Sonido Fulgor

martes, 28 de junio de 2011

Palabras, sólo palabras.



"¿Qué le importa al muerto, a los huérfanos y a 
los sin techo si la desquiciada destrucción es 
producida bajo el nombre de totalitarismo o el 
santo nombre de libertad y democracia?", 

M.Gandhi.

lunes, 27 de junio de 2011

Fellini y (la leyenda de) las drogas


¿Es cierto que durante tu estancia en Tulúm experimentaste drogas con Carlos Castaneda?

No. Castaneda y sus discípulos querían impresionarme con sus ritos mágicos, pero yo no era tan ingenuo como tal vez ellos creían. Sin embargo, sí es cierto que a principios de los 60 tuve una experiencia con LSD en Roma, pero con un grupo del que formaban parte un médico y un psicólogo. Digamos que fue un pequeño experimento científico. Nunca tuve interés por las drogas, nunca me atrajeron.

¿No crees que las drogas estimulen la imaginación creativa?

No, absolutamente no. Es una leyenda eso de que las drogas favorezcan una especie de perspectiva de sexto sentido. Es un error enorme. Actualmente un artista no tiene necesidad de drogas, en todo caso de calmantes. Se necesita ser un poco visionario para captar los aspectos secretos de la realidad, pero los estupefacientes producen efectos opuestos. No abren nuevas dimensiones de la vida sino entorpecen completamente nuestras facultades. Todos los que se erigieron en voceros de los efectos portentosos de las drogas -Timoty Leary, Allen Ginsberg, Henri Michaux, Carlos Castaneda- se revelaron luego como engañadores o corruptores. Engañaron y corrompieron a los jóvenes, que se dedican a las drogas por ignorancia. Por ignorancia de la vida, de los valores reales y profundos de la vida, de ese don misterioso que es la vida. Hay que combatir la "cultura de la droga" con "la cultura de la vida", con la cultura en su significado más verdadero, más estimulante, más formativo: la poesía, la literatura, el arte, son los mejores medios para sustraer a los jóvenes del flagelo de la droga.

"Les cuento de mí", Conversaciones con Constanzo Constantitni

domingo, 26 de junio de 2011

Lynch



La inmensa debilidad



La fuerza de la debilidad y la Caravana del Consuelo

Quizás la paradoja más bella del cristianismo sea la debilidad del amor. No sólo el misterio de la encarnación –el Dios que se vacía del poder de su divinidad para hacerse un niño arropado en la pobreza de un pesebre–, sino también la prédica y la presencia de ese niño que un día, como todos los niños, se convirtió en adulto y murió en una cruz como un delincuente. Por ello, si algo caracteriza a Jesús es su amor por los otros que es puro hueco, puro acogimiento y don, y, por lo mismo, pura debilidad. La mayoría de sus parábolas –aunque pienso fundamentalmente en la del Hijo Pródigo y en la del Buen Samaritano– y su vida –tan inestable, tan pobre, tan impotente– son una prueba del misterio del amor, no como filia ni como eros, sino como agape, comocaritas, para usar la palabra latina, tan manoseada y pervertida en nuestra sociedad.
Ese amor de disminución, ese amor que se abstiene de la fuerza, que renuncia a su poder para acoger a los otros, que es pura alegría en la donación y abstención de sí mismo, es lo que de alguna forma ha caracterizado al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, y lo que a lo largo de nueve días acompañó a sus miembros en la Caravana del Consuelo.
En medio del dolor que ha provocado la ambición desmedida de los criminales y de los hombres del poder, el Movimiento por la Paz y la Justicia salió del terror en el que la violencia nos ha sumido para ir al encuentro de las víctimas. Nada, que no sea el amor, la gratuidad infinita e impotente del amor; nada que no sea ir al encuentro de los otros sumidos en la desgracia, ha movido a esos seres. Impotentes, incapaces de ninguna fuerza, con la sola indignación del amor, los compañeros de la Caravana –que recorrieron 3 mil 400 kms de una enorme ruta de dolor y de horror– han generado una fuerza que ha cimbrado la conciencia de la nación. Al humanizar el dolor, al abrazarlo y hacerlo también suyo; al visibilizar con ello el estado de inhumanidad en el que desde hace mucho tiempo vivimos, esos hombres y mujeres que caminan y continúan caminando, volvieron a recordarnos que no hay nada que pueda justificar el desprecio. Volvieron a recordarnos también que la única revolución que necesitamos es aquella que nos permite reencontrarnos con lo humano. Al ir al encuentro de los otros sumidos en el dolor, los compañeros de la Caravana crearon una relación de esa naturaleza y con ello nos han invitado a reflexionar lo que conviene hacer entre nosotros. Lo humano, eso que la violencia –ya sea del crimen organizado o del Estado– nos ha arrancado sólo puede volver a nacer de una relación proporcional, es decir, entre seres que se miran y se aman en su pobreza y su pequeñez, siempre en una relación de servicio y de acogimiento. Contra la inhumanidad de la violencia, donde la vida se reduce a cifras y utilidad con el fin de optimizar valores, una sociedad del amor sabe buscar el bien que conviene en el encuentro con los otros. Allí, lo mejor de cada uno se entrega en un compartir cuya sustancia es el gozo de sentirnos juntos, la alegría del consuelo que rompe con la soledad y el egoísmo, y nos convierte en comunidad y en comunión.
Frente a este México de la desmesura y la violencia, la Caravana del Consuelo ha puesto de nuevo ante nosotros esa sabiduría ancestral que se basa en el redescubrimiento del amor como el más bello de todos los vínculos. Mientras en el México que vivimos, la ambición de todos los bienes ha creado un estado perpetuo de competitividad, de guerra, de injusticia y de impunidad, la Caravana del Consuelo nos ha recordado que las relaciones de amor, de acogimiento y don, es decir, las relaciones que nacen de la debilidad del amor, son las únicas que pueden permitirnos reencontrar nuestro sentido, nuestra alegría, nuestra justicia y nuestra paz. De esta inmensa debilidad, el Movimiento por la Paz y la Justicia ha sacado su fuerza, esa fuerza de la debilidad que desafía y golpea la conciencia de los poderosos y los convoca a darle a las víctimas la justicia que merecen y a la sociedad entera la paz que le han arrancado.
Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar todos los presos de la APPO y hacerle juicio político a Ulises Ruiz.

sábado, 25 de junio de 2011

Hasta que termine la guerra en México

Hasta que termine la guerra en México seguiremos apelando a las fuentes de la verdad (una es el periodismo), compartiéndolo con Uds., aún en este espacio más decantado por la cultura y las humanidades, sólo por ética y otra forma de reflexión.


Hasta que la guerra termina en cualquier época y en cualquier lugar seguiremos creando y justificando la creación y cultivándola.




Desfiladero
Terror en Jalapa
Pánico en Monterrey
Esperanza en el Edomex
Jaime Avilés
T
res empleados de Construcciones Santa Clara –entre ellos, el ingeniero Raúl Tecatl Cuevas–, regresaban a Jalapa, el viernes 17 de junio, cuando a las siete de la noche los detuvo un retén del 63 batallón de infantería, en la ex hacienda El Lencero. Los soldados los bajaron de la camioneta en que viajaban. De pronto se desató una balacera. Los militares respondieron con todo, incluso con apoyo de helicópteros artillados. Fue cosa de minutos.
Cuando el zafarrancho terminó, el ingeniero estaba muerto dentro de otro vehículo, con diez heridas de bala en la espalda y un tiro de gracia. Sus dos amigos también estaban muertos, pero incompletos, pues a ellos les habían cortado las manos. Los cadáveres fueron retratados junto con armas de alto poder. La versión oficial los tachó de sicarios.
Durante horas circularon rumores que hablaban de cuatro víctimas inocentes: tres hombres y una mujer. En su palacio, el gobernador Javier Duarte analizaba la matanza. Cuando se puso de acuerdo con sus cómplices, declaró que, en un exitoso operativo, habían muerto 11 sicarios.
Indignados, los allegados al ingeniero hoy combaten la mentira. En el portal Plumas Libres, Eduardo Segura escribió: por la maldita guerra estúpida que vive nuestro país, murió sin deberla ni temerla Raúl Tecatl, primo político de un servidor (...) brillante profesionista, originario de Jilotepec (...) que fue cruelmente acribillado de 10 balazos y pasó por boca de las autoridades a ser un sicario; por favor, qué falta de escrúpulos tienen al asesinar a un hombre de bien y destruir moralmente a toda una familia, dejar a su pequeño hijo en la orfandad y sembrar un futuro incierto y de desesperanza.
En el periódicodigital.com.mx, alguien bajo el seudónimo de Ozz, reiteró: el 17 de junio, en El Lencero, fueron asesinados a sangre fría un familiar y otros dos compañeros de trabajo. Las autoridades dicen que están limpiando Veracruz, pero están matando civiles como ustedes y como yo. Otro lanzó esta pregunta: ¿por qué no dicen nada de mi amigo que le desfiguraron su cuerpo y de los otros dos pobres que les cortaron sus manos?.
Obvio: en Jalapa ocurrió lo mismo que el 20 de marzo de 2010 en Monterrey, donde dos estudiantes del Tec fueron torturados y asesinados por el Ejército que los acusó de sicarios; o lo mismo que el 31 de marzo de 2008 en Culiacán, donde cuatro jóvenes que iban a una fiesta fueron ametrallados en un retén militar; o lo mismo que el 5 de abril de 2010 en Tamaulipas, donde otros soldados dispararon a ciegas contra una camioneta y dieron muerte a dos niños. O lo mismo que... escriban ustedes la fecha y el sitio donde se han producido hechos similares en todo el país.
Exhortar a los soldados a matar inocentes y presentarlos comosicarios para cobrar un premio, es una práctica llamada falsos positivos, que inventó el actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, cuando era jefe de la policía de Álvaro Uribe, otro genocida de la talla de Felipe Calderón. Hoy, Uribe es interrogado por la justicia de su país, debido a sus vínculos con los paramilitares que exterminaron a miles de hombres y mujeres. Santos, por su parte, condecoró a Genaro García Luna porque desde 2008 las fuerzas armadas mexicanas entregan falsos (resultados) positivos, como acaba de reconfirmarlo el caso del ingeniero Raúl Tecatl y sus acompañantes, un asunto que debe volver a movilizar a la sociedad para que los responsables del crimen sean castigados en forma ejemplar. ¡Atropellos como éstos ya no deben repetirse nunca, nunca más en México!
A propósito de lo mismo, Yuriria Iturriaga, corresponsal de La Jornada en París, me renvió una carta que alguien de su confianza le mandó desde Monterrey, ciudad en la que se está dando, le dicen, un fenómeno jamás antes visto, que es el secuestro masivo y al azar de la gente en la calle, es decir, te ven, te detienen, te suben a una camioneta con otros secuestrados, y te van cambiando de camioneta hasta que tu familia da el dinero o te matan.
Se presume, añade la carta, que se están cometiendo de 80 a 110 secuestros diarios. Mujeres, niños, ancianos, de todas las clases sociales sin distingo, lo que habla de unas tres mil personas secuestradas al mes.¿Será verdad tanto horror?, pregunta Yuriria. No sé, pero intento recordar. ¿Cómo empezaba el reportaje que Sanjuana Martínez publicó el domingo pasado en este diario?
Así. ¿Qué se hace en un anfiteatro con 50 descuartizados? Para los médicos forenses integrar las piezas de cada persona es una tarea difícil, imposible en algunos casos, tanto que algunos familiares deciden enterrar a sus muertos de manera incompleta. En lo que va del año, 50 personas han sido descuartizadas en Nuevo León, la mayoría con el uso de sierra eléctrica. Y ha habido, agrega, según estadísticas oficiales, 743 asesinatos.
¿Es verdad que salir a la calle en Monterrey es tan pero tan peligroso? Sí, me dicen periodistas amigos, consultados por teléfono. El gobernador (Rodrigo Medina) ya no existe. La desaparición de poderes se masca en el aire, pero la popularidad del Ejército está al alza. Acaba de haber una expo de las fuerzas armadas: la asistencia sobrepasó el medio millón de personas. Saca tus conclusiones.
Lo intento. Hace 11 años, cuando la conocí, Monterrey era la ciudad más segura de México: los pobres vivían amontonados en los cerros; en el centro había tolerancia cero, y entre los ricos, en todos los casos de injusticia, siempre ganaban los injustos. ¿Quién recuerda a Gabriela Rodríguez Segovia, la acaudalada mujer a quien sus hermanos encerraron en un manicomio para quitarle su casa, su dinero y sus hijos? ¿Qué fue de Joaquín Romo de Vivar, el empresario a quien el gobierno panista despojó de su spa y trató de matarlo? A costa de los más débiles, los poderosos dinamitaron el estado de derecho, pero crearon una impunidad sin límites que terminó devorándolos.
Volvamos a Veracruz, donde Fidel Herrera brindó impunidad a todos corrompiendo todo. Anteayer, mientras su sucesor presidía un banquete en El Lencero, para festejar el asesinato del ingeniero Raúl Tecatl, por las calles de Jalapa protestaban los padres de decenas de jóvenes desaparecidos en esa ciudad, de abril a la fecha. Moraleja: socializa la impunidad y generarás caos. ¿O qué hizo Felipe Calderón en todo México? Se robó la presidencia y para poder gobernar, abolió el estado de derecho. Más de 40 mil muertos, más de 10 mil desaparecidos; cientos de narcofosas aún sin abrir a lo largo de las vías del tren que va de Chiapas a Texas; la droga más presente y más barata que nunca; la inseguridad pública en todo su esplendor y Estados Unidos construyendo una base militar en Puebla para invadirnos desde adentro. ¡Esta es su obra!
¿Y qué hay de Paulette, y de Mónica Pretelini, y de los feminicidios y de la corrupción de Peña Nieto? En Youtube, un video (busquen secundaria 582) muestra a alumnos de una escuela pública haciendo banderitas que proclaman: Eruviel gobernador. Cuando AMLO dijo en 2006 que la mancha de un fraude electoral no se puede borrar ni con el agua de todos los mares, jamás pensamos que esa mancha sería de nuestra sangre. Pero hoy, si algo tenemos claro, es que para salir de esta pesadilla sólo debemos despertar. La rebelión pacífica puede estallar de mañana en ocho, cuando Alejandro Encinas y las estructuras de Morena en el estado de México enfrenten al copetón, al chapitas y a la narcodictadura salinista y, con ayuda de usted, señorita, y de usted, señor, sí, y también de usted, señora... tal vez los derroten.
de La Jornada.


viernes, 24 de junio de 2011

miércoles, 22 de junio de 2011

Más de nuestra pequeña colección Jaime Sabines


Pasa el lunes...
Pasa el lunes y pasa el martes
y pasa el miércoles y el jueves y el viernes
y el sábado y el domingo,
y otra vez el lunes y el martes
y la gotera de los días sobre la cama donde se quiere
dormir,
la estúpida gota del tiempo cayendo sobre el corazón
aturdido,
la vida pasando como estas palabras:
lunes, martes, miércoles,
enero, febrero, diciembre, otro año, otra vida.
La vida yéndose sin sentido, entre la borrachera y la
conciencia,
entre la lujuria y el remordimiento y el cansancio.

Encontrarse, de pronto, con las manos vacías,
con el corazón vacío,
con la memoria como una ventana hacia la obscuridad,
y preguntarse: ¿qué hice?, ¿qué fui?, ¿en dónde estuve?
Sombra perdida entre las sombras,
¿cómo recuperarte, rehacerte, vida?

Nadie puede vivir de cara a la verdad
sin caer enfermo o dolerse hasta los huesos.
Porque la verdad es que somos débiles y miserables
y necesitamos amar, ampararnos, esperar, creer y afirmar.
No podemos vivir a la intemperie
en el solo minuto que nos es dado.

¡Qué hermosa palabra "Dios", larga
y útil al miedo, salvadora!
Aprendamos a cerrar los labios del corazón
cuando quiera decirla,
y enseñémosle a vivir en su sangre,
a revolcarse en su sangre limitada.

No hay más que esta ternura que siento hacia ti,
engañado,
porque algún día vas a abrir los ojos
y mirarás tus ojos cerrados para siempre.
No hay más que esta ternura de mí mismo
que estoy abierto como un árbol, recorriéndolo todo.

He aquí la verdad: hacer las máscaras,
recitar las voces, elaborar los sueños.
Ponerse el rostro del enamorado,
la cara del que sufre,
la faz del que sonríe,
el lunes, y el martes, y el mes de marzo
y el año de la solidaridad humana,
y comer a las horas lo mejor que se pueda,
y dormir y ayuntar,
y seguirse entrenando ocultamente para el evento final
del que no habrá testigos.

Tres poemas de P. P. Pasolini


Al muchacho Codignola

Querido muchacho, sí, claro, encontrémonos,
pero no esperes nada de este encuentro.
Si acaso, una nueva desilusión, un nuevo
vacío: de aquellos que hacen bien
a la dignidad narcisista, como un dolor.
A los cuarenta años yo estoy como a los diecisiete.
Frustrados, el de cuarenta y el de diecisiete
pueden, claro, encontrarse, balbuceando
ideas convergentes, sobre problemas
entre los que se abren dos décadas, toda una vida,
y que, sin embargo, aparentemente son los mismos.
Hasta que una palabra, salida de las gargantas inseguras,
aridecida de llanto y deseo de estar solos,
revela su irremediable diferencia.
Y, además, tendré que hacer de poeta
padre, y entonces me replegaré sobre la ironía,
que te incomodará: al ser el de cuarenta
más alegre y joven que el de diecisiete,
él, ya dueño de la vida.
Más allá de esta apariencia, de este aspecto,
no tengo nada que decirte.
Soy avaro, lo poco que poseo
me lo guardo apretado en el corazón diabólico.
Y los dos palmos de piel entre pómulo y mentón,
bajo la boca torcida a furia de sonrisas
de timidez, y los ojos que han perdido
su dulzura, como un higo agrio,
te parecerían el retrato
precisamente de esa madurez que te hace daño,
madurez no fraterna. ¿De qué puede servirte
un coetáneo, simplemente entristecido
en la delgadez que le devora la carne?
Cuanto ha dado ya lo ha dado, el resto
es árida piedad.

Versión de Carlos Vitale

De Poesía en forma de rosa, 1964





Al príncipe

Si regresa el sol, si cae la tarde,
si la noche tiene un sabor de noches futuras,
si una siesta de lluvia parece regresar
de tiempos demasiado amados y jamás poseídos del todo,
ya no encuentro felicidad ni en gozar ni en sufrir por ello:
ya no siento delante de mí toda la vida...
Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo:
horas y horas de soledad son el único modo
para que se forme algo, que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para dar estilo al caos.
Yo, ahora, tengo poco tiempo: por culpa de la muerte
que se viene encima, en el ocaso de la juventud.
Pero por culpa también de este nuestro mundo humano
que quita el pan a los pobres, y a los poetas la paz.
De "La religión de mi tiempo" 1961

Versión de Delfina Muschietti




A algunos radicales

El espíritu, la dignidad mundana,
el arribismo inteligente, la elegancia,
el traje a la inglesa y el chiste francés,
el juicio tanto más duro cuanto más liberal,
la sustitución de la razón por la piedad,
la vida como apuesta para perder como señores,
os han impedido saber quiénes sois:
conciencias siervas de la norma y del capital.


lunes, 20 de junio de 2011

Otra amistad


Sobre Carlos Monsiváis, de Sergio Pitol
Ambos leímos en abundancia autores anglosajones; yo de preferencia ingleses y él estadunidenses; eso produjo una benéfica contaminación, declaramos que el lenguaje de Borges constituye el mayor milagro que le había ocurrido a nuestro idioma; Carlos añade que uno de los momentos más altos de la lengua castellana se debe a Casiodoro de Reyna y a su discípulo, Cipriano de Valera, y cuando le pregunté: ‘¿quiénes son?’, me respondió escandalizado: ‘Nada menos que son los primeros traductores de la Biblia en España, también el lenguaje de Faulkner, como el de Melville y Poe, profundamente marcados por la Biblia: es una derivación religiosa del Lenguaje Revelado’.
Hablamos en todo momento de libros y reiteramos nuestras preferencias, y a los nombres habituales añadimos otros: Alejo Carpentier, Machado de Assis, Juan Carlos Onetti, y los poetas: Quevedo, Garcilaso, López Velarde, Neruda, Vallejo, Pellicer, Gorostiza, y los españoles de la Generación del 27.
Luego hablamos de un libro fabuloso: La vida del doctor Johnson,escrito por James Boswell, donde el biógrafo y el biografiado, alternativamente, como los notables personajes que fueron, anticipan ya rasgos del buen señor Pickwick, o más hogareñamente, de don Reginito Burrón, lo que hacía aún más deleitosas nuestras lecturas.
Todo eso fue y sigue siendo Carlos Monsiváis y además, ya lo habrán descubierto ustedes, mi más entrañable amigo.


“Carlos fue muchas cosas pero sobre todo nuestra conciencia común más lúcida y penetrante, su persona y su obra se convirtieron en una guía moral para moverse en este México del que tanto escribió y al que supo ver tan claramente. A su muerte, hay en el ambiente una suerte de desamparo. Nadie podrá tomar su lugar. Ya se extraña su prosa transparente y aguda, sus comentarios certeros y eficaces, así como su presencia universal. A través de sus libros sigo dialogando con él, como desde aquel 1954.

domingo, 19 de junio de 2011

El rojo llega...: RETALES [6]

El rojo llega...: RETALES [6]: "Por Gregor Von Rezzori Selección de Juan Rulfo EXISTEN REALIDADES por encima y por debajo de la nuestra, la cual como única que conocemo..."

Necesitamos mucho a Monsiváis


El 20 de junio del 2010, en el Palacio de Bellas Artes, una persona habló públicamente, por primera y única vez, sobre el amor que Omar García y Carlos Monsiváis se profesaron. Fue Elena Poniatowska, quien tomó el micrófono para manifestarle a ambos su respeto: “Quiero decirte que nada en los últimos meses de tu enfermedad me ha conmovido tanto como el amor que te tiene Omar. Su dolor te honra, su entrega es tu trofeo y a mí me hace entender lo que significa la existencia real del amor sin límites, el amor que no tiene fronteras sexuales...”.
Ha pasado casi un año de aquel homenaje y Omar, nacido en el estado de México hace 25 años, regresa al mismo sitio para conversar sobre Carlos, el que sólo él conoció. La cita es a las cinco de la tarde en la cafetería. Llega puntual, desconecta su iPod y de su celular. Toma asiento y pide un juego. Mira fijamente a los ojos, casi sin parpadear, y no dejará de hacerlo en los próximos 40 minutos. Pronuncia algunas palabras, pero desea iniciar esta entrevista.
¿Cómo fue la vida después del diagnóstico?
Es un diagnóstico que se le había dado, pero no le dio tiempo de ponerse a pensar en lo que significaba. El detonador fue un viaje que hizo para asistir a una marcha por los niños del ABC. Regresó enfermo y fue cuando nos enteramos que el caso era delicado. Era algo que no se había tratado, que se dejó porque no le interesaba.
¿Cambiaron sus hábitos?
No necesariamente. Al final ya casi no quería comer. Tenía que decirle: “Tienes que comer, no te puedes parar de la mesa si no lo haces”. En realidad no cambió su vida, pero claro que se tomaron las medidas que nos dijeron los doctores.
¿No sabía que sería mortal?
Sí se sabía. La fibrosis pulmonar es una enfermedad que no es curable y que siempre va avanzando. El cálculo de la esperanza de vida era de cinco años, pero no pensábamos en eso. Tenía prioridades en lo que tenía que trabajar.
¿De algún modo precipitó planes?
No podía precipitar planes porque no paraba de trabajar, ¿qué querías? Si dormía tres horas, ¿que no durmiera nada? Era muy difícil que precipitara algo, imposible. Seguía trabajando igual, de ánimo siempre bien, sólo decaía al mismo tiempo que su salud, era como un miedo, pero jamás fue pesimista.
¿Tú cómo lo enfrentaste?
Fue difícil. Desde que empezó mi relación con él... era como pensar... Él me lo dijo: “Tú estás muy joven, pero yo estoy en el final de mi vida”. Uno siempre piensa en qué es el final de la vida o de quién es el final. Según yo, lo tenía bien asimilado, pero estar con alguien que estaba enfermo no fue ningún problema para mí, todo lo que hice fue con amor. No me causó ningún conflicto. Me preocupaba cuando estaba enfermo. A su regreso de la marcha de la guardería ABC en Hermosillo, sufrió la primera crisis y durante una semana entera, prácticamente, casi no durmió. A cada rato había que revisar su temperatura, sus medicamentos. Todo.
¿Era un buen paciente?
(Omar echa su espalda hacia atrás, la voz tenue que narraba aquellos días cambia por un tono fuerte; dibuja por primera vez la sonrisa y responde).
“¡Ah no! ¡Era el peor paciente, el peor! En esos momentos era como muy...”
¿Renuente?
No sé, era raro. Después de su primera crisis nos esforzamos mucho para salir adelante, los dos le echamos muchísimas ganas, pero cuando ya se sentía bien, dejaba de cuidarse y entonces había que estar detrás de él para que se tomara la medicina. Era un mal paciente, decía que se había tomado la medicina, pero no era cierto. No se daba tiempo para cuidarse, siempre estaba trabajando. A veces ni tiempo se daba para comer, mucho menos para tomarse la medicina. Y es que cuando escribía, leía o veía cine, no había manera de interrumpirlo.
¿En qué trabajaba cuando enfermó?
El libro de Apocalipstick lo sacó en la primera crisis de salud. Fue un esfuerzo muy grande para él y una gran preocupación para mí. Él trabajaba todo el tiempo que podía en el libro; me preocupaba que descansara un poco, pero él era inquieto, muy activo, no podía estar tranquilo.
¿Quizá por eso te lo dedicó?
No sé por qué lo hizo, pero recuerdo que Ariel Rosales, el editor, iba a la casa y decía que estaba perfecto. Para Carlos no era suficiente, siempre sentía que debía revisarlo una vez más. Le dije: “Ya Carlos, tienes que descansar”. No sabía que me lo había dedicado. Cuando me lo regaló vi mi nombre y por un instante creí que lo había escrito (con pluma). Por la noche me preguntó si no quería que me lo dedicara, entendí que ese libro era para mí y después me lo dedicó. El libro le dio mucha fuerza y trabajaba mucho, aunque redujo sus conferencias y presentaciones, e intentábamos salir menos.
Una de las recomendaciones de los doctores fue que sacáramos a los gatos de la casa. Pero Carlos jamás lo aceptó, prefirió salirse de la casa él, siempre estuvo en contra de que los tocaran, es algo que admiré mucho. Unos días a la semana nos íbamos a Cuernavaca para descansar, estar sin gatos y más tranquilos.
¿Te quedaste con alguno?
No, fue muy difícil.
¿Sabes si están bien?
Creo que sí, pero sólo tengo noticias de uno de ellos.
Los rumores que se gestaron alrededor de los gatos, ¿te molestaron?
Los gatos eran una parte importante de la vida de Carlos. Los quería mucho, por encima de todo. Por eso me dolió mucho la muerte de Mito (genial), el más viejo de sus gatos. Un día se enfermó de una pata y lo llevaron al veterinario; me sorprendió su muerte, no sé cómo fue.
¿Daba recomendaciones para su cuidado?
Siempre estaba pendiente de ellos y preguntaba por Inocencia, la encargada de cuidarlos, otra amante de gatos. Los conocía perfectamente. Hacía bromas porque había una gata que se llama Evasiva, teníamos que cuidarla para que pudiera comer aparte de los otros gatos, le decíamos “Evita, ya, acércate”. Carlos se reía divertido. Nos decían que estábamos locos, pero no importaba. Cuando conocí a Carlos les tenía pavor a los gatos, fue horrible para mí, desde llegar a la casa y percibir el olor, no quería entrar. Tiempo después, terminé hablándole a Miau Zetung para que se sentara en mis piernas y poder leer. La casa era de los gatos, por eso cuando vino el dilema, él decidió que nosotros nos teníamos que ir.
¿Seguía leyendo periódicos?
Sí.
¿De qué se carcajeaba?
De muchas cosas, pero era peor cuando se ponía de acuerdo con Jenaro (Villamil) sobre lo que se iba a escribir en “Por mi madre bohemios”. Una de las cosas por las que estaba indignado era la situación de los electricistas.
Después de su muerte se publicó un texto que decía “Los medios de comunicación mexicanos borraron a Omar por decreto de las buenas costumbres”. ¿Tienes algo qué decir?
No. ¿Qué puedo decir? Lo único relevante para mí y lo que realmente me importa es lo que viví y aprendí con Carlos, eso nadie lo puede borrar. Al respecto, lo que hagan o digan los medios de comunicación no me interesa en lo absoluto.
¿Recuerdas las palabras que dijo de ti Elena Poniatowska?
Sí. ¿Qué quieres que te diga?
(La calma de su lenguaje corporal, desaparece. Sus ojos se enrojecen lentamente. Hay un silencio. Sigue).
Creo que Elena fue uno de los testigos del proceso que viví con Carlos. Se dio cuenta de todo lo que pasamos. No tengo nada que decir sobre eso, sólo agradecerle su lealtad a Carlos y su sensibilidad.
¿Estás en el camino de encontrar la paz, la resignación?
No, no he encontrado la paz ni la resignación, pero tengo a mis amigos y a mi familia que de alguna manera ayudan.
Después de recorrer ese sinuoso camino, ¿cuál es la imagen con la que te quedas de Carlos Monsiváis, no el nuestro, el tuyo?
Carlos para mí fue una declaración de amor. Carlos me enseñó a sentir muchas cosas, el arte, la música, la literatura, la indignación por los atropellos hacia alguien, la solidaridad por las demás personas. Carlos para mí fue todo mi mundo desde que lo conocí hasta el último día que estuve a su lado. Me enseñó la pasión por el cine, no había noche que no viéramos una película y las series de televisión también eran básicas.
¿Qué series veían?
The Tudors, Mad Men, Brothers and Sisters, pero la dejamos de ver en la tercera temporada porque el último capítulo, en el que visitaban México, nos pareció una cosa ridícula, retrógrada, no nos gustó nada. Si me preguntas qué películas, no te puedo decir, eran muchas.
¿Qué me queda de Carlos? Sólo puedo decir que Carlos fue una sorpresa para mí cada día, era la persona que confiaba en mí, que me regañaba, que me cuidaba y me aconsejaba, me apapachaba. A veces me despertaba a las tres de la mañana para escuchar una canción de Bola de Nieve, era algo alucinante. Algunas ocasiones me preguntaba sobre cosas que habíamos visto o leído, quería saber si lo había olvidado o si le había puesto atención. Lo que más me fascinaba era cuando le preguntaba alguna cosa que en ninguna parte podía encontrar, él me daba la respuesta correcta y hasta me daba la referencia bibliográfica. Después me decía que tal vez estaba perdiendo la memoria. Era muy gracioso, se reía mucho.
¿Jugaban mucho?
Sí. No me había reído tanto en toda mi vida como con él, no había sido tan feliz como con él. No tengo recuerdos tan felices como los que tuve con él.
¿Se puede saber en dónde se conocieron?
(Por única vez Omar deja salir una carcajada)
No. Eso es mío.
En el homenaje de cuerpo presente, una señora se puso frente a él y comenzó a llorar, a agradecerle lo que había hecho. ¿Qué sentiste al ver las manifestaciones de cariño hacia su persona?
Es parte de la cultura popular de este país y todos escuchamos alguna vez un comentario suyo. De cierta manera ayudó a que se crearan muchas luchas y la gente se lo agradeció. Antes de conocerlo ya me sentía agradecido con él por lo que había hecho por muchos movimientos sociales, no sólo era un escritor, era un hombre que siempre hizo críticas, que buscó la igualdad.
¿Quisieras tener participación en algún homenaje?, ¿en la decisión que se tome respecto a sus cosas, como su biblioteca?
Nadie me ha invitado a nada, pero no es algo que me preocupe.

Más palabras de Rulfo

Para el archivo... de Eduardo Cruz


Don Álvaro Castaño Castillo, el queridísimo director de la radiodifusora, confirmó la Chiva y su esposa, la entrañable Gloria Valencia (GV), quien entrevistó a Juan Rulfo a finales de los años setenta en Cali, durante el Encuentro de Narrativa Hispanoamericana, instruyó a los cirujanos Pepe Castiblanco y Alejandro Rodríguez a hacer la exhumación, pues el registro que provenía de un audio de televisión tenía quizá todos esos años sin tocarse.
Comprenderá, Esmeralda, la emoción que sentí ante el hallazgo. Si bien cuento con toda la trascripción, le dejo las preguntas y respuestas más reveladoras.
–Por ejemplo su último libro, usted contestó con su humor que, por cierto lo tiene a flor de piel y que le sale duro muchas veces, contestó que su libro Cordillera se había quedado “en cerro”. ¿Qué nos quiso decir?
Bueno, que desapareció, desapareció definitivamente.
–¿De verdad lo destruyó?
Lo destruí, sí, lo tiré a la basura, pues no llenaba, no me satisfacía, era una cosa que me llevó a un callejón sin salida.
En otro momento del diálogo en el estudio, intervino el escritor Manuel Mejía Vallejo.
–Usted tiene en su obra un aspecto permanente sobre la soledad y la muerte. A veces, cuando lo veo, me lo imagino como un fantasma creado por usted mismo.
Así soy, un fantasma, no existo, es un mito la existencia, mi existencia. A veces pienso que no existo.
Al seguir la pista de Juan Rulfo por La sultana del Valle, y gracias al querido amigo Fabio Jurado, ubiqué al también escritor Sandro Romero. Me facilitó un ejemplar del 19 de agosto de 1979 del periódico cultural El Semanario, de Cali, donde publicó una larguísima crónica bajo el título de La literatura en llamas, a propósito del Encuentro de Narrativa Hispanoamericana. La voz del autor fantasmal quedó en los registros sonoros de la Universidad del Valle.

Autorretrato de Juan Rulfo en el Nevado de Toluca, década de 1940
Dijo: “Yo estuve buscando muchos editores y no me quisieron publicar hasta el año ’53. Yo ya tenía escrita mentalmente el Pedro Páramo. Considero incluso que Pedro Páramoes anterior a los cuentos. El resultado fue que no encontraba la fórmula para contarla. Al escribir los cuentos, me dediqué a hacer una especie de ‘ejercicios literarios’ hasta que por fin encontré, en un cuento que se llama “Luvina”, la atmósfera que yo necesitaba para escribir Pedro Páramo. Así es que si se publicaron primero los cuentos, fue porque ya había los suficientes medios para hacerlo, y entonces me dediqué exclusivamente a escribir la novela. En lo personal, y es una cosa que siempre me he reservado, Pedro Páramo es anterior a El Llano en llamas. Me quedaba entonces después del trabajo a escribir. No tenía amigos ni a dónde ir, así que escribí una novela que titulé provisionalmente El hijo del desaliento. Fue una novela que, como ustedes pueden suponer, fue a parar a la basura, como otras que también fueron a parar al mismo lugar. [...] La novela mexicana ha caído en el terreno de la pornografía, el escándalo y la comercialización. Grijalbo, por ejemplo, ha incrementado este tipo de literatura. Si antes vendía bestsellers norteamericanos, ahora vende escándalo. Han aparecido seis u ocho escritores que exclusivamente escriben eso. Una novela llena de vulgaridades, pero como se dice, de sal, de pimienta, que llama la atención y que el público que no lee literatura la consume. Así como se venden los cómics, así se venden esas obras. Puedo citar nombres: Parménides García Saldaña, Gustavo Sáinz, José Agustín, Luis Zapata; bueno, tres o cuatro más que escriben pornografía absoluta. No tienen nada de literario sus obras. [...] Para mí, el acierto más grande de Carlos Fuentes fue La muerte de Artemio Cruz. En cambio Terra nostra está plagada de esa obsesión en él, hacer farragosa alguna cosa. Tiene una particularidad Carlos Fuentes: no sacrifica nada. No tacha nada de lo que escribe, porque cree que cualquier línea es valiosa y eso le ha perjudicado, sobre todo en Terra Nostra que podría haber sido una novela magnífica. Se le fue de las manos… El defecto que yo le veo a esta novela es esa falta de crítica que nos sobra a algunos. Fuentes debería de concretarse a lo que conoce, que es la historia de México. El problema es que él no conoce su país. Al principio quiso imitar a su padrino Octavio Paz, pero lo ha superado en muchos aspectos, sobre todo en el terreno de la ficción. Lo que me molesta de Fuentes es que él trabaja sus obras con el conocimiento y no con la imaginación. Y esto es una falla.”
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