Oh Tigre Blanco,
Haz que los cordeles de una mano,
formen a las nubes de la guerra.
Haz que de su sangre derramada,
caigan flores negras y amarillas.
Así, al tocarte,
pudiera irme deshaciendo,
con la luna llena de tus ojos.
¡Noble flecha de León!
¡Solitario Mar de Fuego!
Vierte el brote de tu ausencia
en la suave luz sin esperanzas.
Oh Ángel Centauro,
Refléjame en la tierna brisa de la nieve,
Y haz que el turbio rostro del desierto,
convierta en dagas loto tu partida.
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