Sonido Fulgor

domingo, 31 de julio de 2011

sábado, 30 de julio de 2011

viernes, 29 de julio de 2011

Apaga la luz, pon tus audífonos, King of Limbs, Radiohead.



Don't haunt me
don't haunt me...

Gather up the lost and sold
In your arms
In your arms

Gather up the pitiful
In your arms
In your arms

What seems impossible
In your arms
In your arms

I think I have had my fill
In your arms
In your arms

I've been told to give up the ghost
Into your arms
Into your arms 

Pixelizando

La gran política

"¿Y cómo no sentir que nuestra libertad y nuestra efectividad encuentran su lugar, no en lo universal divino ni en la personalidad humana, sino en estas singularidades que son más nuestras que nosotros mismos, más divinas que los dioses, que animan en lo concreto el poema y el aforismo, la revolución permanente y la acción parcial? ¿Qué hay de burocrático en estas máquinas fantásticas que son los pueblos y los poemas? Basta con que nos disipemos un poco, con que sepamos permanecer en la superficie, con que tensemos nuestra piel como un tambor, para que comience la gran política. Una casilla vacía que no es ni para el hombre ni para Dios; singularidades que no pertenecen ni a lo general ni a lo individual, ni personales ni universales; todo ello atravesando por circulaciones, ecos, acontecimientos que producen más sentido y libertad, efectividades que el hombre nunca había soñado, ni Dios concebido. Hacer circular la casilla vacía, y hacer hablar a las singularidades pre-individuales y no personales, en una palabra, producir el sentido, ésta es la tarea de hoy"

Gilles Deleuze,
 en La lógica del sentido

jueves, 28 de julio de 2011

Apuntes para un personaje periodista


Cómo destapamos el escándalo de Murdoch


por Alan Rusbidger, director de The Guardian


De vez en cuando -más o menos cada 18 meses-, el veterano redactor de The Guardian Nick Davies entra en mi despacho, cierra la puerta con una mirada de complicidad hacia la redacción y empieza a contarme alguna cosa que pone los pelos de punta. 

En junio del año pasado quiso hablarme de Julian Assange. Había leído que el pirata informático de pelo blanco (poco conocido entonces) había desaparecido con un lápiz de memoria lleno de millones de documentos secretos que los departamentos de Estado y de Defensa de Estados Unidos habían dejado escapar. Su plan era localizarlo... y luego que The Guardianpublicase todos esos papeles. ¿Me parecía buena idea?

A principios de 2009 había tenido un momento similar. Había descubierto que James Murdoch, el hijo y heredero del dueño de la empresa privada de medios de comunicación más poderosa del mundo, había llegado a un acuerdo secreto para pagar más de un millón de dólares a cambio de que se ocultaran unas pruebas de conducta delictiva dentro de la compañía. ¿Me interesaba?

La respuesta a las dos preguntas fue: por supuesto. A continuación tragué saliva al pensar en la dimensión y las repercusiones de las dos historias. Y después vi cómo Nick, siempre vestido de vaqueros y una cazadora de cuero marrón descaradamente pasada de moda, volvía a salir por la puerta para ir en busca de complicaciones.

Todo el mundo sabe cómo acabó WikiLeaks: un enjambre mundial de revelaciones y titulares, los Gobiernos de todo el mundo paralizados por el goteo diario de descubrimientos, diarios de guerra, cables secretos e indiscreciones diplomáticas. Y ahora todo el mundo sabe cómo acabó la historia de Murdoch: con una especie de arcada gigante de repugnancia ante lo que hicieron sus empleados y la paralización de una fusión multimillonaria por la votación parlamentaria más abrumadora que se recuerda. Un periódico rentable, que vendía millones de ejemplares cada semana, liquidado. El regulador británico de prensa, sin saber qué hacer.

Solo que la historia de Murdoch no ha terminado. Toca tan a fondo tantos aspectos de la vida cívica de Reino Unido y Estados Unidos -la policía, la política, los medios de comunicación, las leyes- que seguirá teniendo consecuencias durante meses e incluso años. Todo el mundo espera más detenciones. Hay numerosas demandas en tramitación en los tribunales británicos. Habrá dos investigaciones del ministerio fiscal, sobre el comportamiento de la prensa y el de la policía. Y quién sabe qué problemas causarán los accionistas de News Corp. y las autoridades reguladoras estadounidenses a medida que se enteren de más detalles sobre la gestión del brazo británico de la empresa familiar.

Volvamos a julio de 2009 y pensemos en lo diferente que podría haber sido. Hasta ese momento, la narrativa oficial era clara. Habían atrapado al corresponsal de News of the World para noticias de la casa real, Clive Goodman, pinchando los teléfonos de palacio. O, mejor dicho, Goodman había subcontratado para la tarea a un investigador privado, Glenn Mulcaire, que era experto en acceder a los mensajes de contestadores automáticos y en descifrar cualquier clave (por ejemplo, los números PIN) que una víctima hubiera podido colocar. La policía se abalanzó sobre ellos. Los dos hombres fueron a la cárcel, y News International aseguró a todo el mundo -la prensa, el Parlamento, la policía, el organismo regulador- que Goodman era una manzana podrida, pero aislada. El director, Andy Coulson, dimitió, protestando y afirmando que no sabía nada de todo aquello. Y así terminó la cosa.

El reportaje publicado en The Guardian el 9 de julio de 2009 desbarató esa versión. Demostró que había habido otro reportero que se había dedicado a transcribir mensajes de voz dejados en el teléfono del consejero delegado de la Asociación Profesional de Futbolistas, Gordon Taylor, y a enviarlos "a Neville" -una referencia al veterano jefe de reporteros de NotW, Neville Thurlbeck-. Es decir, había dos periodistas más del diario que estaban al tanto. Algún jefe debía de haber dado la orden al reportero, así que serían tres. Y un directivo con nombre (que tal vez había dado instrucciones al joven reportero, o tal vez no) había firmado con Mulcaire un contrato para darle una prima si conseguía hacerse con la historia de Taylor. En resumen, tres, quizá cuatro, además de Goodman.

Cuando se enteró de este nuevo caso, James Murdoch agarró el talonario, una decisión que ahora achaca a los consejos que le dieron en aquel momento. Volvió a hacerlo con otra situación, la del pinchazo del teléfono del publicista del mundo del espectáculo Max Clifford.

Pero las reacciones de otros organismos fueron igual de significativas. La policía anunció una investigación y, horas después, emitió un escueto comunicado en el que decía que no había nada "nuevo" que investigar. Por supuesto que no. Estaba todo en las 11.000 páginas de notas de Mulcaire, que habían confiscado en 2005, pero con las que habían hecho poca cosa.


News International consideró que el anuncio de la policía le daba la razón. La empresa emitió un comunicado lleno de chulería diciendo al mundo que The Guardian había engañado de forma deliberada al público británico. A su debido tiempo, la Comisión de Reclamaciones sobre la Prensa anunció las conclusiones de su propia investigación: no existían pruebas de que la teoría de la "manzana podrida" no fuera verdad. Para entonces, ni siquiera News International mantenía esa línea de defensa, pero el organismo regulador se había comportado como un perrito faldero.


Una comisión parlamentaria hizo todo lo que pudo para llegar al fondo de las cosas. Pero la consejera delegada de News International y antigua directora de The Sun y NotW, Rebekah Brooks, se negó a honrar a la comisión con su presencia. Uno o dos miembros han dicho posteriormente que se sintieron demasiado intimidados por la amenaza de lo que los periodistas de News International podían hacerles si insistían. Así que no lo hicieron.


Y la mayor parte de la prensa no se comportó mucho mejor. A esas alturas -para asombro general-, el hombre al que todos suponían próximo primer ministro, David Cameron, había contratado a Coulson como portavoz. Cuanto más se acercaba Cameron al 10 de Downing Street, menos ganas había de publicar nada negativo sobre Coulson. Comprendí (por si no me había dado cuenta antes) lo solitario que iba a ser el camino que habíamos emprendido en noviembre de 2009, cuando un tribunal de trabajo concedió a un experiodista de News of the World más de un millón de dólares en daños y perjuicios después de concluir que había sufrido a causa de la cultura de la intimidación practicada por Coulson.



¿Fue una noticia destacada? En absoluto. Ningún periódico, aparte de The Guardian,informó de ello en sus páginas al día siguiente. Parecía estar funcionando un principio de omertà por el que ni uno solo de los demás periódicos nacionales pensó que esa historia mereciera un centímetro de página impresa.Empezábamos a sentirnos muy solos en The Guardian. Nick Davies se había enterado de que Brooks había dicho a varios colegas que la historia iba a acabar con "Alan Rusbridger de rodillas, pidiendo clemencia". "Nos habrían destruido", aseguró Davies en un podcast de The Guardian la semana pasada. "Si hubieran podido, habrían cerrado The Guardian".


Si la mayoría de Fleet Street iba a mirar hacia otro lado, pensé que debía intentar ir a algún otro medio para impedir que la historia desapareciera, salvo por las noticias que Nick seguía publicando implacablemente en nuestras páginas. Llamé a Bill Keller, deThe New York Times. Unos días después, tres reporteros de este estaban sentados en una sala de reuniones más bien sosa de The Guardian
 mientras Davies trataba de explicarles los elementos básicos de una historia que a él le había costado años extraer de numerosos reporteros, abogados y agentes de policía.


Los periodistas de The New York Times se tomaron su tiempo -meses de un trabajo laborioso y excepcional que confirmó la veracidad de todo lo que Nick había escrito- y también abrieron otras puertas. Convencieron a una o dos fuentes para que salieran del anonimato. La historia provocó otra investigación policial poco entusiasta que no produjo resultados. Pero el hecho de que The New York Times estuviera investigando y la solidez de sus resultados animaron a otros. Los medios audiovisuales empezaron a hablar del asunto. Una de las dos víctimas emprendió una querella. Vanity Fair aportó su grano de arena. The Financial Times y The Independent trabajaron en la retaguardia. Cada vez más gente empezó a pensar que quizá sí había algo de sustancia en aquella historia, después de todo.


Mientras tanto, Cameron -contra todos los consejos- había designado a Coulson como jefe de prensa en el número 10. Justo antes de las elecciones, yo le advertí que teníamos pruebas que no podíamos publicar por motivos legales, pero de las que me parecía que él debía estar al tanto.


Se trataba de lo siguiente: en 2005, con Coulson de director, NotW había contratado por segunda vez, para ser uno de sus investigadores, a un tal Jonathan Rees, que acababa de salir de la cárcel después de cumplir una condena de siete años por plantar cocaína en las pertenencias de una mujer inocente. Ahora, Rees estaba de nuevo en prisión, en espera de juicio por conspirar para asesinar a su antiguo socio, un hombre que había aparecido en el aparcamiento de un pub con un hacha clavada en la cabeza. El pasado mes de marzo fue absuelto.


Era impensable que NotW no conociera sus antecedentes penales: The Guardian había publicado dos largos artículos sobre la pasada relación de Rees con el diario de Murdoch y con policías corruptos en 2002.


The Guardian no podía publicar nada de todo esto antes de las elecciones porque las leyes de prensa británicas prohíben a los periódicos escribir a propósito de personas sobre las que pesan acusaciones penales. Pero me pareció que Cameron querría saberlo antes de hacer nombramientos para su equipo de gobierno (también se lo dije a Gordon Brown, entonces primer ministro, y a Nick Clegg, actual viceprimer ministro).


Hace unos días, Cameron declaró que su jefe de gabinete nunca se lo dijo, pero no parece que le preocupara mucho en su momento. Pareció quitarle importancia y solo dio la impresión de estar un poco desconcertado. Nombrar a Coulson fue un error de juicio terrible, y él tiene que saberlo.


El punto de inflexión llegó hacia principios de año. El chorro de demandas civiles se convirtió en un torrente. La policía, por fin, se lo tomó en serio y designó un equipo de 45 personas para hacer lo que, de forma escandalosa, no se había hecho en 2006. Hasta ahora han dicho que han informado a 170 de casi 4.000 víctimas. El organismo regulador tiró a la basura su viejo informe. Y entonces llegó la revelación de Nick Davies de que NotW había pinchado el teléfono de la adolescente desaparecida Milly Dowler, y había borrado sus mensajes de voz para poder capturar otros nuevos. Ese acto -que había dado esperanzas a los padres de Milly durante los negros días antes de que se confirmase que había muerto asesinada- causó una ola de repugnancia de la que a NotW le iba a ser difícil recuperarse. Pocas veces una sola noticia ha tenido efectos tan volcánicos. De pronto, no había forma de mantener apartados de las pantallas de televisión a políticos, periodistas, policías y reguladores. Los oficiales de policía hicieron cola para pedir perdón por las muestras de negligencia y los errores de juicio. Los parlamentarios empezaron a decir de pronto, en voz muy alta, cosas que dos semanas antes solo se habrían atrevido a susurrar.


Alguien lo llamó la primavera de Murdoch. Hubo un reconocimiento general de que, desde hacía una generación o más, la vida pública británica se había moldeado a medida de los Murdoch. A medida que la empresa se hacía más grande, más próspera (el 40% de la prensa nacional y una cadena audiovisual con el doble de ingresos que la BBC) y más agresiva -y, como sabemos ahora, con un pequeño equipo de investigadores criminales a sueldo para presionar a cualquier personaje de la vida pública-, se asentó la idea de que no convenía molestar a esa gente. Uno necesitaba a Murdoch para salir elegido en Reino Unido, o al menos eso creían casi todos los políticos. Y -aunque nunca se decía- Murdoch también necesitaba cosas. No era un trato necesariamente corrupto, pero desde luego llevaba a la corrupción. Ahora, con un reportaje y una votación unánime en la Cámara de los Comunes, se ha roto el hechizo.


publicado en El País

1972 - Recycling The Blues & Other Related Stuff by Taj Mahal


"You can listen to my music from front to back, and you don't ever hear me moaning and crying about how bad you done treated me. I think that style of blues and that type of tone was something that happened as a result of many white people feeling very, very guilty about what went down." Taj Mahal.



martes, 26 de julio de 2011

Jan de Vos: la canoa que llegó al mar (Luis Hernández Navarro)


A
rtesano comprometido con la elaboración de una historia que sirva de herramienta para la recuperación de la dignidad de los pueblos indios, historiador riguroso e imaginativo, critico del poder, Jan de Vos falleció el pasado 24 de julio.
El autor de de Nuestra raíz nació en 1936 en Amberes, Bélgica, en el seno de una familia católica de nueve hermanos. Su lengua materna fue el flamenco. Creció en plena guerra mundial y vivió en una casa ocupada por el ejército alemán. Con el inicio de los bombardeos se trasladó al campo.
Asistió a un colegio de jesuitas y a los 17 años entró a una universidad francófona. Durante dos años estudió historia y derecho. A los 19, influido por un maestro al que admiraba, entró a la vida religiosa. Terminó la carrera de historia y se siguió con las de filosofía y teología.
Sus primeros años de vida profesional se desempeñó como profesor en colegios jesuitas, hasta que se cuestionó dedicarse a educar a los hijos del príncipe y chocó con una vida académica gris. En 1973 se trasladó a Colombia a realizar trabajo pastoral. Vivió, primero, en un barrio pobre en la ciudad de Medellín, y luego en un pueblo de campesinos y pescadores negros y mulatos, descendientes de esclavos, en la zona selvática. Se enamoró de la población afrodescendiente, de la selva tropical, del océano Pacífico y de las hamacas, que le recordaban con su movimiento el útero materno.
La experiencia colombiana lo marcó para siempre. En 1973 se fue a vivir a Chiapas, donde colaboró con la diócesis de San Cristóbal, dirigida por don Samuel Ruiz. Un año antes se había publicado el libro de Gustavo Gutiérrez sobre la Teología de la Liberación. En 1974 se realizó en la entidad el Congreso Indígena, momento nodal en la reconstitución de los pueblos originarios en el estado.
Jan de Vos hizo trabajo pastoral en la entidad, vinculado al proyecto Los indígenas merecen ser sujetos de su propia historia. Fue comisionado para colaborar en la reconstrucción de la historia indígena regional. Atendió los servicios religiosos de la parroquia de San José Obrero, una modesta ermita en San Cristóbal. Como oficiaba cantando y tocando la guitarra, se corrió el rumor de que era protestante.
Su primer escrito fue un ensayo sobre fray Lorenzo de la Nada, el dominico que el siglo XVII chocó con la jerarquía religiosa y huyó a la selva para vivir con los indios. Con paciencia y fortuna, De Vos siguió sus huellas y se identificó con su actitud vital.
En 1981 y 1982 las autoridades gubernamentales lo quisieron detener y expulsar del país por su compromiso con los indígenas, por lo que dejó el convento de Chilón. Tuvo entonces que dedicarse al trabajo escolar en la Universidad Iberoamericana. Su interés en ser historiador surgió así del fracaso de su vocación inicial como agente de pastoral. Nunca fue un historiador académico tradicional.
En 1986, a los 50 años de edad, tomó la difícil decisión de abandonar la Compañía de Jesús, tanto por razones personales como institucionales. Un factor central en su ruptura con la jerarquía religiosa fue su incomodidad con la clericalización de la institución. Tuvo entonces que dejar su trabajo de investigador del CIES.
Jan de Vos hablaba flamenco, francés, alemán, inglés y español. Leía, además, griego y latín. En su formación influyó decisivamente la obra de Hegel, especialmente el capítulo sobre La conciencia infeliz de La fenomenología del espíritu y la dialéctica del amo y el esclavo. La temprana lectura de la novela La vida sencilla, de Wiechert Ernst, lo marcó para siempre y lo inspiró para alejarse del poder.
En sentido estricto, como historiador no tuvo maestros. Admiró, sin embargo, la obra de Luis González y González y de Edmundo O’Gorman, de quien aprendió su posición crítica. Tuvo gran aprecio y respeto por la calidad intelectual y ética de Daniel Cosío Villegas.
Para explicar la utilidad de la historia, Jan de Vos la comparaba con la mujer que va a consulta con el sicoanalista. En las primeras sesiones, la señora parece decirse a sí misma que no entiende por qué está allí, pero conforme la terapia avanza, comienza a hablar sobre su niñez y juventud, y a comprender la relación que existe entre su pasado y su infelicidad actual. La señora –decía Jean– simboliza a la sociedad y la función del historiador es hacer la historia clínica del mal ahora existente, punto de partida para su solución.
El investigador definió su actividad como la de un sabicultor, y la comparó con el trabajo realizado por los campesinos: solitario, sostenido, paciente y amoroso. El conocimiento del pasado –sostuvo a propósito de los pueblos indios– es necesario para construir una identidad. Y, a su vez, la identidad es un elemento central para tener dignidad.
Jan de Vos es autor de una vasta colección de libros de historia de los pueblos indígenas de Chiapas, escritos con una prosa apasionada e intensa. Entre otros, destacan: La paz del dios y del rey: la conquista de la selva Lacandona, 1525-1821Oro verde: la conquista de la selva Lacandona por los madereros tabasqueños, 1822-1949Una tierra para sembrar sueños: historia reciente de la selva Lacandona, 1950-2000.
En la redacción de muchos de sus libros utilizó textos de la tradición oral, que son, desde su punto de vista, la otra manera de recordar el pasado, la contraparte del esfuerzo individual de quien escribe la historia. En esos textos, el historiador encuentra la forma en que la comunidad recupera su pasado, a través de leyendas, mitos, cuentos, rezos y rituales, contados por gente dotada con el don de la narración.
En 1995 fue invitado por el EZLN para participar en la Mesa sobre Derechos y Cultura Indígenas. Para él fue una experiencia inolvidable. Orgulloso, encontró que varios de loscomandantes rebeldes habían sido sus alumnos en el seminario. El zapatismo –dijo– permitió que los indígenas hicieran realidad un gran sueño: el de conseguir la dignidad que merecen.
Jan de Vos pensó su vida como una travesía rumbo al mar a bordo de diversas embarcaciones. Este 24 de julio, la canoa que conducía llegó al termino de su viaje, cargada con una obra única para comprender la historia de los pueblos indígenas de Chiapas.

lunes, 25 de julio de 2011

Un tipo genial llamado Carlos Santana...


¿Qué legado cree que le ha dejado a la música?
Que se sigan cayendo las barreras, las fronteras, como cayó el muro de Berlín, que caiga el muro contra Cuba. El héroe más grande de Colombia es Simón Bolívar y él creía en lo que yo pienso: que haya una moneda universal, que haya solo una familia, que hagamos un lado el miedo a la guerra y que abracemos completa y totalmente el amor.

Cuando toca la guitarra, parece que roza el trance. ¿Qué pasa por su cabeza?
Siempre digo que las personas son flores, la música es el agua y yo la manguera. Por eso, cuando toco, tengo que ponerme a un lado. Carlos tiene que apartarse, para no infectar la música con el miedo y la oscuridad del egoísmo. No puedo describir con palabras mi relación con la guitarra, lo mismo que no hay dos amaneceres iguales y hacer el amor es diferente cada vez. No puedo definirlo porque no es algo mecánico; es un regalo divino.

¿Recuerda cuándo experimentó el poder de la música por primera vez?
Un día, mi padre me llamó y me llevó a la parte trasera de la casa. Eran las seis de la tarde y el Sol se estaba poniendo sobre un cielo dorado. Cogió el violín y tocó una melodía [Santana la silba]. De pronto, un pájaro se posó en un árbol y cantó la misma canción. «¿Ves?», me dijo. Y lo hizo de nuevo. «Si puedes hablar con un pájaro, puedes hacer lo mismo con la gente. ¿Entiendes?» Yo me quedé alucinado. Ese día, mi padre me enseñó que nada es imposible.

¿Qué le enseñaron las drogas en aquella época (de Woodstock)?
Aprendí que las drogas las fabrican los hombres en un laboratorio y la medicina la hace la madre tierra. Yo nunca tomo drogas, tomo medicina. Un rayo de Sol le da la información a cada planta sobre qué color, qué textura y qué aroma debe tener. Y cuando se seca, le dice qué parte del cuerpo puede curar. 
Pues hablemos de medicina entonces... ¿Fueron experiencias reveladoras?
Entendí que tenía que deshacerme de mi vieja piel como una culebra. Esa piel era la forma de pensar de mis padres. Es como si estuvieses a bordo del Titanic, que se está hundiendo y, en vez de abandonar el barco, dices: «Glu, glu, glu...». Yo, no; yo dije: «Bye, bye, Titanic». Tengo que seguir con mi luz. Todos podemos hacer milagros porque Dios hizo un círculo tan grande que nadie puede quedarse fuera. La Biblia dice que Dios se enojó con la humanidad y entonces inundó el mundo. Para mí, eso no es Dios, eso es Godzilla. Dios es amor, caridad y ternura. Todo lo demás no me interesa.

Empezó con el blues, con el latin jazz, a veces lo siente uno como un gran roquero...
Soy como un arco iris, o mejor, como el agua. No quiero tener una sola cosa que me pueda atar, porque no es todo lo que soy. Nosotros nos concentramos en tocar vida, no música. La vida abraza todo y a todos. Mucha gente solo toca lo de su país y no respeta al resto de las naciones. No creemos en banderas ni naciones, creemos en el corazón y en él no hay banderas, ni fronteras. No hay cercos.



*

Aurora




Aurora:

Quomodo cecidisti de caelo, lucifer, fili aurorae? (Is 14.12-14)





 μουσική - mousike, el arte de las musas, las Diosas inspiradoras: Meletea "meditación", Mnemea "memoria", y Aedea "canto/voz". Se les atribuye el otorgar a la mente del poeta el contenido con el que ha de trabajar, así como el don de los medios. Inspiradoras de las fuentes, cerca de las cuales eran adoradas.

 

domingo, 24 de julio de 2011

Avelina Lésper: SANGRE

Avelina Lésper: SANGRE: "Para Epicuro “todo lo espantoso es soportable”. Un crimen, la aterradora e inusual posibilidad de la violencia llevada al extremo, nos arroj..."

sábado, 23 de julio de 2011

Banco Intersubjetivo de Deseos

Estimado(a) lector(a):

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Con mis mejores deseos por el beneficio de su participación le agradezco la atención a la presente.



Atentamente.



José Miguel Casanova
director
Banco Intersubjetivo de Deseos








23 de septiembre de 2011, ¿día histórico?



Un mes después del encuentro con Felipe Calderón en el Castillo de Chapultepec, Javier Sicilia y el movimiento pacífico que encabeza consideran que las demandas que plantearon aún no tienen respuesta.
Hasta ahora, dice el escritor, el Ejecutivo no ha pedido perdón ni ha procurado justicia para los familiares de las víctimas de la guerra que declaró al narcotráfico, y tampoco se observa una mínima desmilitarización.
Entrevistado el jueves 21 en el Museo de Antropología, poco antes de la instalación de las cuatro mesas de trabajo en las que se intentará darle cauce a las demandas del movimiento, el también colaborador de Proceso comenta que aún faltan dos meses para el próximo encuentro, programado para el 23 de septiembre, pero el gobierno federal no da ninguna muestra de que cambiará su esquema de seguridad belicista y policial por otro basado en el respeto a los derechos humanos y con sentido social.
Por el contrario, en la ceremonia del jueves 21 el secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, reiteró que no habrá ninguna variación en la estrategia del gobierno de Calderón en el combate al narcotráfico; además, acusó a gobernadores y presidentes municipales de ser omisos y cómplices del crimen organizado y de la violencia.
El discurso de Blake llamó la atención de los miembros del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Emilio Álvarez Icaza asegura que el mensaje denota que el gobierno federal intenta deslindarse de la violencia y las miles de muertes que ha provocado la estrategia calderonista.
Para el exombudsman capitalino la diferencia en el diagnóstico del gobierno federal y el que hace el movimiento ciudadano al que pertenece, es notable. “Su diagnóstico (de Blake) de que sólo la delincuencia es responsable, es falso; por eso nosotros insistimos en que hay una deuda (del gobierno) con las víctimas, no sólo de procuración de justicia, sino de protección”, dice el operador político del movimiento.
El mismo jueves, Sicilia reiteró a Blake Mora que Felipe Calderón está obligado a pedir perdón a las víctimas, pues es el jefe de Estado: “Aunque en el Castillo de Chapultepec pidió perdón por no haber cuidado la seguridad de los ciudadanos, ese reconocimiento aún no es cabal ni profundo”.
E insistió: “Por ello exigimos que se reconozca plenamente la deuda que el Estado tiene con las víctimas, con sus familias y con la sociedad entera. Lo reiteramos: en su calidad de representante del Estado mexicano, Calderón está obligado a pedir un sincero perdón a la nación, en particular a las víctimas”. Blake no respondió.
Y aun cuando falta ver los resultados de las cuatro mesas en las que se discutirá en las próximas semanas sobre la procuración de justicia; atención a víctimas;  nuevo modelo de seguridad, y el impulso a mecanismos de democracia participativa y democratización de medios, Sicilia advierte que, en su cerrazón, Calderón cree que el movimiento se está debilitando.
Para el escritor, es grave que Calderón no admita el fracaso de su estrategia de guerra frente al narcotráfico y que esté perdiendo la oportunidad de aprovechar las propuestas del movimiento ciudadano para mejorar la imagen de su gobierno y la del PAN rumbo a las elecciones de 2012.
Creo que la clase política es estúpida, políticamente hablando; tiene oligofrenia”, por eso el afán del gobierno en apostarle al desgaste del movimiento. Pero no es así, expone, “está en un impasse, está dando espacio al diálogo. El movimiento está muy vivo.
“Cuando se despertó la reserva moral de esta nación, se despertó para siempre; ahora está simplemente aguardando una convocatoria y las conclusiones de los diálogos”, explica Sicilia, y relata que las diferencias internas ya se superaron, pues ahora hay un mejor entendimiento. El movimiento “ya empieza a tener rostro propio”.
–En lo interno hubo expresiones de inconformidad, sobre todo de grupos de juarenses y de Coahuila que pedían mayor representatividad en el movimiento. ¿Cómo están las cosas ahora?
–El movimiento se está abriendo, pero tenemos que mantenernos en los ejes de la propuesta del pacto del 8 de mayo. Son los pasos mínimos para empezar; si pedimos demasiado, no avanzamos. De hecho estamos sumando a todos los grupos, de ahí van a emerger otras agendas. Lo que entendimos es la importancia de mantener la unidad moral para sumar gente.
Sicilia dice que eso es lo que la clase política y el gobierno no quieren entender. Por eso le preocupa que algunos sectores consideren que el movimiento está acabado. Reitera que “estamos frente a una emergencia nacional y es necesario ir al diálogo con la sociedad lo más pronto posible”.  Y eso hay que reiterárselo a los poderes Ejecutivo y Legislativo: “Si no lo hacen, tendrán que pagar las consecuencias”, sentencia.
La necedad presidencial
Javier Sicilia comenta que, a pesar de su evidente fracaso, Calderón es reacio a cambiar su estrategia. Por eso, en las mesas de trabajo él y sus compañeros insistirán en ese punto. Confía en que los expertos hagan propuestas diferentes a la del mandatario. “Esperamos llegar al encuentro del 23 de septiembre con avances importantes”, dice al reportero.
Además de las mesas de trabajo con funcionarios de varias dependencias, el movimiento concertó ya otras reuniones: el jueves 28 mantendrá una con representantes del Poder Legislativo en el Castillo de Chapultepec; y en agosto, en fecha aún por definir, habrá un encuentro con integrantes del Poder Judicial y otro con la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago).
También preparan otra caravana por la paz, ahora hacia el sur del país, que atravesará los estados de Puebla, Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Veracruz. Asimismo, el 18 de septiembre darán a conocer en la Ciudad de México las propuestas que recojan en el camino y las presentarán en el encuentro del 23 de septiembre con Calderón.
–¿El movimiento busca impulsar la democratización del país?
–Uno de los puntos del documento del 8 de mayo, que es el eje del movimiento, es la democracia participativa. Si ésta no existe, no podemos controlar a nuestros gobernantes. Yo insisto: si la clase política no entiende que estamos en un estado de emergencia nacional y que tenemos que trabajar en una agenda nacional, en la búsqueda de un candidato civil de unidad nacional, el país se nos va a ir de las manos.
“Vamos hacia las elecciones de la ignominia, como lo mostraron los comicios del domingo 3 en el Estado de México, donde el PRI ganó sólo con 20% del padrón electoral. Eso carece de legitimidad, pues ganó el voto blanco, lo que expresa que la gente está harta de ellos.”
–¿El próximo encuentro con Calderón será de abrazos y escapularios?
 –No, usaremos otras simbologías. No hay que olvidar que el movimiento ha estado acompañado de muchos símbolos, que detrás hay un contenido poético. Se leyeron con viejos códigos esos símbolos; era el símbolo del consuelo. Y entregarlo al presidente era para decirle: “Aquí está todo el dolor de la nación. Ahora le toca a él dar justicia a todas las víctimas y a toda la nación.
“Desde la perspectiva de la no violencia, nosotros no confundimos la diferencia y el equívoco de un ser humano con la persona. Estamos buscando tocar el corazón de los otros, de los adversarios; su conciencia, para que cambie de actitud. Eso no nos lleva a una enemistad con el hombre. Ese es un nuevo lenguaje en México y poco a poco se ha ido entendiendo.”
–Pero, ¿será como el primer encuentro?
–Estarán las víctimas, será público y habrá expertos en cuestiones de seguridad para mostrarle al presidente que es falso que no se hayan dado otras propuestas. Ya las han hecho expertos y se las presentaremos de cara a la nación, junto con los avances de las mesas de diálogo y lo que juntemos de la segunda caravana.       
–¿El ánimo será distinto?
–Creo que la reserva moral será distinta. Buscaremos que esté viva la esperanza, y que en ese sentido se mantenga viva la fuerza ciudadana; que sea más clara y más exigente.
–De alguna manera eso es lo que la gente espera.
–Sí. Tendremos que ser más exigentes, aunque la exigencia no está reñida con la amabilidad. Se pueden decir las mismas cosas de distinta manera. Las movilizaciones son exigencias; el silencio con el que marchamos es exigencia. Hay muchas cosas que están dichas, pero con otra narrativa. Es la no violencia que viene del Evangelio y fue Gandhi quien mejor la articuló.

Entrevista con Jorge Gil Olmos, Proceso.

Alejandro Jodorowsky:


"No me preguntes qué es porque no tiene definición"


martes, 19 de julio de 2011

lunes, 18 de julio de 2011

domingo, 17 de julio de 2011

La combustión de mis huesos, RLV.


Ramón en la Rotonda
Vicente Quirarte
El 12 de junio de 1963, septuagésimo quinto aniversario del nacimiento de Ramón López Velarde, sus restos fueron trasladados a esta Rotonda en que hoy conmemoramos 123 años de la llegada del poeta al mundo. Si ocupa uno de los lugares destinados a las mujeres y los varones más altos de la patria, es “en reconocimiento al prestigio que su obra ha dado a la poesía mexicana”, como señala el decreto presidencial de don Adolfo López Mateos.
¿Qué hace un poeta al lado de otros artistas, guerreros, hombres de Estado, científicos y humanistas que engrandecen a este país tan necesitado de seres como ellos? Aquí se encuentran también Guillermo Prieto, Amado Nervo, Salvador Díaz Mirón, José Juan Tablada, Enrique González Martínez, Carlos Pellicer, Rosario Castellanos, forjadores de cantos que llevaron la poesía al terreno de la acción y demostraron que el discurso de las letras puede imponerse al discurso de las armas. Ramón López Velarde nos enseñó a desconfiar de las palabras, a templarlas en un fuego inédito y devolverlas como si acabaran de nacer, prestas a resistir el paso de los años. En el instante de su muerte, fue consagrado como poeta nacional por haber cantado con nuevo acento la intimidad de un país apenas salido de la violencia revolucionaria. La suave Patria, poema genuinamente cívico, salva escollos y fórmulas retóricas, incluidos los declamadores menos agraciados. Nadie había hablado de la patria con la desacralización y la irreverencia de López Velarde; nadie le había comprado trajes de tanta sencillez y tanto lujo; nadie la había tomado por la cintura para decirle al oído lo hermosa que es; nadie se había enamorado con tanta ley para hacer de lo nimio un escándalo mayúsculo, como esa estrofa donde la hipérbole deja de ser tal y se convierte en la sensación que todos hemos vivido alguna vez cuando al aroma del cuerpo femenino se une el perfume del vestido destinado a su piel: “Inaccesible al deshonor, floreces;/ creeré en ti, mientras una mexicana/ en su tápalo lleve los dobleces/ de la tienda, a la seis de la mañana,/ y al estrenar su lujo, quede lleno/ el país, del aroma del estreno.”

Ramón López Velarde a los dos años
Sin embargo, López Velarde es un autor sin fronteras, de México para el mundo. Los intensos y breves treinta y tres años de su existencia bastaron para que se convirtiera en el poeta de su presente y en el indiscutible, siempre joven maestro del futuro. Punto final del movimiento modernista fue, de acuerdo con la afortunada expresión de Hugo Gutiérrez Vega, padre soltero de la poesía mexicana. Pocos como él supieron traducir las dudas y zozobras del animal humano, pero también sus alegrías ante los simples rituales cotidianos y la incandescencia de la patria chica. Si a un poeta le basta escribir un verso perdurable para sentirse satisfecho, los poemas de amor de López Velarde vulneran para siempre, y para siempre quedarán en nuestro patrimonio emotivo, en el caudal de nuestra lengua. Una divisa signó cada una de sus palabras: “Yo anhelo expulsar de mí cualquier palabra, cualquier sílaba que no nazca de la combustión de mis huesos.”
Los cinco últimos años de su vida, vivió en esta ciudad donde arde su polvo enamorado. En una de las colaboraciones que desperdigaba por los diarios capitalinos, y donde como al azar, sin aparente esfuerzo, lograba hallazgos fulminantes, distinguió la prosa del vivir cotidiano de la poesía que eterniza al instante. Porque comprendió y nos enseñó que el lenguaje es un sistema arterial, Ciudad de México se halla en sus escritos con una intensidad que los oriundos de ella no podían ver frente a sus ojos. Trotacalles profesional, soñador con los ojos abiertos, sabía que cada una de las conquistas de su cuerpo y su espíritu eran para siempre. Por eso se tomaba su tiempo, todo el tiempo. No usaba reloj, y en el fondo agradecía a quienes lo despojaron del que alguna vez tuvo, durante una de sus célebres y prolongadas caminatas nocturnas. Antes que el enamorado de la novedad pasajera, con su levita de otro tiempo, escuchaba y almacenaba, acendraba y pulía para el futuro.
En 1919, con motivo de la muerte de su amigo el pintor acalitemse Saturnino Herrán, Ramón escribió una “Oración fúnebre.” No sabía que además de rendir homenaje al artista plástico con el que tantas afinidades tiene, estaba escribiendo el mejor de sus autorretratos. Herrán había sido su compañero de caminatas por la ciudad. Caminar junto a él era caminar con el cuerpo, en el cuerpo, de la ciudad. De esa pieza, obra maestra del género, donde López Velarde se muestra en la plenitud de sus poderes de escritor, dice que Ciudad de México dio a Herrán “paisaje y figura”, que él “la acarició piedra por piedra, habitante por habitante, nube por nube”. Saturnino se posesionó de la ciudad mediante los cinco sentidos. Así lo demuestra su criolla rozagante, gloriosamente desnuda, con la severidad de la Catedral al fondo y rodeada de elementos que conforman la suave patria cuya riqueza cromática Ramón supo traducir en el poema inimitable con que se despidió de nosotros.

Niño, circa 1900 Fotos: revistadelauniversidad.unam.mx
Durante la ceremonia que en esta Rotonda tuvo lugar en 1963, correspondió al poeta José Gorostiza hacer uso de la palabra. El autor de Muerte sin fin conoció personalmente al jerezano, y trazó una vívida remembranza de él: “Habría que haberlo visto. Alto, no encorvado, sino derecho, con una tímida verticalidad que apuntaba a lo majestuoso, lento en el andar, acompasado y digno en los ademanes, la sonrisa encantadora, el habla cortés y recatada, y los traicioneros ojos oscuros que, oscilando entre la mera vivacidad y la franca picardía, parecían subrayar todo lo que calaba su lengua. Era un vigoroso ejemplar de virilidad y nada había en su figura que hubiese podido proporcionar el menor indicio de la angustia que lo desgarraba.”
De haber permanecido en Jerez, de instalarse en Venado, de ser un jurisconsulto famoso en Aguascalientes o San Luis Potosí, acaso López Velarde no hubiera amado tanto a Ciudad de México. Si no hubiera salido de su villa, hubiera tenido esposa e hijos y hubiera conocido el mundo por un solo hemisferio: “el niño iría de luto pero la niña no.” De su muerte prematura puede culparse sólo al fervor que el poeta sentía por caminar, solo y a las altas horas, por una ciudad “millonésima en el placer y en el dolor.” Ojerosa y pintada, morganática y sacrílega, sempiterna y piramidal, la ciudad lo hizo suyo y lo mató de amor.
Para el poeta la muerte es la victoria, pero la muerte joven es una injusticia mayúscula. Ramón dejó este mundo sin decrepitud ni humillaciones, privilegio que fue el primero en solicitar: “Señor, Dios Mío: no vayas/ a querer desfigurar/ mi pobre cuerpo, pasajero/ más que la espuma del mar.”
Para fortuna suya y la de sus lectores, la concreción de su existencia es más cautivadora que la fantasía. La materia palpable de una vida que conoció los secretos de la alquimia más refinada basta para sentirlo vivo entre nosotros. Poeta sobre los otros seres que fue a lo largo de su breve estancia en la Tierra, sinceramente pudoroso, supo orientar las dos alas de su ángel para librar la lucha íntima que su poesía permite vislumbrar sólo por instantes. El homenaje que le rendimos demuestra que tuvo la visión y el coraje para vivir “él solo la vida de su raza”, pero sus hijos indirectos nos reconocemos en sus elevaciones y caídas.
Que no nos alarme celebrarlo porque siempre irá por delante de todos sus homenajes y mitologías. Luego de que en su honor los fuegos de artificio atruenen cielos zacatecanos, Ramón López Velarde se sacudirá la pólvora, la harina y el polvo de su traje para volver al temible luto ceremonioso que lo caracteriza. Continuará mirándonos con su apenas sonrisa, ambigua como los actos de su vida, igual que sus palabras prodigiosas.


Panteón Francés de la Piedad, 12 de junio de 2011
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