A ti y a mí
un perro
nos desgarró
la cara en una semana
de primavera.
Yo estaba en España,
tierra muerta,
tú en Morelia,
tierra muerta.
Cada camino
es una limitante.
Cada ilusión
una prisión.
¿Cómo haremos,
querido,
para vivir como
alguna vez soñamos?
Yo no podré saberlo
si conmigo no imaginas.
Te espero,
en el silencio más profundo te espero,
con los ojos caídos y el espíritu en llamas te espero,
esclavo de la sombra que protege a la libresa de la liberulia,
la flor amarga que nos gusta beber a los condenados a los cielos,
la extraña flor azul,
la flor sin tiempo,
te espero, en fin,
verdad de Dios, amigo.
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