Sonido Fulgor

jueves, 18 de junio de 2009

El poema

A ti

No estoy solo,
me abraza una esencia oscura
que me necesita.
Me besa el flamboyán,
la muñequita que en mi vientre,
ciega,
se ha enrredado.
Pero hoy mis raíces son el agua
que busca a toda costa,
a toda arena blanca y negra
y malecón.
Me usa el agua,
el agua helada,
el agua hirviente,
para ver un cielo en mis ojos.
Un cielo desgarrado de añoranza,
de relámpagos hermanos,
de maíz, arroz y de café
y por eso no estoy solo,
me grita el mar
a espuma de llanto,
a gemidos,
y me honda, me penetra.
No, no estoy solo.
Está conmigo el aire derritiendo
las paredes.
Está conmigo el sol
alcanzando una luna ausente
y las rosas, blancopétalos,
páginas de libro,
pájaros, collares y recuerdos.
No puedo estar solo
porque me habitan las calles
de un mapa que día con día
he ido descifrando.
Los hombres,
las manos,
los ojos de las manos de los hombres.
No estoy solo, no,
no estoy solo.

Y sin embargo mi corazón
se ha partido en millones de
pedazos sin nombre, sin color,
porque quisiera yo que tú,
porque haces falta aquí entre los dos.

Es temprano, hablan las mujeres,
cantan los pájaros:
¿para quién hablan?,
¿para quién cantan?
No puedo descifrar este mapa
pero intuyo que sus calles,
sus ojos en las manos de los hombres,
sus raíces y sus soles,
sé que sus relámpagos,
sus mares, su café, su arroz,
sé muy bien que el flamboyán,
la muñequita,
la esencia negra y delicada,
las puertas, los balcones,
las estrellas, el poema,
sé que todo esto cuando calle,
cuando deba de callar,
cuando lo haga,
dirá tu nombre.

Mi corazón sigue buscando.

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