Vendrán a reclamarme.
Con mil ojos disfrazados de antorchas
vendrán a reclamarme
y me dirán
con sus veinte bocas de rabia:
“¿no ves que mueren miles cada día?,
¿no ves que la pobreza,
que los jinetes violentos
del hambre, del crimen, de la peste?”
“¿eres tan ciego como para no ver
la creciente negrura de la guerra
o la suciedad feroz del aire,
y del agua que no alcanza?”
“¿A qué escribir entonces de la luz?”
Tal vez no diga nada
Tal vez me ensanche
con un dolor en las costillas
y reviente
y llueva sobre sus caras negras
un llanto de luciérnagas felices
Lo digo de una vez:
No es que mis ojos
se nieguen a abrirse
ante la sed desgarradora de la sangre.
No es que no me llore todo el cuerpo
ante las pisadas penetrantes de la angustia.
No es que no se me rompan
los huesos de la mano ante la muerte.
Quisiera poder decirles ese día:
“¿Ves la cara de aquel
que tiene mugre en el centro de la vida?
¿crees que necesita saber más
de bestias o de sombras o de fuegos?
¿por qué no regalarle
el aroma del pan
o la corriente de algún río habitado por la risa?”
“¿Ves a aquella
tumbada en la agonía?
¿Por qué no darle a sus oídos
la luna arreglándose el cabello
o el sabor a luz del agua?”
Tal vez no digan nada
Tal vez sigan buscando
rasgar mi voz
con todas sus armas de metal,
de vidrio, de soledad, de rabia.
Lo digo de una vez:
Seguiré cantando
a los labios del sol
cuando escurre entre las flores.
Seguiré cantando
a la piel del musgo
y de las piedras consumidas
por el amor violento del mar.
Seguiré enumerando
las partes de su cuerpo
(del de ella)
como los últimos resquicios
de paz entre la bruma.
Seguiré cantando
el sabor de la niebla
en ese punto
cuando empieza a ser de día
pero la luna sigue llenando de su lumbre
del perfume de su lumbre
el rostro azul de la vida de las aves.
Lo digo de una vez:
Seguiré cantando
como blandiendo un arma de luz.
Emiliano
jueves, 24 de julio de 2008
lunes, 21 de julio de 2008
el músico del barrio Gótico
quiero tener en las manos la melancolía de un copo vacío,
de una nota que rebota en las paredes de un callejón solitario
y llega a los oídosde nadie, enredada entre las sombras de la noche.
soy el último paso de los años que se arrastra oscuro por las paredes,
el insomnio y el fervor de todas las preguntas sin respuesta.
voy buscando las grietas en la piedra cuando camino
y abrumo las luces que se apagan detrás de las esquinas.
me gusta compararme con el paso de los años por la piedra,
o compararme con el paso dela noche por los hombres.
sé que un acorde es la razón del cobre para perder su brillo,
que los versos, igual que el hierro, se doblan con fuego y martillo
y se afilan con tristeza en noches de luna y gargantes menguantes.
Diego Álvarez
quiero tener en las manos la melancolía de un copo vacío,
de una nota que rebota en las paredes de un callejón solitario
y llega a los oídosde nadie, enredada entre las sombras de la noche.
soy el último paso de los años que se arrastra oscuro por las paredes,
el insomnio y el fervor de todas las preguntas sin respuesta.
voy buscando las grietas en la piedra cuando camino
y abrumo las luces que se apagan detrás de las esquinas.
me gusta compararme con el paso de los años por la piedra,
o compararme con el paso dela noche por los hombres.
sé que un acorde es la razón del cobre para perder su brillo,
que los versos, igual que el hierro, se doblan con fuego y martillo
y se afilan con tristeza en noches de luna y gargantes menguantes.
Diego Álvarez
domingo, 20 de julio de 2008
Y al alba venceré
Il principe ignoto
Nessun dorma! Nessun dorma!
Tu pure, o Principessa,
Nella tua fredda stanza
Guardi le stelle
Che tremano d'amore e di speranza.
Ma il mio mistero è chiuso in me,
Il nome mio nessun saprà!, no, no
Sulla tua bocca lo dirò!...
(Puccini: Quando la luce splenderà!)
Quando la luce splenderà,
(Puccini:No,no,Sulla tua bocca lo dirò)
Ed il mio bacio scioglierà il silenzio
Che ti fa mia!...
Voci di donne
Il nome suo nessun saprà...
E noi dovremo, ahimè, morir, morir!...
Il principe ignoto
Dilegua, o notte!... Tramontate, stelle! Tramontate, stelle!...
All'alba vincerò!
vincerò! vincerò! El príncipe desconocido
¡Que nadie duerma! ¡Que nadie duerma!
¡También tú, oh Princesa,
en tu fría habitacion
miras las estrellas
que tiemblan de amor y de esperanza...!
¡Pero mi misterio está encerrado en mí,
¡Mi nombre nadie lo sabrá!. No, no
Sobre tu boca lo diré
(Puccini: Sólo cuando la luz brille)
Sólo cuando la luz brille
(Puccini: ¡solo sobre tu boca lo dire!)
¡Y mi beso fulminará el silencio
que te hace mía.!
Voces de mujeres
Su nombre nadie sabrá...
¡Y nosotras, ay, deberemos, morir, morir!
El príncipe desconocido
¡Disípate, oh noche! ¡Tramontad, estrellas! ¡Tramontad, estrellas!
¡Al alba venceré!
¡venceré! ¡venceré!
sábado, 19 de julio de 2008
Carta
Hombre,
no importa cuál sea tu nombre,
tu edad, tu país,
eres mi hermano
y nacimos en esta tierra
para ayudarnos.
Porque, seamos quien seamos,
es la compasión entre nosotros
lo único que hará de este mundo
un espacio más justo,
más inmenso, más feliz.
Emilio
no importa cuál sea tu nombre,
tu edad, tu país,
eres mi hermano
y nacimos en esta tierra
para ayudarnos.
Porque, seamos quien seamos,
es la compasión entre nosotros
lo único que hará de este mundo
un espacio más justo,
más inmenso, más feliz.
Emilio
viernes, 18 de julio de 2008
Desciendo
mi cuerpo es una cañada grande y sola
Voy aprendiendo la gracia
de renunciar a las palabras
e invento entre la luz
que las gotas son caballos
con terribles mordeduras en la sombra
Ando gritando
lo que creía mi nombre
y de pronto
me sabe a espuma amarga
Desciendo
mi nombre es una gruta silenciosa
mi nombre es canto de insectos torpes
Limpio
lavo
soplo sombras de silencio
trato de aprender a llenarme la boca
con el jugo de frambuesa de la risa reventándome en la lengua
Desciendo
tengo entre los dedos
las llaves del sol
pero no quiero abrir la noche
no quiero dejar de ver
las antorchas de la sombra
hasta que me escupa
la ballena de mis miedos
y además
la noche no me juzga
y la noche es buena para verte con las manos
Desciendo hasta mis manos
olvidaste
un poco de tu aroma
en sus bolsillos
del pedazo de ti que hay en mi cuerpo
va surgiendo el día aunque no quiera
pero trae un destello diferente
los caballos heridos
que salen de mis ojos
huelen menos a miedo
y más a vino dulce
Pronuncio mi nombre
y se ha vuelto jugo fresco de frambuesa.
Desciendo
Encuentro
Afirmo que mis pies
son menos plumas
y más musgo
Trago de un bocado
los mostos sedientos de la lluvia
Mi cuerpo es un arroyo de cabellos fugitivos.
mi cuerpo es una cañada grande y sola
Voy aprendiendo la gracia
de renunciar a las palabras
e invento entre la luz
que las gotas son caballos
con terribles mordeduras en la sombra
Ando gritando
lo que creía mi nombre
y de pronto
me sabe a espuma amarga
Desciendo
mi nombre es una gruta silenciosa
mi nombre es canto de insectos torpes
Limpio
lavo
soplo sombras de silencio
trato de aprender a llenarme la boca
con el jugo de frambuesa de la risa reventándome en la lengua
Desciendo
tengo entre los dedos
las llaves del sol
pero no quiero abrir la noche
no quiero dejar de ver
las antorchas de la sombra
hasta que me escupa
la ballena de mis miedos
y además
la noche no me juzga
y la noche es buena para verte con las manos
Desciendo hasta mis manos
olvidaste
un poco de tu aroma
en sus bolsillos
del pedazo de ti que hay en mi cuerpo
va surgiendo el día aunque no quiera
pero trae un destello diferente
los caballos heridos
que salen de mis ojos
huelen menos a miedo
y más a vino dulce
Pronuncio mi nombre
y se ha vuelto jugo fresco de frambuesa.
Desciendo
Encuentro
Afirmo que mis pies
son menos plumas
y más musgo
Trago de un bocado
los mostos sedientos de la lluvia
Mi cuerpo es un arroyo de cabellos fugitivos.
sábado, 12 de julio de 2008
Las ciudades y los signos. 2
De la ciudad de Zirma los viajeros vuelven con recuerdos muy claros: un negro ciego que grita en la multitud, un loco que se asoma por la cornisa de un rascacielos, una muchacha que pasea con un puma sujeto por una traílla. En realidad muchos de los ciegos que golpean con el bastón en el empedrado de Zirma son negros, en todos los rascacielos hay alguien que se vuelve loco, todos los locos pasan horas en la cornisa, no hay puma que no sea criado por un capricho de muchacha. La ciudad es redundante: se repite para que algo llegue a fijarse en la mente.
Yo también vuelvo de Zirma: mi recuerdo abarca dirigibles que vuelan en todas direcciones a la altura de las ventanas, calles de tiendas donde se dibujan tatuajes en la piel de los marineros, trenes subterráneos atestados de mujeres obesas que se sofocan. Los compañeros que venían conmigo en el viaje juran en cambio que vieron un solo dirigible suspendido entre los pináculos de la ciudad, un solo tatuador que disponía sobre su mesa agujas y tintas y dibujos perforados, una sola mujerona abanicándose en la plataforma de un vagón. La memoria es redundante: repite los signos para que la ciudad empiece a existir.
Italo Calvino. La ciudades invisibles
Yo también vuelvo de Zirma: mi recuerdo abarca dirigibles que vuelan en todas direcciones a la altura de las ventanas, calles de tiendas donde se dibujan tatuajes en la piel de los marineros, trenes subterráneos atestados de mujeres obesas que se sofocan. Los compañeros que venían conmigo en el viaje juran en cambio que vieron un solo dirigible suspendido entre los pináculos de la ciudad, un solo tatuador que disponía sobre su mesa agujas y tintas y dibujos perforados, una sola mujerona abanicándose en la plataforma de un vagón. La memoria es redundante: repite los signos para que la ciudad empiece a existir.
Italo Calvino. La ciudades invisibles
viernes, 11 de julio de 2008
Lisbon Revisited (1926), por Álvaro de Campos
Nada me prende a nada.
Quero cinqüenta coisas ao mesmo tempo.
Anseio com uma angústia de fome de carne
O que não sei que seja -
Definidamente pelo indefinido...
Durmo irrequieto, e vivo num sonhar irrequieto
De quem dorme irrequieto, metade a sonhar.
Fecharam-me todas as portas abstratas e necessárias.
Correram cortinas de todas as hipóteses que eu poderia ver da rua.
Não há na travessa achada o número da porta que me deram.
Acordei para a mesma vida para que tinha adormecido.
Até os meus exércitos sonhados sofreram derrota.
Até os meus sonhos se sentiram falsos ao serem sonhados.
Até a vida só desejada me farta - até essa vida...
Compreendo a intervalos desconexos;
Escrevo por lapsos de cansaço;
E um tédio que é até do tédio arroja-me à praia.
Não sei que destino ou futuro compete à minha angústia sem leme;
Não sei que ilhas do sul impossível aguardam-me naufrago;
ou que palmares de literatura me darão ao menos um verso.
Não, não sei isto, nem outra coisa, nem coisa nenhuma...
E, no fundo do meu espírito, onde sonho o que sonhei,
Nos campos últimos da alma, onde memoro sem causa
(E o passado é uma névoa natural de lágrimas falsas),
Nas estradas e atalhos das florestas longínquas
Onde supus o meu ser,
Fogem desmantelados, últimos restos
Da ilusão final,
Os meus exércitos sonhados, derrotados sem ter sido,
As minhas cortes por existir, esfaceladas em Deus.
Outra vez te revejo,
Cidade da minha infância pavorosamente perdida...
Cidade triste e alegre, outra vez sonho aqui...
Eu? Mas sou eu o mesmo que aqui vivi, e aqui voltei,
E aqui tornei a voltar, e a voltar.
E aqui de novo tornei a voltar?
Ou somos todos os Eu que estive aqui ou estiveram,
Uma série de contas-entes ligados por um fio-memória,
Uma série de sonhos de mim de alguém de fora de mim?
Outra vez te revejo,
Com o coração mais longínquo, a alma menos minha.
Outra vez te revejo - Lisboa e Tejo e tudo -,
Transeunte inútil de ti e de mim,
Estrangeiro aqui como em toda a parte,
Casual na vida como na alma,
Fantasma a errar em salas de recordações,
Ao ruído dos ratos e das tábuas que rangem
No castelo maldito de ter que viver...
Outra vez te revejo,
Sombra que passa através das sombras, e brilha
Um momento a uma luz fúnebre desconhecida,
E entra na noite como um rastro de barco se perde
Na água que deixa de se ouvir...
Outra vez te revejo,
Mas, ai, a mim não me revejo!
Partiu-se o espelho mágico em que me revia idêntico,
E em cada fragmento fatídico vejo só um bocado de mim -
Um bocado de ti e de mim!...
________________________________________________________
Nada me ata a nada.
Quiero cincuenta cosas al tiempo.
Con la angustia del ávido de carne anhelo
no sé bien qué:
definidamente lo indefinido...
Duermo inquieto, y vivo el soñar inquieto
del que duerme inquieto, a medias soñando.
Me cerraron todas las puertas abstractas y necesarias.
Corrieron las cortinas ante todas las hipótesis que habría podido ver en la calle.
En el callejón donde me encuentro no está el número de puerta que me dieron.
Desperté a la misma vida que me había adormecido.
Hasta mis ejércitos soñados sufrieron la derrota.
Hasta mis sueños se sintieron falsos al ser soñados.
Hasta la vida sólo deseada me harta -hasta esa vida...
Comprendo a intervalos inconexos,
escribo en los lapsos de cansancio
y es tedio hasta del tedio lo que me arroja a la playa.
No sé qué destino o futuro compete a mi angustia sin timón;
no sé qué islas del Sur imposible son las que me aguardan, náufrago,
o qué palmares de literatura me darán un verso al menos.
No, no sé esto, ni sé otra cosa, ni sé nada de nada...
Y en el fondo de mi espíritu, donde sueño lo soñado,
en los campos más remotos del alma, donde recuerdo sin causa
(y el pasado es una niebla natural de lágrimas falsas),
en los caminos y atajos de las florestas lejanas,
donde supuse mi ser,
huyen desmantelados, últimos restos
de la ilusión final,
mis ejércitos soñados, derrotados sin haberlo sido,
mis cohortes por existir, despedazadas en Dios.
Otra vez vuelvo a verte,
ciudad de mi infancia pavorosamente perdida...
Ciudad triste y alegre, otra vez sueño aquí...
¿Yo? Pero, ¿soy yo el mismo que aquí vivió y aquí volvió,
y aquí volvió a volver y a volver,
y aquí de nuevo ahora ha vuelto a volver?
¿O todos los Yo con los que aquí estuve, o que estuvieron, somos
una serie de cuentas-entes ensartadas en un hilo-memoria,
una serie de sueños de mí por alguien que hay fuera de mí?
Otra vez vuelvo a verte,
el corazón más lejano, el alma menos mía.
Otra vez vuelvo a verte -Lisboa y Tajo y todo--,
transeúnte inútil de ti y de mí,
extranjero aquí como en todas partes,
tan casual en la vida como en el alma,
fantasma errante por los salones del recuerdo
envuelto por el ruido de ratas y de maderas que crujen
en el castillo maldito de tener que vivir..
Otra vez vuelvo a verte,
sombra que pasa a través de las sombras y brilla
un instante a una fúnebre luz desconocida
y se adentra en la noche cual estela de barco al perderse
en el agua que dejamos de oír...
Otra vez vuelvo a verte,
pero, ¡ay, a mí no vuelvo a verme!
Se ha roto el espejo mágico en el que volvía a verme idéntico
y en cada fragmento fatídico sólo veo un pedazo de mí
-un pedazo de ti y de mí.
jueves, 10 de julio de 2008
trópico de capricornio
Una vez que has entregado el alma, lo demás sigue con absoluta certeza, aun en pleno caos. Desde el principio nunca fue sino caos: el fluido que me envolvía, que aspiraba por las branquias. En el substrato, donde brillaba la luna, inmutable y opaca, todo era suave y fecundante; por encima, la disputa y la discordia. En todo veía yo en seguida el extremo opuesto, la contradicción y, entre lo real y lo irreal, la ironía y la paradoja. Era el peor enemigo de mí mismo. No había nada que deseara hacer que no pudiese igualmente dejar de hacer. Aun de niño, cuando no me faltaba nada, deseaba morir: quería rendirme, porque luchar no tenía sentido para mí. Consideraba que la continuación de una existencia que no había pedido no iba a probar, verificar, añadir ni substraer nada. Todos los que me rodeaban eran fracasados o, si no, ridículos. Sobre todo, los que habían tenido éxito. Estos me aburrían hasta hacerme llorar. Era compasivo para con las faltas, pero no por piedad. Era una cualidad puramente negativa, una debilidad que brotaba ante el mero espectáculo de la miseria humana. Nunca ayudé a nadie con la esperanza de que sirviera de algo; ayudaba porque no podía dejar de hacerlo. Me parecía inútil querer cambiar el estado de cosas; estaba convencido de que, sin un cambio del corazón, nada cambiaría, ¿Y quien podía cambiar el corazón de los hombres? de vez en cuando un amigo se convertía: algo que me hacía vomitar. Yo tenía tan poca necesidad de Dios como Él de mí, y con frecuencia me decía que, si Dios existiera, iría en su encuentro, y le escupiría en la cara.
receta para ser un bebedor heroico fragmento de entrevista alí chumacero
¿Cuál es su cantina favorita?Yo no voy a cantinas. Soy una gente muy decente.
¿Entonces le gusta el agua?El agua es para el bautismo y algunos primitivos lo usan hasta para bañarse.
Pero usted ha sido, como dice Octavio Paz, un “bebedor heroico”.He bebido un poco. Es más la fama.
¿Es más la fama?Sí. A la segunda botella me da tos. ¡Ja, ja!
¿Cuál es la receta para ser un bebedor heroico?Se debe comer muy bien, beber pausadamente, y cuando se acaba, sin alterar la voz, decir: otra botella.
¿Entonces le gusta el agua?El agua es para el bautismo y algunos primitivos lo usan hasta para bañarse.
Pero usted ha sido, como dice Octavio Paz, un “bebedor heroico”.He bebido un poco. Es más la fama.
¿Es más la fama?Sí. A la segunda botella me da tos. ¡Ja, ja!
¿Cuál es la receta para ser un bebedor heroico?Se debe comer muy bien, beber pausadamente, y cuando se acaba, sin alterar la voz, decir: otra botella.
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