Hâtim nada desesperadamente dando vueltas hasta que, por último, el agua alcanza lo alto de la cúpula redonda que forma el techo del baño. Ahora teme estar perdido, pero reza una oración y se agarra a la piedra central de la cúpula. Vuelve a sonar un ruido atronador, todo cambia, y Hâtim se encuentra de pie y solo en un desierto.
Después de largo y penoso vagar, llega a un hermoso jardín en medio del cual hay un círculo de estatuas de piedra. En el centro de las estatuas ve un loro en su jaula y una voz de lo alto le dice: "¡Ah, héroe!, probablemente no saldrás vivo de este baño. Una vez Gayomart, el Primer Hombre, encontró un enorme diamante que relucía con más brillo que el sol y la luna. Decidió esconderlo donde nadie pudiera encontrarlo, y por tanto, construyó este baño mágico para protegerlo. El loro que ves ahí forma parte de la magia. A sus pies hay una rco y una flecha de oro con una cadena de oro y con ellos puedes intentar, por tres veces, matar al loro. Si le aciertas, desaparecerá la maldición, pero si no, quedarás petrificado como le ocurrió a todos esos".
Hâtim probó una vez y falló. Sus piernas se petrificaron. Falló otra vez y quedó petrificado hasta el pecho. La tercera vez cerró los ojos, exclamó "Dios es grande", disparó a ciegas y acertó. Se desató una tempestad de truenos y nubes de polvo. Cuando todo eso se ha calmado, en lugar del loro hay un enorme y hermoso diamante, y todas las estatuas han vuelto a la vida. Todos le dan las gracias por su redención.
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