Viejo en su prisión de viejos huesos,
me encontraste el corazón. Un punto,
al amor se abrieron sus ventanas.
Me has dado, ciego, contemplarte;
sordo, en el silencio oír tu risa;
sin piernas ya, seguir tus pasos.
Desaparecida la memoria,
relumbras, presente, como eterna;
y recién nacido, por cantarte,
inventa el mudo las palabras.
Hola, excelente poema de resurrección. Me podrías decir de qué libro de RBN lo sacaste.
ResponderEliminarGracias, saludos.