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(sueños de los hermanos Zagreo)
Noche lunar azul
Camino hacia el mar, el agua está tranquila como un lago. Hay un árbol lunar maya dentro de él y me acerco. Una de sus ramas gigantes que termina con una rosa blanca como una mano, me empieza a acariciar queriendo poseerme. La agarro con mis brazos diciéndole que aún no es momento. Ella sigue insistiendo y tengo que abandonar el lugar. Camino y entro en una cabaña a la orilla de la playa en la última noche del año. Salgo a mirar el mar y veo que artefactos de madera artesanales, como los que usaban los hombres antiguos para las guerras, están puestos mirando hacia el frente, hacia mí. Todas esas máquinas están llenas de símbolos del calendario maya y están colocadas ahí para darle funcionamiento al artefacto central que parece un arma que dispara luz. Vuelvo a la cabaña y espero un momento para reflexionar. Decido volver a salir y cuando piso la arena, hombres comienzan a salir del mar. Parecen venir de otro planeta, de otra dimensión. Están vestidos de una manera peculiar y traen aparatos de tecnología en su columna vertebral. Parece, por sus presencias, como si tuvieran un dominio total del universo y viajaran a su placer por todo el corpus. Uno de ellos, parece ser el líder, comienza a caminar hacia mí y entra a la cabaña. Me dice que vienen porque tienen la misión de disparar un rayo de luz, desde aquel artefacto hasta un objeto que se encuentra en la sala de la cabaña. Observa la distancia y se prepara para realizar su objetivo. Mi intuición me lleva a preguntarle qué pasará con el mundo. Me responde que es momento de terminar con esta civilización porque hemos cometido bastantes errores que ya no tienen solución. Entro en desesperación cuando a lo lejos veo que el artefacto comienza a emitir sonidos y mucha electricidad proveniente de los cuatro puntos cardinales. Corro rápidamente hacia ellos y le pido al hombre que me lleven porque no quiero desaparecer. El rayo de luz amarilla violeta es emitido cuando de pronto mi cuerpo comienza a elevarse hacia el cielo con infinita energía. Poco a poco me voy acercando hacia la oscuridad y las estrellas. Siento un poder inmenso que me va a hacer explotar. Atravieso el cielo y me fundo con él, cuando de pronto, en esa metamorfosis, aparece la imagen de un guerrero sin pelo que está detenido y no tiene tiempo; toda la energía junto conmigo y todo lo que existe va hacia la cabeza de ese hombre y nos metemos como un río en ella. Inmediatamente abro los ojos y me encuentro en una cama acostado. Me levanto y una pequeña curandera de color niña se acerca y me pregunta qué me gustaría comer para recuperarme. Observo mis alrededores y me percato de que estoy en un planeta diferente, tal vez en otra dimensión. Veo desde una ventana el árbol lunar maya y despierto con inmensa paz.
ea
Nocturno mar amargo
Un tigre blanco camina, lo acecho, camina tranquilo, temo, para que no me toque no lo veo, pero al voltear presiento que empieza a acelerar el paso, lo veo y corre hacia mí, corre y pasa a mi lado con la fuerza de todos los vientos, estoy seguro que me va a atacar, que moriré, me resigno, justo cuando me resigno el tigre pasa sin mirarme, siento una caricia terrible, pasa corriendo frenético, corre hasta llegar al límite entre el mar y el piso en el que estamos, sin detenerse salta y se clava en el mar. Antes de eso yo había estado nadando en el mar y sentía la presencia de un tiburón; no podía verlo, no quería. Después salí y llegué con el tiburón-tigre blanco, en el sueño no percibo la transformación. La imagen del tigre blanco clavándose en el mar fue la última de esa noche.
etm
Padre del mar
Estoy en mi cama, soy un viejo con barba blanca que monologa sobre sus hijos como si hablara para las cámaras. Hablo de mis dos hijos queridos y los señalo: sobre la cama hay dos esferas transparentes dentro de las cuales hay, en el centro de una, un pez naranja; en el centro de la otra un pez verde más pequeño que aquel. Mientras los peces nadan, las esferas se mueven. Enseguida aparezco en un barco, pero estoy en una tabla de madera a punto de ser arrojado al agua por muchísimos hombres que desde la orilla del barco gritan como fieras sus deseos de matarme. Todos hacen ruido, protestan. Voluntariamente me echo al mar. Adentro (todavía escucho el sonido del agua al clavarme en ella) espero a que llegue una sirena; no sé las razones, no sé por qué pensé eso, pero estaba seguro de que vendría por mí.
etm
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