Sonido Fulgor

martes, 15 de mayo de 2012

Separar la música y el ruido



En 1987 ganó el Oscar para la mejor música de película con su trabajo para El último emperador, de Bernardo Bertolucci. Pero su pieza más concentrada y perfecta es la que imaginó cuatro años antes para Senjô no Merî Kurisumasu (Feliz Navidad, Mr. Lawrence), dirigida por Nagisa Oshima. Allí había, también, una canción extraordinaria, “Forbidden Colours”, que cantaba David Sylvian (ex integrante del grupo Japan), y Ryuichi Sakamoto, antiguo héroe del electropop japonés con Yellow Magic Orchestra, además de haber compuesto la música, era, en su lugar de comandante de un campo de prisioneros de guerra, el yin (o el yang, vaya a saberse) del cautivo David Bowie.
En una carrera con mucho de enigmático, transitó por las infinitas versiones, camarísticas o en piano solo, de sus clásicos para el cine –a los que se agregan Tacones lejanos, con Almodóvar, El pequeño Buddha, también para Bertolucci, Ojos de serpiente y Femme fatale con Brian De Palma, y Gohatto, de Oshima, entre muchas otras–, compuso la música para la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Verano en Barcelona, en 1992, algunas de sus obras fueron utilizadas en bandas de sonido ajenas, como la de Babel, dirigida por Alejandro González Iñárritu y musicalizada por Gustavo Santaolalla, y se deleitó con la experimentación con el ruido, con la producción de discos de otros y con un improbable trío de música brasileña junto al cellista Jacques Morelenbaum y su mujer, Paula, como cantante. Ahora, Ryuichi Sakamoto está en Buenos Aires para presentar, mañana y en el Teatro Gran Rex, otra de sus invenciones: el dúo con Alva Noto, alias de Carsten Nicolai, un alemán que trabaja procesando electrónicamente en tiempo real lo que él toca en el piano y con el que acaba de grabar Summvs (una contracción entre “summa” y “versus”) para el sello Raster-Noton, en el que ya habían publicado Vrioon (disco electrónico del año en 2004, para la revista The Wire), Insen, Revep, Insen Live DVD y UTP (un proyecto en colaboración con el Ensemble Modern).
“No sé demasiado bien por qué empecé a tocar piano”, dice Sakamoto. “En el jardín de infantes todos tocábamos las teclas, y supongo que ésa fue la primera vez. Después escuchaba música en la casa de un tío. Y en un momento varios de mis amigos comenzaron a tomar lecciones de piano con una vieja maestra japonesa, así que los seguí. No era mi intención enamorarme del piano, ni mucho menos. Pero después, sin que llegara a darme cuenta por qué, cuando estaba en quinto o sexto grado, mis amigos abandonaron las lecciones y yo seguí. Era una buena rutina. Iba a clase los sábados y los domingos. Eso fue todo.” Parece una boutade, pero Sakamoto se apresura a aclarar: “Que no haya sido demasiado consciente de lo que sucedía no quiere decir que no sucediera. De hecho, el piano es lo más cercano que existe a mí. Es una presencia desde siempre y está conectado a mi expresividad de una manera inevitable. Cuando imagino alguna música en mi cabeza, automáticamente visualizo las teclas. A veces se trata de una música que no puede ser tocada en el piano, que es un instrumento limitado en el timbre y, sobre todo, en el hecho de que allí no pueden tocarse los sonidos que están entre tecla y tecla. Pero, aun así, el piano es siempre lo que primero se me aparece en la cabeza”.
Admirador de Debussy y de Los Beatles (y de los arreglos de George Martin), Sakamoto, que se graduó en música electrónica en la Universidad de Tokio y fue una de las voces conductoras de Neo Geo, un movimiento que bregaba por el libre tránsito entre las influencias musicales occidentales y orientales, encuentra en ellos, y, claro, también en Antonio Carlos Jobim, con cuyo piano grabó en el disco Casa, algo que él llama “una novena armonía”. Algo que está, simplemente, “más allá”. Nacido en Tokio en 1952, formó su primer grupo, Yellow Magic Orchestra –ciertamente influido por Kraftwerk– apenas salió de la universidad y su tema “Computer Game” llegó incluso a estar en el Top 20 de Gran Bretaña. “Separar la música del ruido es difícil”, dice. “Cuando se escucha un disco, se están escuchando las dos cosas juntas, pero el cerebro las divide en dos. Mi concepto, al hacer música, es que no haya fronteras entre una y otro.” Dice que “en los últimos cien años se ha producido algo nuevo y altamente inusual: que unas pocas asociaciones, empresas y personas dominen todo lo que sucede musicalmente en el planeta, tanto entre los compositores e intérpretes como en el público. Internet, por supuesto, está cambiando eso. En MySpace hay un montón de música mala pero, también, un montón de música buena. Y no se necesita dinero para eso. De alguna manera, Internet ha vuelto a poner en escena viejas cuestiones sociales y tribales con respecto a la música, como hecho mucho más colectivo y menos individual. El contacto es ahora casi infinito. Pero aun así, si uno mira la música japonesa, por ejemplo, se da cuenta de que se está volviendo cada vez más insular, más aislada. Y entre los músicos pop hay muchos con mentes muy cerradas. La evolución, en todo caso, siempre va en zigzag.”
Diego Fischerman, Pagina 12,  13 de mayo 2012

lunes, 14 de mayo de 2012

131 Alumnos de la Ibero prosiguen el #despeñamiento

Propuestas por un cambio del todo nuevo










Numinosidad luminosa


Que la historia –de la humanidad y del universo– influye en nosotros puede comprobarse con tan sólo mirar, y se dice más fácil de lo que se hace, la profundiad de la mente humana. Existe en nuestro inconsciente un substrato in-formativo estructural que transmite en nosotros una serie de patrones que trascienden nuestra experiencia personal. Estos son los arquetipos, remanentes arcaicos que Carl Jung describió como “imágenes primordiales”. No entramos al mundo con una tabula rasa; de igual manera que nuestra biología conserva las huellas instintivas de nuestra evolución –coexiste todo el reino animal dentro de nosotros– también nuestra psique conserva los rasgos de nuestra evolución mental. Así en nosotros se repiten ancestrales imágenes: el héroe, la diosa madre, el viejo sabio, etc., y motivos como el Apocalipsis, el Diluvio, la Creación, etc. 
“El arquetipo es una tendencia a formar tales representaciones de un motivo –representaciones que pueden variar mucho en el detalle sin perder un patrón básico… Son de hecho una tendencia instintiva”, escribe Jung en El hombre y sus símbolos. “Es esencial insistir que no son meros conceptos filosóficos. Son pedazos de la vida misma –imágenes que están integralmente conectadas al individuo a través del puente de las emociones”.
La importancia de explorar el mar casi infinito del inconsciente no es menor. Seamos conscientes o no de los arquetipos, de cualquier forma los vivimos –como si fueramos avatares de una tendencia psíquica meta-histórica que se representa en símbolos encarnados–; pero el no ser conscientes hace que los padezcamos y que no logremos madurar nuestra personalidad para así individuarnos: la plenitud de lo que somos. Los arquetipos cumplen la función de una iniciación, un rito de paso en nuestra psique hacia un nuevo estadio que quizás permitiría  esolver una cuita que nos persigue desde el albor de la humanidad.
“Sólo es posible vivir la vida a su máxima expresión cuando estamos en armonía con estos símbolos; la sabiduría es un retorno a ellos. Esto connota que cuando una persona logra hacer las paces con los arquetipos que yacen dentro de ella puede empezar a vivir una vida más pacífica”, reitera Jung. ” Todas las ideas más poderosas de la historia regresan a los arquetipos. Esto es particularmente cierto de las ideas religiosas, pero los conceptos centrales de la ciencia, filosofía y ética no son excepciones a esta regla. En su forma presente son variantes de ideas creadas adaptando y aplicando conscientemente estas ideas a la realidad. Puesto que es la función de la conciencia, no sólo reconocer y asimilar el mundo externo a través del umbral de los sentidos, sino traducir a la realidad visible el mundo que yace en nuestro interior”.
La comprensión arquetípica también nos permite entrar en contacto con una dimensión universal, conectarse con la fuente, por así decirlo. Una especie de proyector holográfico en el útero del mundo: “Para los alquimistas [los arquetipos] eran semillas de luz transmitidas en el caos.. el proyecto germinal de un mundo por venir… Uno tendría que concluir a partir de estas visiones alquímicas que estos arquetipos tienen cierto resplandor, o cuasi-conciencia, y esa numinosidad contiene luminosidad”, dice Jung, entre cuyas aportaciones  yace el ligar los mismos procesos de transmutación de la materia encontrados en la alquimia a procesos psíquicos.
Podemos pasar buena parte de nuestra existencia enfrascados viviendo un arquetipo –como si fueramos una carta del Tarot– y no seguir el curso de nuestra evolución psíquica, arribando a los “arcanos mayores”. Si queremos acceder a estas dimensiones superiores, al héroe solar, al amor de la Diosa, a la sublimación del mago, debemos de atravesar también la oscuridad, la sombra psíquica del pasado colectivo. Debemos de mirar hacia abajo como el hombre colgado, como el loco debemos de atrevesar el bosque solitario y morir simbólicamente, para renacer en el mar pulsante cuya potencia es ilimitada. Estamos dentro de una rueda de la fortuna, pero si somos conscientes de los arquetipos –los motores que hacen girar la rueda, el software de fábrica– tendremos al Hado de nuestro lado.

Aleph de Pourtales, Pijamasurf

sábado, 12 de mayo de 2012

Even I couldn't impress Bob Dylan, Obama admits


Most of his contemporaries have mellowed with age, but as he approaches his 70th birthday, Bob Dylan remains splendidly reluctant to embrace efforts to turn him into part of the fusty establishment he once railed against.
That, at least, is the experience of President Barack Obama, who has revealed that he was given what amounts to the bum's rush by the musician when he visited the White House to perform at a concert celebrating the leaders of the Civil Rights movement.
Dylan, 69, was "sceptical" about performing his protest song "The Times They Are A-Changin" to the assembled dignitaries at February's event. And while most musicians who perform for the most powerful man in the world ask for a "meet and greet" during their visit, Mr Obama told Rolling Stone magazine that Dylan refused to even speak with him. "He wouldn't come to the rehearsal; usually, all these guys are practising before the set in the evening. He didn't want to take a picture with me; usually all the talent is dying to take a picture with me and Michelle before the show, but he didn't show up to that."
After performing, it was the same story. "He finishes the song, steps off the stage – I'm sitting right in the front row – comes up, shakes my hand, sort of tips his head, gives me just a little grin and then leaves. And that was it. He left. That was our only interaction with him."
Mr Obama nonetheless described the experience as "a real treat," adding: "That's how you want Bob Dylan, right? You don't want him to be all cheesin' and grinnin' with you. You want him to be a little sceptical about the whole enterprise."
Also in the interview, which touched on everything from Wall Street reform, to Iraq, to the coming mid-term elections, Mr Obama, 49, discussed the contents of his iPod, on which he carries 2,000 tracks, dominated by Stevie Wonder, the Rolling Stones, and Miles Davis.

The Independent

miércoles, 9 de mayo de 2012

¡Cuáles piernas!


LA GIGANTA

I

ES UN monstruo que me turba. Ojo glauco y enemigo
como el vidrio de una rada con hondura que, por poca,
amenaza los bajeles con las uñas de la roca.
La nariz resulta grácil y aseméjase a un gran higo.

La guedeja blonda y cruda y sujeta, como el trigo
en el haz. Fresca y brillante y rojísima la boca,
en su trazo enorme y burdo y en su risa eterna y loca.
Una barba con hoyuelo como un vientre con ombligo.

Tetas vastas como frutos del más pródigo papayo,
pero enérgicas y altivas en su mole y en su peso,
aunque inquietas como gozques escondidos en el sayo.

En la mano, linda en forma, vello rubio y ralo y tieso
cuyos ápices fulguran como chispas, en el rayo
matinal que les aplica fuego móvil con un beso.

II

¡Cuáles piernas! Dos columnas de capricho, bien labradas,
que de púas amarillas resplandecen espinosas
en un pórfido que finge la vergüenza de las rosas
por estar desnudo a trechos ante lúbricas miradas.

Albos pies que con eximias apariencias azuladas
tienen corte fino y puro. Merecieran dignas cosas.
En la Hélade soberbia las envidias de las diosas
o a los templos de Afrodita engreír mesas y gradas.

¡Qué primores! Me seducen y al encéfalo prendidos,
me los llevo en una imagen, con la luz que los proyecta
y el designio de guardarlos de accidentes y de olvidos.

Y con métrica hipertrofia, no al azar del gusto electa,
marco y fijo en un apunte la impresión de mis sentidos,
a presencia de la torre mujeril que los afecta.

s. díaz mirón
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