Sonido Fulgor

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Altazor, canto II (Huidobro)



Mujer el mundo está amueblado por tus ojos

Se hace más alto el cielo en tu presencia

La tierra se prolonga de rosa en rosa

Y el aire se prolonga de paloma en paloma

Al irte dejas una estrella en tu sitio
Dejas caer tus luces como el barco que pasa

Mientras te sigue mi canto embrujado

Como una serpiente fiel y melancólica

Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro


¿Qué combate se libra en el espacio?
Esas lanzas de luz entre planetas

Reflejo de armaduras despiadadas

¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso?

En dónde estás triste noctámbula

Dadora de infinito
Que pasea en el bosque de los sueños


Heme aquí perdido entre mares desiertos

Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la

noche

Heme aquí en una torre de frío

Abrigado del recuerdo de tus labios marítimos
Del recuerdo de tus complacencias y de tu

cabellera

Luminosa y desatada como los ríos de montaña

¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos?

Te pregunto otra vez

El arco de tus cejas tendido para las armas de

los ojos
En la ofensiva alada vencedora segura con orgullos

de flor

Te hablan por mí las piedras aporreadas

Te hablan por mí las olas de pájaros sin cielo

Te habla por mí el color de los paisajes sin viento

Te habla por mí el rebaño de ovejas taciturnas

Dormido en tu memoria

Te habla por mí el arroyo descubierto

La yerba sobreviviente atada a la aventura

Aventura de luz y sangre de horizonte

Sin más abrigo que una flor que se apaga

Si hay un poco de viento
Las llanuras se pierden bajo tu gracia frágil

Se pierde el mundo bajo tu andar visible

Pues todo es artificio cuando tú te presentas

Con tu luz peligrosa

Inocente armonía sin fatiga ni olvido

Elemento de lágrima que rueda hacia adentro

Construido de miedo altivo y de silencio

Haces dudar al tiempo

Y al cielo con instintos de infinito

Lejos de ti todo es mortal

Lanzas la agonía por la tierra humillada de

noches

Sólo lo que piensa en ti tiene sabor a eternidad
He aquí tu estrella que pasa

Con tu respiración de fatigas lejanas

Con tus gestos y tu modo de andar

Con el espacio magnetizado que te saluda

Que nos separa con leguas de noche
Sin embargo te advierto que estamos cosidos

A la misma estrella

Estamos cosidos por la misma música tendida

De uno a otro

Por la misma sombra gigante agitada como árbol

Seamos ese pedazo de cielo

Ese trozo en que pasa la aventura misteriosa

La aventura del planeta que estalla en pétalos de

sueño
En vano tratarías de evadirte de mi voz

Y de saltar los muros de mis alabanzas

Estamos cosidos por la misma estrella

Estás atada al ruiseñor de las lunas

Que tiene un ritual sagrado en la garganta

Qué me importan los signos de la noche

Y la raíz y el eco funerario que tengan en mi

pecho

Qué me importa el enigma luminoso

Los emblemas que alumbran el azar

Y esas islas que viajan por el caos sin destino a

mis ojos

Qué me importa ese miedo de flor en el vacío

Qué me importa el nombre de la nada

El nombre del desierto infinito

O de la voluntad o del azar que representan

Y si en ese desierto cada estrella es un deseo de

oasis

O banderas de presagio y de muerte
Tengo una atmósfera propia en tu aliento

La fabulosa seguridad de tu mirada con sus constelaciones íntimas

Con su propio lenguaje de semilla

Tu frente luminosa como un anillo de Dios

Más firme que todo en la flora del cielo

Sin torbellinos de universo que se encabrita

Como un caballo a causa de su sombra en el aire

Te pregunto otra vez
¿Irías a ser muda que Dios te dio esos ojos?

Tengo esa voz tuya para toda defensa

Esa voz que sale de ti en latidos de corazón

Esa voz en que cae la eternidad

Y se rompe en pedazos de esferas fosforescentes

¿Qué sería la vida si no hubieras nacido?

Un cometa sin manto muriéndose de frío
Te hallé como una lágrima en un libro olvidado

Con tu nombre sensible desde antes en mi pecho

Tu nombre hecho del ruido de palomas que se

vuelan

Traes en ti el recuerdo de otras vidas más altas

De un Dios encontrado en alguna parte

Y al fondo de ti misma recuerdas que eras tú

El pájaro de antaño en la clave del poeta
Sueño en un sueño sumergido

La cabellera que se ata hace el día

La cabellera al desatarse hace la noche

La vida se contempla en el olvido

Sólo viven tus ojos en el mundo

El único sistema planetario sin fatiga

Serena piel anclada en las alturas

Ajena a toda red y estratagema

En su fuerza de luz ensimismada

Detrás de ti la vida siente miedo

Porque eres la profundidad de toda cosa

El mundo deviene majestuoso cuando pasas

Se oyen caer lágrimas del cielo

Y borras en el alma adormecida

La amargura de ser vivo

e hace liviano el orbe en las espaldas

Mí alegría es oír el ruido del viento en tus cabellos

Reconozco ese ruido desde lejos

Cuando las barcas zozobran y el río arrastra troncos

de árbol.

Eres una lámpara de carne en la tormenta

Con los cabellos a todo viento

Tus cabellos donde el sol va a buscar sus mejores

sueños

Mi alegría es mirarte solitaria en el diván del mundo

Como la mano de una princesa soñolienta

Con tus ojos que evocan un piano de olores

Una bebida de paroxismos

Una flor que está dejando de perfumar

Tus ojos hipnotizan la soledad

Como la rueda que sigue girando después de la

catástrofe
Mi alegría es mirarte cuando escuchas

Ese rayo de luz que camina hacia el fondo del

agua
Y te quedas suspensa largo rato

Tantas estrellas pasadas por el harnero del mar

Nada tiene entonces semejante emoción

Ni un mástil pidiendo viento

Ni un aeroplano ciego palpando el infinito

Ni la paloma demacrada dormida sobre un

lamento.

Ni el arcoiris con las alas selladas

Más bello que la parábola de un verso

La parábola tendida en puente nocturno de alma a alma
Nacida en todos los sitios donde pongo los ojos
Con la cabeza levantada

Y todo el cabello al viento.


Eres más hermosa que el relincho de un potro en

la montaña, Que la sirena de un barco que deja escapar

toda su alma. Que un faro en la neblina buscando a quien salvar

Eres más hermosa que la golondrina atravesada por el viento.

Eres el ruido del mar en verano. Eres el ruido de una calle populosa llena de

admiración. Mi gloria está en tus ojos. Vestida del lujo de tus ojos y de su brillo interno

Estoy sentado en el rincón más sensible de tu

mirada.

Bajo el silencio estático de inmóviles pestañas

Viene saliendo un augurio del fondo de tus ojos

Y un viento de océano ondula tus pupilas
Nada se compara a esa leyenda de semillas que

deja tu presencia
A esa voz que busca un astro muerto que volver a

la vida

Tu voz hace un imperio en el espacio

Y esa mano que se levanta en ti como si fuera a

colgar soles en el aire

Y ese mirar que escribe mundos en el infinito

Y esa cabeza que se dobla para escuchar un murmullo en la eternidad

Y ese pie que es la fiesta de los caminos

encadenados.

Y esos párpados donde vienen a vararse las centellas del éter.

Y ese beso que hincha la proa de tus labios.

Y esa sonrisa como un estandarte al frente de tu vida.

Y ese secreto que dirige las mareas de tu pecho.


Dormido a la sombra de tus senos

Si tú murieras

Las estrellas a pesar de su lámpara encendida

Perderían el camino

¿Qué sería del universo?

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