Sonríe mucho el señor ante las cámaras y las miradas en vivo. Odia la inteligencia, y de paso a los inteligentes, no en vano ha dicho, que a diferencia de los caballeros que las prefieren rubias, los políticos las prefieren pendejas. No tolera tener frente a sí, alguien inteligente, y mucho menos si es mujer. Esas son sus reglas, por eso el acto de sonreír lo subraya en público y sabe el efecto que causa en los grandes grupos de afiliados o no afiliados. La sonrisa es el aderezo indispensable de su discurso.
-Una sonrisa lo vence todo- ha dicho y repetido como el centro de su filosofía.
Tiene otras virtudes para las leyes de la apariencia. Mueve los ojos con la rapidez del águila y tiene la misma puntería para mirar, que esta bestia del aire. Sabe también mirar de reojo mejor que los altos espías y niega siempre lo que vio, pero la verdad es que guarda inmensos archivos para futuras pruebas de sus adversarios, como ases en la manga.
La oscuridad le aficiona. Con frecuencia visita secretos bajíos en la oscuridad de la ciudad. Compra mujeres secretas y amores de las cañerías más prestigiadas.
A la trampa está muy habituado, a la moneda falsa y a las promesas al aire. A eso se ha dedicado el caballero del poder, ese hombrecillo de la corbata y cuello planchado, que por las noches se arrodilla ante el secreto monstruo y le pide perdón o se arrepiente de todo lo que ha hecho por un brevísimo instante, pero sólo por un muy breve instante. Después que el monstruo protector lo perdona y se mete bajo la almohada, su ánimo vuelve al mejor nivel. Se estira de brazos abierto y alza la mirada. Se dispone a dormir y se duerme.
Dormir lo alivia y lo renueva. La corbata se moja los labios y el monstruo allá,bajo el cabezal, sonríe paciente, como a quien no le importa nada.
De Sexenio.com.mx
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