Sonido Fulgor

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jueves, 14 de junio de 2012

Acceso a la Información

El 12 de junio de 2002, por unanimidad de todos los grupos parlamentarios, la Cámara de Diputados aprobó la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública en México. Fue la primera reforma a la estructura del sistema político –y quizá la única de esa trascendencia- realizado en el “sexenio del cambio”, encabezado por el panista Vicente Fox.
Fue también uno de los primeros avances tangibles para reglamentar el artículo 7º. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que consagraba, desde 25 años atrás, el derecho a la información como parte de la primera gran reforma política que inició formalmente el proceso de transición a la democracia.
En esos momentos pocas fuerzas sociales alcanzaron a percibir las dimensiones del cambio fundamental al sistema político que representaba obligar a todas las instancias del Poder Ejecutivo federal a publicar de manera completa los datos relacionados con contrataciones, licitaciones, presupuesto, nóminas, deliberaciones para la toma de decisiones, etc.


seguir leyendo: Acceso a la Información, Periodismo y Redes Sociales, Escenarios Futuros (Primera Parte)

miércoles, 23 de mayo de 2012

“Estudiantes Informados, Jamás Manipulados”: Crónica de la #MarchaSoy132



Concentrados alrededor del Monumento de la Estela de Luz –inaugurado como nuevo centro de reunión de protestas estudiantiles-, miles de estudiantes convocados por la marcha #YoSoy132 llegaron a la Glorieta del Ángel de la Independencia y se dirigieron hacia el Televisa Chapultepec con consignas por la libertad de información, contra la manipulación de Televisa, contra Enrique Peña Nieto y la dirigente sindical del SNTE, Elba Esther Gordillo.
Enormes pancartas, banderas de México y de la UNAM, globos negros con el rostro de Peña Nieto y de Salinas lanzados al aire primaveral de esta tarde capitalina enmarcaron la cuarta marcha consecutiva desde que un grupo de estudiantes de la Universidad Iberoamericana decidieron protestar el viernes 18 de mayo a las puertas de Televisa San Angel, pidiendo una cobertura informativa más equilibrada.
“¡Estudiantes informados, jamás manipulados!” coreaban los contingentes de la Ibero, el Tec de Monterrey, la Universidad Lasallle, la UNAM, Unitec, UAM, el Instituto Politécnico Nacional, el CIDE, el ITAM, la UDLA, la Fes Acatlán, la Fes Aragón y decenas de colegios de bachillerato y educación superior, cuyos jóvenes le han arrebatado la iniciativa a los partidos políticos.
Un coro simpático puso a miles a brincar, mientras recorrían la Avenida Reforma: “¡Hay que estudiar, hay que estudiar, el que no estudie como Peña va a acabar!” y cuando cruzaban la glorieta de la Diana Cazadora, el estruendo de una consigna erizó a los presentes: “¡Elba Esther, Elba Esther tú también vas a caer!”.
Desde las movilizaciones del sábado 19 y, en especial, el lunes 21 de mayo, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, el nombre de la dirigente sindical del SNTE, vinculada a la corrupción, la falta de progreso educativo y la utilización de los maestros para el acarreo de votos, se ha convertido en una segunda bandera importante para los estudiantes de la marcha #YoSoy132.
Cientos de cartulinas con alusiones a Televisa, a TV Azteca y a la manipulación de la prensa se vieron en la principal arteria de la Ciudad de México: “Televisa te Apendeja”, “Televisa te Idiotiza”, “Televisen Ésta”, “Televisa Jodida, la Prole no es tu Amiga”, “México 2012, no es una Producción de Televisa”, “Queremos escuelas, no telenovelas”.
El lema de la Universidad Iberoamericana, rondaba muchas pancartas como el lema, no sólo de la institución, sino del movimiento: “La verdad nos hará libres”.
Los gritos de “¡Fuera Televisa!” se confundieron con los de “¡Fuera Peña Nieto!” en la síntesis singular que los estudiantes han hecho desde los acontecimientos de la Universidad Iberoamericana del monopolio televisivo y el candidato presidencial del PRI.
Tomaban fotos, grababan videos para Youtube, lanzaban cientos de mensajes a través de Twitter, de Facebook, las nuevas herramientas de comunicación digital que le arrebataron a los medios analógicos la visibilidad y transformaron a las redes sociales en los altavoces más significativos de esta generación del 2012.
Bien portados, al principio quisieron marchar sólo sobre la acera, pero los agentes de tránsito de la Ciudad de México, cooperativos con los estudiantes, ya habían liberado el tránsito sobre Reforma, sin que se escucharan los cláxones, ni las expresiones de molestia que tradicionalmente ocurren con otras manifestaciones.
“¡Qué diría mi papá si me viera en esta marcha!”, decía una jovencita de menos de 20 años, mientras otros de 24 años, recién egresados de sus estudios superiores, les decían que estas movilizaciones ya nadie las puede parar. Y así parece.
Al grito de “¡El que no brinque es Peña, el que no brinque es Peña!”, los contingentes de las distintas universidades rodearon la Glorieta del Angel de la Independencia. Unos pedían llegar al Zócalo, otros hacia Televisa Chapultepec. La mayoría continuó sobre la Avenida Reforma con destino a la Televisora.
Para las nueve de la noche, la calle de Televisa Chapultepec, se encontraba abarrotada de un lado a otro por los estudiantes de la marcha, que además de mantenerse firmes con su consigna de medios imparciales, esperan al candidato del PRI a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, quien tiene programada una entrevista para el programa Tercer Grado, el mismo que hace unas noches no quiso reconocer al movimiento que tiene ahora afuera esperándolos.
homozapping.com.mx, J. Villamil

sábado, 5 de mayo de 2012

A un año ya sin Monsiváis, en su natalicio.






Carlos Monsiváis, el Adelantado


Jenaro Villamil


Carlos Monsiváis es un caso extraño de conquistador que ya intuía y conocía las dimensiones de los territorios imaginarios, -intelectuales, culturales, periodísticos, sociales- antes de haberlos colonizado plenamente.

El  método de conquista de Monsiváis nunca fue la espada y la cruz, sino el humor y la inteligencia. Su método de amistad nunca fue el apapacho y la falsa amabilidad sino el desafío intelectual y el compromiso compartido.
Era un conquistador desde las izquierdas. Con ellas mantuvo un permanente diálogo y exigencia, pero nunca la abandonó como opción vital, aún con todos sus excesos, sus prejuicios, sus ánimos teológicos, sus carencias. De la derecha le interesaban sus códigos, su lenguaje, incluso sus expresiones artísticas y, por supuesto, sus exabruptos que lo divertían al elaborar Por mi Madre, Bohemios,  pero no la falsa seguridad que da la superioridad de las jerarquías.
La obra de Carlos Monsiváis es abierta, vital, provocadora, permanente. Aún dialoga con los jóvenes que recientemente han marchado con Javier Sicilia denunciando la irracionalidad de la doble violencia –verbal y física- que ha imperado en este sexenio; con quienes defienden aquí y en todo el mundo el derecho a ser diferentes, el respeto a sus opciones de vida como gays, lesbianas o transexuales; a quienes batallan por darle acceso a medicamentos, servicios de salud dignos e integridad moral a quienes viven con VIH; para quienes han migrado de sus lugares de origen y enriquecen la cultura de las ciudades donde viven y se niegan a ser el pretexto para campañas de odio xenofóbico; a quienes pelean por el respeto a la laicidad y están en contra de los prejuicios morales y de los intentos de uniformidad cultural; para los movimientos feministas y medioambientalistas; para quienes ejercen el periodismo crítico, cotidiano, a pesar de la autocensura imperante; para los insumisos que aún creen y luchan por una nueva dignidad.
Identifico tres ejes importantes en la vitalidad de la obra de Monsiváis que quiero reflexionar con ustedes:
a)    En primer lugar, no existieron para él territorios únicos u ortodoxos de expresión. Consideraba que la crónica no sólo era un género periodístico sino un vehículo para desplegar sus recursos ensayísticos, su talento literario, su cultura totalizadora, su memoria privilegiada, su extraordinario oído para la poesía y las expresiones populares, su propia capacidad fabuladora y su ironía emparentada a la escuela de Oscar Wilde y de Salvador Novo, pero también a la lectura constante y erudita de La Biblia, que, desde su niñez, fue pilar fundamental en su talento para la metáfora y la parábola.
La capacidad de Monsiváis para mezclar esos géneros y esos tonos, incluso rompiendo las reglas estilísticas más rígidas se encuentran con toda claridad en su más reciente libro, Apokalipstick, publicado meses antes de su fallecimiento.
He aquí un pequeño ejemplo en el capítulo “El Rap de las Postrimerías”:
“Ciudad de México: la acumulación de almas, recursos naturales, cuerpos a la deriva, edificios, instituciones, calles sobrepobladas, estadísticas que bien podrían ser predicciones de la migración próxima, la que ya sólo encuentra oportunidades de empleo en el interior de la conciencia…
“Conciencia ciudadana que –no obstante etapas de apatía y cinismo- crece con regularidad, tolerancia que se vuelve un ‘ecosistema’ piscológico, moral y cultural, extravagancias que de tan multiplicadas ya no se divierten, violencia que es consecuencia del capitalismo salvaje, de la naturaleza humana, del neoliberalismo, del tamaño de la urbe y de los roces de la aglomeración…Y lo que desafía las previsiones es la sensación de multitud al acecho (dentro de uno mismo incluso), que transforma las predicciones ominosas en asesinos seriales. A la velocidad de la luz no se observa bien lo dispuesto en la intimidad y a la velocidad de la masificación menos”…. (p. 21).
O esta maravillosa descripción-fabulación y análisis sobre el nuevo lenguaje que es “El Chateo”:
“En internet lo que se da es maravilloso, el esplendor de la mitomanía colectiva. El ligue en el chat, lo que tal vez sea el ‘chateo lúbrico’, es formidable porque los chateadores se enfundan en personalidades descomunales, cualidades físicas, dimensiones inacabables. Como nunca, la gente deposita en el internet la personalidad, el cuerpo, el atractivo, la cantidad de orgasmos por noche que quisiera tener. Y el anonimato facilita las invenciones.
“Antes todos firmaban ‘Pedro Infante’, ahora firman: ‘Hugh Jackman’ o ‘Matt Damon’, y quieren ser aceptados por lo que obviamente no son, y al no tener ya el contexto físico verdadero, el chateo alcanza extremos gloriosos. Es otro modo de reducir la idea del amor a la ‘declaración de los bienes’ que cada uno se hace a sí mismo en función de su fantasía. Si algo logra Internet es dejar al lado la función del amor, porque además, el amor exige imágenes…
“Un ejemplo:
-¿Cómo te llamas?
-Gustavo, y tú?
-Alma Delia, pero todos me dicen María del Carmen.
-¿Y por qué?
-Porque a mi mamá le gustaba el nombre de María del Carmen y estaba muy borracha cuando me llevó al Registro Civil y el juez era muy sordo y me puso Alma Delia, y luego a mi mamá le dio flojera regresar.
-No, yo también me llamo Heriberto, pero mi papá tenía un compadre con ese nombre y mi mamá huyó con él.
-¡Qué mala onda! Te apuesto a que extrañaste vivir sin tu mamá.
-¿Quién no? Pero como dice un profesor que tuve, ya sólo hay familias disfuncionales. ¿Pero no vamos a hablar de lo nuestro?
-Pinche avorazado, nomás entras al chateo y ya te pones el condón.
-No hay de mi tamaño.
-Creo que sí, en la tienda de juguetes…” (pp. 355-356).
b)    En segundo lugar, la obra de Monsiváis no se explica sin un ingrediente fundamental: su compromiso e interés por divulgar, analizar, apoyar y compartir los movimientos sociales en contraposición con la cultura dominante de los poderes religioso, político, económico, o social.
Monsiváis fue siempre de izquierda por convicción y militante sin carnet único. Podía entrar y salir con enorme facilidad de un movimiento a otro, no buscaba liderarlo sino influir en él para que no desbarrancara en el culto a la burocracia, para darle una dimensión moral.
En muchos sentidos, se adelantó a la propia izquierda partidista: en su concepto de sociedad civil que se autoorganiza, en la idea de que el mejor programa para una izquierda mexicana no era el marxismo sino el laicismo, en su capacidad como periodista para darle voz a quienes estaban excluidos de los salones del gran poder autorreferencial.
 Se transformó en el divulgador y defensor de los derechos de las minorías. Siendo él mismo parte de una minoría: nació pobre, fue protestante en un país de mayoría católica y decidió vivir una opción gay sin etiquetas ni estridencias en un país donde ha privado el machismo y sólo muy recientemente la homofobia es políticamente incorrecta, Monsiváis detectó desde muy joven la clave para su compromiso por los más débiles: lo marginal en el centro –título de su magnífico estudio biográfico y literario de Salvador Novo y, en buena medida, autosemblanza-.
Para Monsiváis lo que estaba en la periferia de la “Alta cultura” o de la “Alta política” o del “Alto periodismo” era lo importante. Un crimen de odio homofóbico o de misoginia lo conmovía e interesaba mucho más que los pleitos de las burocracias culturales, sin excluir que estaba permanentemente informado de los chismes y rumores de los entretelones del poder.
Para Monsiváis los triunfos y las batallas mejor ganadas por las izquierdas y las minorías fueron las victorias culturales. Las causas perdidas en el terreno del poder son las victorias en los territorios de una nueva ética ciudadana. Por ejemplo, para Monsiváis, las victorias más importantes del movimiento zapatista del EZLN y del lopezobradorismo, en vigencia, no fueron la toma del Palacio Nacional sino la construcción de una nueva dignidad de los que nada tenían más que el honor de la congruencia.
En Apokalipstick describió así las aportaciones principales de la Marcha de la Dignidad, encabezada por el zapatismo en 2001:
“-por primera vez en la historia de México una movilización indígena concentra la atención nacional y hasta cierto punto internacional (en América Latina, desde luego, principalmente en Guatemala, El Salvador, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela).
-por vez primera, es genuino el debate sobre los derechos indígenas y no, con blanduras burocráticas, sobre lo que les conviene a ellos, los ajenos a la Patria, los que no son como nosotros, Ellos, los dueños de todo el tiempo del mundo, porque al no caber en nuestro espacio, su tiempo carece de continuidad, del antes y del después.
-por vez primera, una mujer indígena le habla al Congreso de la Unión (algunos se ausentan físicamente, pero todos la escuchan).
-por vez primera, un sector de marginados dispone de una estrategia”.
En contraste, su crítica al discurso justificatorio del poder frente a los abusos y a los agravios cometidos fue una constante. La pluma de Monsiváis fue siempre más poderosa y más dañina para esos políticos e intelectuales que le han rendido pleitesía a la real politik.
Por ejemplo, en su último artículo publicado en el periódico El Universal, titulado “La Sabiduría del Autoengaño”, Monsiváis ironizó así el discurso del ex secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, quien frente a la matanza de unos estudiantes en la ciudad de Monterrey afirmó que desgraciadamente los jóvenes habían estado del “lado bueno” y por eso fueron asesinados, pero que no era responsabilidad del gobierno federal:
“Nada más lógico y a su modo, más eficiente, que la estrategia del autoengaño del gobierno federal. No son los únicos, desde luego, en este laberinto de afirmaciones que parten de la irrealidad y luego se alojan en la realidad más profunda, aquello que habitan los manufactureros de la verdad. Me explico para entenderme. No es que los altos funcionarios (la altura se mide por el salario real, las prestaciones, la importancia que se les concede y el número de fuerzas de seguridad que los acompaña) crean en lo que dicen. Esto sería abusar de su candor. Más bien, el procedimiento va así: el funcionario declara a sabiendas de que nadie lo va a creer, en la ruta hacia la decepción; y luego lee sus propias declaraciones y le encantan. ¿Por qué no se le había ocurrido a él primero?. Luego, al verlos reproducidas en los noticieros y en los periódicos, se anima por completo. Vaya que tengo razón, me lo confirma ese alto funcionario que por coincidencia lleva mi nombre”.
Esta misma descripción puede caber para Ernesto Cordero, el más reciente arquetipo del autoengaño sexenal, o para el jefe del titular de Hacienda.
c)    El otro gran pilar de la obra de Monsiváis es su enorme gusto por las expresiones culturales, en general. En sus textos, en su museo, en sus participaciones constantes en el foro público (lo mismo en una conferencia que en un programa de televisión o en algún documental), Monsiváis borraba las fronteras entre la “alta cultura” y la “cultura popular”. Monsiváis escribía Estudios Culturales antes de que la academia norteamericana creara los Estudios Culturales, anotó Juan Villoro en Barcelona. Y no le falta razón.
Su interés y pasión iba lo mismo por Pedro Infante que por Tin Tan o Cantinflas, que por poetas como Salvador Novo, Carlos Pellicer que por pintores como Francisco Toledo o Frida Khalo y los muralistas mexicanos, que por los grabadores, los caricaturistas, los fotógrafos y los grandes artesanos mexicanos. Buena parte de su colección en el Museo El Estanquillo se debe a la obra de una artista poblana que construyó las maquetas  con escenas de la vida cotidiana o los artesanos que trabajan el hueso, las miniaturas, etc. Estaba al tanto de lo mejor de la literatura mexicana que inglesa, norteamericana, española, catalana, rusa o sueca. Su pasión por el cine lo llevaba a ser una biblioteca ambulante de nombres, fechas, escenas, adaptaciones y versiones de películas.
Su erudición no era un pretexto para distanciarse de sus lectores o de sus seguidores. Al contrario, era el contexto, el pegamento esencial para recrear y explicar mejor cada rincón de su pasión fundamental: la Ciudad de México.
Monsiváis es un “hombre llamado ciudad” y difícilmente puede uno encontrar un rincón de esta gran concentración urbana que él no haya recorrido, conocido, disfrutado e incluso, padecido.
No es anécdota menor que en una ocasión, al ser asaltado en uno de los miles de taxis que tomó en su vida, el ladrón al reconocerlo abandonó su pretensión y le abrió la puerta con esta frase: “perdone usted, maestro”.
Perdone usted, maestro y amigo, si en este día se nos ha dado el exceso verbal para invocarlo, pero no había de otra. Un año es mucho y es nada, al mismo tiempo. Un año sin usted es un aprendizaje muy duro, pero necesario. Un año sin Carlos es una responsabilidad muy grande también.
Por esta razón, también quiero hacer una propuesta para que desde el ámbito del Instituto Nacional de Bellas Artes se impulsen cátedras para conocer y releer la obra de Carlos Monsiváis. Su ausencia física nos pesa, nos entristece, nos ha dejado un poco más barata la cuenta de teléfono para algunos amigos, pero engrandece su obra.  Ahí están sus libros, sus artículos, sus conferencias, sus participaciones en televisión y en radio, incluso, sus discusiones y polémicas más importantes con los movimientos sociales y de izquierda.
Esa es la dimensión pública e infinita de un Monsiváis que, como el gato de Alicia en el País de las Maravillas, nos sonríe desde algún punto de este hermoso palacio.

domingo, 8 de enero de 2012

Javier Sicilia: recuento, 2011.


“El mundo ya no es digno de palabra.
 
Nos la ahogaron desde adentro.
 
Como te asfixiaron, como te desgarraron a ti los pulmones.
 
Y el dolor no se me aparta, sólo tengo al mundo.
 
Por el silencio de los justos.
 
Sólo por tu silencio y por mi silencio. Juanelo”.
 
Estos fueron los últimos versos del poeta y periodista Javier Sicilia dedicados a su hijo asesinado, en señal de duelo y protesta por la noticia terrible que le cambió la vida y lo catapultó para dirigir un nuevo movimiento de las víctimas mexicanas en este sexenio de la guerra contra el crimen organizado.
 
De viaje en Manila, Filipinas, donde participó en un evento del Instituto Cervantes, Sicilia recibió el 28 de marzo la noticia de que su hijo fue encontrado muerto, junto con otros seis jóvenes, en Morelos, un día antes. Todos tenían huellas de tortura y de asfixia.
 
Del profundo dolor y de la conmoción, Javier Sicilia, colaborador quincenal de la revista Proceso, fundador y director de revistas como Ixtus y Conspiratio, reconocido como poeta con el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes  de 2009, tomó fuerzas para encabezar una marcha de protesta contra la estrategia que el gobierno de Felipe Calderón ha defendido durante los cinco años para combatir al crimen organizado.
 
Sicilia removió el panorama del movimiento de las víctimas y de la propia izquierda mexicana. Junto con él se sumaron los hermanos Le Barón, de Chihuahua, decenas de familiares de activistas asesinados en Guerrero, en Nuevo León, en Chihuahua, en Michoacán. Fue asesorado por el ex ombudsman capitalino Emilio Alvarez Icaza e incorporó a su movimiento a personajes de larga trayectoria en el activismo ciudadano, como Clara Jusidman.
 
Sin pretenderlo ni calcularlo, Sicilia se volvió desde abril y, especialmente, después de su encuentro con el gabinete de seguridad de Felipe Calderón, en junio de 2011, en una figura de referencia. Extraño por su discurso cristiano en medio de una clase política hermética y fría. Mal hablado, en medio de los besos que le plantó lo mismo a Felipe Calderón que a Manlio Fabio Beltrones y a decenas de familiares de las víctimas, Sicilia inquietó a propios y extraños. Sus palabras sonaron fuertes en el alcázar del Castillo de Chapultepec: “usted se ha equivocado, señor presidente”. Incomodaron a los dirigentes “cómodos” de otros movimientos de víctimas que rápidamente fueron cooptados por el entorno gubernamental.
 
Desafió a los legisladores al demandar una reforma política que permitiera las candidaturas ciudadanas y rompió interlocución con el gobierno federal, en septiembre de 2011, cuando calificó como una “traición” la aprobación en San Lázaro de una Ley de Seguridad Nacional.
 
Sicilia tomó fuerzas de su propia experiencia como católico cercano a la Teología de la Liberación y admirador del movimiento zapatista de los años noventas. El 6 de abril de 2011 convocó a marchas simultáneas de protestas que se realizaron en 38 ciudades. En la plancha del Zócalo capitalino, Sicilia pidió la renuncia de Genaro García Luna como titular de la Secretaría de Seguridad Pública y retó a Calderón a un diálogo público.
 
Avido lector de Santa Teresa de Avila, San Juan de la Cruz, entre otros íconos de la poesía religiosa, Sicilia optó por una vía intermedia entre la movilización y la negociación con Los Pinos. Algunos de sus críticos dijeron que le dio oxígeno al gobierno de Calderón, mientras otros observadores señalaron que logró lo que nadie había podido en este sexenio: arrinconar al primer mandatario frente al testimonio de las víctimas.
 
Lo cierto es que Javier Sicilia se convirtió en una figura de referencia nacional e internacional, en medio del desastre que ha provocado más de 50 mil muertos.
 
Hijo de un empresario textilero, Oscar Sicilia, ex alumno de los Misioneros del Espíritu Santo, discípulo de Iván Illich en Morelos, participante de las comunidades eclesiales de base que fundó el “obispo rojo” de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo en los años setenta, Sicilia reivindicó la lucha no violenta y los métodos heredados del neozapatismo para dar a conocer su Movimiento de Paz con Justicia y Dignidad.
 
El protagonismo súbito lo enfrentó a una realidad que lo rebasó. Una y otra vez, Sicilia ha declarado:
 
“No soy líder de nada, no soy político, para eso hay que ser un poco cabrón”.
 
Pese a ello, se convirtió en la figura política, mediática y social del 2011. Su libro recién editado, Estamos Hasta la Madre! Plantea su batalla personal y sus reflexiones sobre la decadencia de la clase política, empresarial y policiaca del país.
 
“O replanteamos lo que pasa o nos va a llevar la chingada. No es un pleito directo con Calderón. Es un pleito con toda la clase política y empresarial. Tienen que dejar sus conflictos y sus rencillas a un lado, su falta de visión de la política, le llamamos ‘la grilla’ pues. Falta que vuelva la gran tradición que ponga en el centro de su mirada y de sus intereses la vida del país”, declaró en su más reciente entrevista con la prensa española.
 
Al reportero José Gil Olmos, de la revista Proceso, advirtió que él llegará hasta donde “la sociedad quiera”. “Yo les digo que no convoqué esto. Son los ciudadanos  y el amor que tienen por la palabra digna que es la poesía. Entonces, los ciudadanos tienen la palabra”.

por Jenaro Villamil, de homozapping.com

domingo, 18 de diciembre de 2011

Tu voz no se apaga




“Vamos a ver a la diva descalza”, me dijo una amiga. La cita fue en casa de la cantante peruana Tania Libertad. Corría el 2000, eran los tiempos de las elecciones federales que no nos daban respiro a quienes trabajábamos entonces en el gobierno del Distrito Federal.
Llegamos a la casa de Tania Libertad. Como buena anfitriona, nos dijo a la veintena de presentes en su hogar que nos preparáramos para escuchar a “la mejor voz que ha dado África en el siglo veinte”. Y no exageraba. La tensión de aquellas épocas se disipó cuando comenzamos a escuchar los acordes de unos violines, el saxofón y la guitarra acústica que acompañaban a una mujer-árbol que salió a cantar en la sala de melómanos inquietos.
Cesária Évora, una dama de rostro duro que se transformaba cuando sonreía y entonaba las “mornas” de Cabo Verde, electrizó a todos los presentes. Su voz no se parecía a la de nadie y, sin embargo, era como el viaje a una canción de cuna, de amor, de tristeza y melancolía, la famosa saudade que abraza en las costas de Lisboa y de su antigua colonia africana, Cabo Verde.
Évora tuvo un éxito rotundo en la Ciudad de México. Presentó uno de sus más famosos y mejores discos,Miss Perfumado. A sus poco más de 55 años, Cesária ya era una celebridad en París, donde el productor José de Silva le propuso grabar un disco titulado precisamente La Diva Descalza, en 1987.
Cesária venía de una larga batalla en contra del alcoholismo y la depresión, muy similar a la historia de Chavela Vargas, otra de las grandes divas de la bohemia transmilenaria. En 1975, tras la independencia de su país Cabo Verde frente a Portugal, la cantante que ya era famosa en los bares y en los circuitos culturales de su país, cayó en una fuerte depresión.
Diez años después, en 1985, salió de su aislamiento. Grabó en Lisboa y de ahí comenzó su internacionalización y su fama. Siempre descalza, siempre con sus vestidos hermosos de telas ligeras, Cesária Évora grabó con Caetano Veloso la canción Regresso y con el cubano Compay Segundo hizo uno de los mejores duetos de la historia bohemia.
San Vicente, en la distancia, siempre reconocerá a esta intérprete única que en 2004 ganó el Grammy al mejor álbum y en 2009 fue reconocida por Francia con el galardón de Caballero de la Legión de Honor.
Jenaro Villamil
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