Sonido Fulgor

jueves, 22 de diciembre de 2011

"La persistencia de la mirada es indicio de pesar y tristeza"



De "Sobre las señas hechas con los ojos"

A las alusiones verbales, una vez llegados la aceptación y el mutuo concierto,  suceden las señas hechas con los ojos, que juegan a este respecto un laudable papel y rinden efectos maravillosos. Con la mirada se aleja y se atrae, se promete y se amenaza, se reprende y se da aliento, se ordena y se veda, se fulmina a los criados, se previene contra los espías, se ríe y se llora, se pregunta y se  responde, se concede y se niega. 
Cada una de estas situaciones tiene un signo especial en la mirada; pero estos signos no pueden ser definidos, de no verlos, ni pueden ser pintados ni descritos sino en muy pequeña parte.
Voy tan sólo a declarar aquellas cosas que son más fáciles: Una seña con el rabillo de un solo ojo denota veto de la cosa pedida. Una mirada lánguida es prueba de aceptación. La persistencia de la mirada es indicio de pesar y tristeza. La mirada de refilón es signo de alegría.
El entornar los ojos da a entender amenaza. El volver la pupila a una parte cualquiera y retirarla al punto es para llamar la atención sobre lo que se ha mirado. La seña  furtiva con el rabillo de los dos ojos denota súplica. El mover la pupila con rapidez desde el centro del ojo hacia la comisura interna indica imposibilidad. Mover ambas pupilas desde el centro de los ojos es prohibición absoluta. 
Las demás no pueden comprenderse sino viéndolas.


Ibn Hazm, "El collar de la paloma" (1022)

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