Sonido Fulgor

martes, 8 de enero de 2008

Notas de mitología






Entrada a actualizarse permanentemente...

(Roberto Calasso, Las Bodas de Cadmo y Harmonía, pp.189-190)

El cosmos late entre serpiente y toro. Pasó un tiempo larguísimo antes de que a la serpiente, Tiempo-sin-vejez, siguiera el latido del toro, que fue Zeus. Y un tiempo mucho más breve antes de que Zeus toro engrendrara con Deméter a la mujer en la que volvía a latir la naturaleza de la serpiente, Perséfone. Y un tiempo mínimo, el tiempo de encenderse para el deseo, cuando Zeus descubrió que la niña Perséfone había pasado a ser muchacha, para que el padre se uniera a la hija como serpiente y engendrara al toro, Zagreo, el primer Dioniso.
Toda la historia del mundo estaba en ese volverse toro y repetirse serpiente, para hacer nacer otro toro. Contada por Zeus, era una historia que provenía del toro y volvía al toro. Contada por Tiempo-sin-vejez, era una historia que provenía de la serpiente y esperaba reanudarse con la serpiente. Desde entonces Tiempo-sin-vejez esperaba.

Theos, el indeterminado divino, era una invasión del cuerpo y de la mente. Era el hacerse íntimo de lo que es más extraño. Y nada más extraño que la serpiente. Una mano acercaba al cuello la serpiente. La mano introducía la serpiente bajo la túnica del iniciado De la garganta, a través del reguero de los senos, si era una doncella, a través del pecho liso, si era un muchacho, la serpiente descendía a la oscuridad, oculta bajo la tela, hacia el vientre. ¿Se quedaba allí? ¿Se enroscaba alrededor de la cintura de aquel cuerpo? Se deslizaba por los muslos y asomaba por abajo, entre las piernas.

El mar es lo continuo, la perfección de lo indiferenciado. En la tierra su emisario es la serpiente. Allí donde está la serpiente, mana el agua. Su ojo es líquido. Bajo sus anillos, corre perenne el agua del subsuelo. Agil, no necesita articulaciones. Las mismas manchas se repiten sobre toda la piel, las escamas son uniformes, el movimiento ondulante como las olas se renueva siempre. La serpiente es al toro como el mar a la tierra. Del mar surge la tierra, como el toro de la serpiente. Para raptar a Europa, el toro Zeus salió del mar. Y al mar volvió a arrojarse. Mientras surcaba las olas, un pie de Europa estaba inmerso en el mar y una mano se aferraba a la grupa.

...El ombligo es el punto, el punto único, el indispensable, donde lo perfecto se une a la perfección de lo indiferenciado. Es el pie de Europa en el mar.

De Zeus arrancan dos líneas de descendencia soberana: Dioniso y Apolo. La de Dioniso es la más oscura, y sólo aflora a trechos. En Dioniso, serpiente y toro, se resume toda la historia hasta Zeus, y vuelve a abrirse. La línea de Apolo es más clara, pero aún más cubiera por el secreto allí donde se roza la transgresión de Apolo contra el padre. Apolo no es serpiente y toro, sino que es aquel que mata serpiente y toro. Bien disparando él mismo las flechas, como sucede con Pitón en Delfos, bien mandado a un mensajero, Teseo, para que hunda la espada en el Minotauro, en Creta, o capture al toro en Maratón.

Dioniso y Apolo: uno es el arma, el otro se sirve del arma. Desde que aparecieron, la vida de Psique oscila entre el abrazo del uno y del otro.

Proclo

Como reyes de los dioses y responsables del mundo, Orfeo transmitió, según el número perfecto, los siguientes: Fanes, Noche, Cielo, Cronos, Zeus, Diónisos. En efecto, Fanes fue el primero que construyó el cetro, y el primero en reinar fue el eximio Eriquepeo; la segunda fue la Noche, que había recibido de su padre el cetro; el tercero fue el Cielo, que lo recibió de la Noche; el cuarto fue Cronos, que, como dicen, había sometido violentamente a su padre; el quinto fue Zeus, que prevaleció sobre su padre; y después de éste, el sexto fue Diónisos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

.