que dan los caminos.
Cómo escucho la hierba que crece sedienta a mi espalda.
Soy silencio al acecho, al acecho de un sol invisible
que suture la herida que lame la sombra dejada
en el hierro candente que vibra si se hunde en el agua.

Y si yo les dijera qué tibia la sal nos agolpa
en el mundo costado del alba,
qué de encuentros brotaran sin tregua
por las calles y el árbol que ha tiempo
ve caer el abismo a sus pies.
Ah la bella palabra que se abre en la noche y florece en el canto
como se abre la mano mojada de aurora,
como se abren los muslos
que derriten los hielos
de esta oscura tristeza.

Y si acaso pregunto qué fruta ha rozado mi sueño
¿quién, entre todos, diría
que la rama es la frente de un niño que puebla
de fantasmas la noche?
Me da el viento en los ojos,
me da el eco en la sangre,
me da en toda la vida el sabor de la yedra de tu escalofrío.

Y no quiero buscarte y no quiero ceñirte a mi sombra
y no quiero sentir que es tu boca de piedra
por temor de apagar esta cima de llamas
y sentirte distante.

Ah el amor que amanece
desgarrado en la hierba.


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