Sonido Fulgor

viernes, 9 de abril de 2010



Pedagogía del desierto: hacer el vacío alrededor de sí para encontrarlo en uno. No escuchar a nadie; tampoco decir nada: escuchar su silencio. De entrada para no seguir mintiendo, hay que callar. El invierno es la primera estación del alma. La verdad se halla por doquier, aquí, delante de mí, en el mundo, en la simplicidad de las cosas. Hay un ramo de flores en la mesa: verdad absoluta. Aquí. Ahora. O bien: hay tres árboles en el campo. Esto no se discute, no es necesaria prueba alguna. Y ello incluso si no hubiera árboles: sería verdad que los veo. Incluso si ninguna verdad, nunca, en ninguna parte, hubiera sido dicha, el silencio sería una. Verdad del silencio: el ser mismo. Sin frases.

Esta verdad no tiene sentido. No tiene valor. Es lo que es: insensata e indiferente. No va a ninguna parte, nada promete, nada anuncia. La verdad no es una parusía. No funda ninguna teología, ni garantiza humanismo alguno. El provenir no es su problema. Ni la esperanza ni la moral. Ella no se ocupa de fines. Tampoco se ocupa de los hombres. La locura nada puede contra ello; ni los tiranos: la verdad no obedece, y Dios mismo debe someterse a ella.  La verdad radica en el ser: es el ser mismo. El ser es lo que es, eso es todo, las cosas son lo que son, en su muda simplicidad. La verdad de la piedra es ser lo que es. La verdad es un cielo abierto.

André Comte-Sponville
en: El mito de Ícaro.






1 comentario:

  1. Este tipo de filosofía me fascina :)
    Muy lindo aporte.

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