¿Hay alguna salida a
este malestar universal? Por el momento no.
¡Y si tuviera la receta, la vendería al presidente de Estados Unidos por unos
miles de millones de dólares!
Por cierto, ¿quién será? Y yo qué se, los escritores no somos Nostradamus.
Lo que sí es cierto es que hace años usted dijo que iríamos
rapidísimo, y ahora vamos a velocidades supersónicas? Y todo lo que ahora existe será obsoleto dentro de nada,
hasta el mail será obsoleto porque todo se hará con el móvil. A lo mejor las
nuevas generaciones se acostumbrarán a eso, pero hay una velocidad del proceso
de tal calibre, que quizá la psicología humana no conseguirá adaptarse. Estamos
a tal velocidad, que no hay ninguna bibliografía científica americana que cite
libros de más de cinco años. El que está escrito antes ya no cuenta y ésta es
una pérdida también de relación con el pasado.
La fe ciega en Internet crea monstruos, por otra parte. Sí, parece que todo es cierto, que tienes toda la
información, pero no sabes cuál es buena y cuál equivocada. Esta velocidad
provocará la pérdida de memoria. Y esto ocurre en las jóvenes generaciones, que ya
no recuerdan ni quién era Franco ni quién era Mussolini, ¡o incluso Felipe
González! La abundancia de información sobre el presente no te permite reflexionar
sobre el pasado. Cuando yo era chico podían llegar a la librería tres libros
por mes, hoy llegan mil. Y ya no sabes qué libro importante fue publicado hace
seis meses. Eso también es una pérdida de la memoria. La abundancia de
información sobre el presente es una pérdida y no una ganancia.
La memoria es el olvido, que diría Mario Benedetti. Es la historia de
Funes, el memorioso, de Borges. El que tiene toda la memoria es un estúpido.
Tanta información hace que los periódicos parezcan irrelevantes. Ése es uno de nuestros problemas contemporáneos. La
abundancia de información irrelevante y la dificultad de seleccionarla, y la
pérdida de memoria del pasado, no digo ya la histórica. La memoria es nuestra
identidad, nuestra alma. Si tú pierdes hoy la memoria, ya no hay alma, eres una
bestia. Si sufres un golpe en la cabeza y pierdes la memoria, te conviertes en
un vegetal. Si la memoria es el alma, disminuir mucho la memoria es disminuir
mucho el alma.
¿Cuál sería hoy el papel de la información? Yo creo que perdemos mucho tiempo en plantearnos estas
cuestiones mientras las generaciones más jóvenes sencillamente han
dejado de leer los periódicos y se comunican a través de SMS. Yo no puedo
desprenderme de los periódicos; para mí, la lectura de prensa es la oración de
la mañana del hombre moderno; no puedo tomar café por la mañana si no tengo por
lo menos dos periódicos para leer. Pero a lo mejor somos los restos de una
civilización, porque los periódicos tienen muchas páginas, no mucha
información. Sobre el mismo tema hay cuatro artículos que a lo mejor dicen lo
mismo? Existe la abundancia de información, pero también la abundancia de la
misma información. No sé si se acuerda de mi teoría del Fiji Journal. Yo estaba
en las islas Fidji buscando información sobre los corales para mi libro La isla
del día antes, y a mi hotel llegaba cada mañana el Fiji Journal, que tenía ocho
páginas, seis de publicidad, una de noticias locales y otra de noticias
internacionales. Aquel mes que estuve allí estaba a punto de estallar la
primera guerra del Golfo, y en Italia había caído el primer Gobierno de
Berlusconi. Me enteré de todo porque en una sola página de noticias
internacionales, en tres o cuatro líneas, me daban las noticias más
importantes.
Como Internet. Acudimos a Internet
para conocer las noticias más importantes. La información de los periódicos
será cada vez más irrelevante, más diversión que información. Ya no te dicen
qué decidió el Gobierno francés, sino que te dan cuatro páginas de cotilleo
sobre Carla Bruni y Sarkozy. Los periódicos se parecen cada vez más a las
revistas que te daban en la peluquería o en la sala de espera del dentista.
fragmento de entrevista de El País, JUAN CRUZ 30/03/2008.
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