Algún día estaré contigo donde un ala
sea la errante evidencia del milagro,
en una patria que el viento dispersó,
una tierra que nos vio caer
para olvidarnos.
Algún día despertaremos ahí,
a un lado de la luz, como los pájaros,
tal vez viajeros en la niebla
con una rama de olivo entre los dedos,
cansados de esperar, obedecer y morir,
salvajes como el dios de nuestra infancia.
Algún día, cuando la maldición del tiempo se
termine,
tocará nuestra frente el agua de un umbral
perdido.
Ese día estaremos de regreso.
Jorge Fernández Granados
sea la errante evidencia del milagro,
en una patria que el viento dispersó,
una tierra que nos vio caer
para olvidarnos.
Algún día despertaremos ahí,
a un lado de la luz, como los pájaros,
tal vez viajeros en la niebla
con una rama de olivo entre los dedos,
cansados de esperar, obedecer y morir,
salvajes como el dios de nuestra infancia.
Algún día, cuando la maldición del tiempo se
termine,
tocará nuestra frente el agua de un umbral
perdido.
Ese día estaremos de regreso.
Jorge Fernández Granados
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