¿Dónde podría yo estar diciendo la verdad?
¿De qué antifaz arrancaría yo mi rostro para probar el dolor de mi mentira?
¿De qué rostro arrancaría yo mi antifaz para probar la tela de mi vida?
Pero la vida sólo exige el acto de la muerte, el ruido de las pisadas de nuestras propias hormigas
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