el que anda a lomo de aire.
Alguien puede sopesarme como a un leve
pájaro en el cuenco de su mano.
No podrá adivinar mi oscura genealogía,
porque el paso del rey
bajo la capa pluvial de sus ropajes
o el peso liviano del mendigo, se deshacen
para darme nacimiento.
Toda la andadura, la armazón de sus huesos,
sólo eran un puñado de barro que vigila.
Y no porque la mucama agite su plumero,
su manojo de pájaros muertos
sobre la latitud de mis lechos,
dejo de existir en mi largo silencio.
Soy uno que fue,
soy el polvo, el sin cuerpo
que anda en puntillas por el aire,
el actor taciturno que vive tras la escena.
Tras el demiurgo, polvo. Tras los jinetes y sus yelmos,
polvo. Y tras las cortinas del palacio, polvo no siempre enamorado.
No quiero vestirme de agorero
pero soy el futuro de la niña que crece
o del árbol elegido por el leñador.
En mí reposan minaretes, estatuas, fuentes de agua.
Como Dios, estoy en todas partes.
Me pregunto cómo es que no me escuchan.
Juan Manuel Roca
gracias, mano, abrazo, etm.
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