Cuando se tiene miedo a alguien es porque se le ha dado poder sobre uno.
Hoy sé ya muy bien que nada en el Mundo repugna tanto al hombre como seguir el camino que ha de conducirle hacia sí mismo.
...el jardín no tenía perfume, el bosque no me atraía, el Mundo se extendía alrededor de mí como un saldo de trastos viejos, insípido y desencantado; los libros eran papel; la música, ruido. No de otro modo pierde sus hojas el árbol otoñal en torno suyo. No lo siente, y la lluvia, la escarcha y el sol resbalan por su tronco, mientras su vida se retira a lo más íntimo y recóndito. No muere. Espera.
Indiferente al mundo exterior, me pasaba los días escuchando el rumor de las corrientes oscuras y prohibidas, que fluían en mí subterráneas.
Tendía hacia un punto ignorado, hacia Demian, hacia un destino lejano.
"El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el Mundo. El que quiere nacer tiene que romper un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El Dios se llama Abraxas"
El amor no era un oscuro instinto animal, como en un principio lo había yo sentido; ni era tampoco una piadosa adoración espiritual, como la que yo había consagrado a la imagen de Beatrice. Eran ambas cosas, ambas y muchas más: era ángel y demonio, hombre y mujer en uno, hombre y animal, sumo bien y profundo mal. Lo deseaba y lo temía; pero estaba siempre presente, siempre por encima de mí
La imagen amada de mi sueño surgía con frecuencia ante mí con más claridad y precisión que si se tratase de un ser real; la veía mejor que veía mis propias manos, y hablaba con ella, lloraba ante ella y la maldecía. La llamaba madre y me arrodillaba a sus pies, la llamaba amor y presentía su beso maduro y saciante, la llamaba demonio y prostituta, vampiro y asesino.
...era rebelión y orgia, vida y espíritu.
Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que llevamos en nosotros mismos. Lo que no está también en nosotros mismos nos deja indiferentes.
La única realidad es la que nosotros tenemos, y si los hombres viven tan irrealmente es porque aceptan como realidad las imágenes exteriores y ahogan en sí la voz de su mundo interior. También se puede ser feliz así; pero cuando se llega a saber lo otro se hace ya imposible seguir el camino de la mayoría. El camino de los más es fácil, Sinclair; tan fácil como penoso el nuestro. Caminemos.
Vivo en mis sueños y tú has sabido adivinarlo. Las demás gentes viven también en sueños, pero no en los suyos propios. Esta es la diferencia.
Somos hombres.
Lo que hoy existe no es comunidad: es, simplemente, rebaño. Los hombres se unen porque tienen miedo unos de otros, y cada uno se refugia entre los suyos. Se tiene miedo cuando no se está de acuerdo consigo mismo. Tienen miedo porque no se han atrevido jamás a conseguir sus propios impulsos interiores (...) Saben muy bien cuántos gramos de pólvora se necesitan para matar a un hombre; pero no saben cómo se reza a Dios.
Este Mundo, tal y como hoy es, quiere morir, quiere hundirse y se hundirá.
Nunca se llega a puerto. Pero cuando dos rutas amigas coinciden, todo el mundo nos parece, por una hora, el anhelado puerto.
Siempre es difícil nacer.
Nuestra labor era constituir en el Mundo una isla, quizá un ejemplo y, cuando menos, el anuncio de una distinta posibilidad.
Pero ni los caminos ni los rodeos importan si al fin ha de surgir a la luz la verdadera necesidad del alma, adormecida y engañada durante tanto tiempo. Y este día será el nuestro, será el día en que se nos necesitará.
La única realidad es la que nosotros tenemos, y si los hombres viven tan irrealmente es porque aceptan como realidad las imágenes exteriores y ahogan en sí la voz de su mundo interior. También se puede ser feliz así; pero cuando se llega a saber lo otro se hace ya imposible seguir el camino de la mayoría...
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