Sonido Fulgor

viernes, 29 de febrero de 2008

Mujer (etm)


A Melusita

¿Qué en ti blanca piedad,
blanca inocencia,
qué en ti blanco perdón
busca mi esencia?
Eres el sueño
que nada
en la casa del agua.
Misterio de flor,
tú estás detrás de la música.
Sea mar la sombra
y la gloria de tus ojos.

jueves, 28 de febrero de 2008

Morelliana (J. Cortázar, Rayuela)



¿Qué es en el fondo esa historia de encontrar un reino milenario, un edén, un otro mundo? Todo lo que se escribe en estos tiempos y que vale la pena leer está orientado hacia la nostalgia. Complejo de la Arcadia, retorno al gran útero, back to Adam, le bon sauvage (y van...), Paraíso perdido, perdido por buscarte, yo, sin luz para siempre... Y dale con las islas (cf. Musil) o con los gurús (si se tiene plata para el avión Paris-Bombay) o simplemente agarrando una tacita de café y mirándola por todos lados, no ya como una taza sino como un testimonio de la inmensa burrada en que estamos metidos todos, creer que ese objeto es nada más que una tacita de café cuando el más idiota de los periodistas encargados de resumirnos los quanta, Planck y Heisenberg, se mata explicándonos a tres columnas que todo vibra y tiembla y está como un gato a la espera de dar el enorme salto de hidrógeno o de cobalto que nos va a dejar a todos con las patas para arriba. Grosero modo de expresarse, realmente.
La tacita de café es blanca, el buen salvaje es marrón, Planck era un alemán formidable. Detrás de todo eso (siempre es detrás, hay que convencerse de que es la idea clave del pensamiento moderno) el Paraíso, el otro mundo, la inocencia hollada que oscuramente se busca llorando, la tierra de Hurqalya. De una manera u otra todos la buscan, todos quieren abrir la puerta para ir a jugar. Y no por el Edén, no tanto por el Edén en sí, sino solamente por dejar a la espalda los aviones a chorro, la cara de Nikita o de Dwight o de Charles o de Francisco, el despertar a campanilla, el ajustarse a termómetro y ventosa, la jubilación a patadas en el culo (cuarenta años de fruncir el traste pare que duela menos, pero lo mismo duele, lo mismo la punta del zapato entra cada vez un poco más, a cada patada desfonda un momentito más el pobre culo del cajero o del subteniente o del profesor de literatura o de la enfermera), y decíamos que el homo sapiens no busca la puerta para entrar en el reino milenario (aunque no estaría nada mal, nada mal realmente) sino solamente para poder cerrarla a su espalda y menear el culo como un perro contento sabiendo que el zapato de la puta vida se quedó atrás, reventándose contra la puerta cerrada, y que se puede ir aflojando con un suspiro el pobre botón del culo, enderezarse y empezar a caminar entre las florecitas del jardín y sentarse a mirar una nube nada más que cinco mil años, o veinte mil si es posible y si nadie se enoja y si hay una chance de quedarse en el jardín mirando las florecitas.
De cuando en cuando entre la legión de los que andan con el culo a cuatro manos hay alguno que no solamente quisiera cerrar la puerta para protegerse de las patadas de las tres dimensiones tradicionales, sin contar las que vienen de las categorías del entendimiento, del más que podrido principio de razón suficiente y otras pajolerías infinitas, sino que además estos sujetos creen con otros locos que no estamos en el mundo, que nuestros gigantes padres nos han metido en un corso a contramano del que habrá que salir si no se quiere acabar en una estatua ecuestre o convertido en abuelo ejemplar, y que nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo como los famosos obreros que en 1907 se dieron cuenta una mañana de agosto de que el túnel del Monte Brasco estaba mal enfilado y que acabarían saliendo a más de quince metros del túnel que excavaban los obreros yugoslavos viniendo de Dublivna. ¿Qué hicieron los famosos obreros? Los famosos obreros dejaron como estaba su túnel, salieron a la superficie, y después de varios días y noches de deliberación en diversas cantinas del Piemonte, empezaron a excavar por su cuenta y riesgo en otra parte del Brasco, y siguieron adelante sin preocuparse de los obreros yugoslavos, llegando después de cuatro meses y cinco días a la parte sur de Dublivna, con no poca sorpresa de un maestro de escuela jubilado que los vio aparecer a la altura del cuarto de baño de su casa. Ejemplo loable que hubieran debido seguir los obreros de Dublivna (aunque preciso es reconocer que los famosos obreros no les habían comunicado sus intenciones) en vez de obstinarse en empalmar con un tunel inexistente, como es el caso de tantos poetas asomados con más de medio cuerpo a la ventana de la sala de estar, a altas horas de la noche.
Y así uno puede reírse, y creer que no está hablando en serio, pero sí se está hablando en serio, la risa ella sola ha cavado mas túneles útiles que todas las lágrimas de la tierra, aunque mal les sepa a los cogotudos empecinados en creer que Melpómene es más fecunda que Queen Mab. De una vez por todas sería bueno ponernos de desacuerdo en esta materia. Hay quizá una salida, pero esa salida debería ser una entrada. Hay quizá un reino milenario, pero no es escapando de una carga enemiga que se tome por asalto una fortaleza. Hasta ahora este siglo se escapa de montones de cosas, busca las puertas y a veces las desfonda. Lo que ocurre después no se sabe, algunos habrán alcanzado a ver y han perecido, borrados instantáneamente por el gran olvido negro, otros se han conformado con el escape chico, la casita en las afueras, la especializaci6n literaria o científica, el turismo. Se planifican los escapes, se los tecnologiza, se los arma con el Modulor o con la Regla de Nylon. Hay imbéciles que siguen creyendo que la borrachera puede ser un método, o la mescalina o la homosexualidad, cualquier cosa magnífica o inane en sí pero estúpidamente exaltada a sistema, a llave del reino. Puede ser que haya otro mundo dentro de éste, pero no lo encontraremos recortando su silueta en el tumulto fabuloso de los días y las vidas, no lo encontraremos ni en la atrofia ni en la hipertrofia. Ese mundo no existe, hay que crearlo como el fénix. Ese mundo existe en este, pero como el agua existe en el oxígeno y el hidrógeno, o como en las paginas 78, 457, 3, 271, 688, 75 y 456 del diccionario de la Academia Española está lo necesario pare escribir un cierto endecasílabo de Garcilaso. Digamos que el mundo es una figura, hay que leerla. Por leerla entendamos generarla. ¿A quién le importa un diccionario por el diccionario mismo? Si de delicadas alquimias, ósmosis y mezclas de simples surge por fin Beatriz a orillas del río, ¿cómo no sospechar maravilladamente lo que a su vez podría nacer de ella? Qué inútil tarea la del hombre, peluquero de sí mismo, repitiendo hasta la náusea el recorte quincenal, tendiendo la misma mesa, rehaciendo la misma cosa, comprando el mismo diario, aplicando los mismos principios a las mismas coyunturas. Puede ser que haya un reino milenario, pero si alguna vez llegamos a él, si somos él, ya no se llamará así. Hasta no quitarle al tiempo su látigo de historia, hasta no acabar con la hinchazón de tantos hasta, seguiremos tomando la belleza por un fin, la paz por un desideratum, siempre de este lado de la puerta donde en realidad no siempre se está mal, donde mucha gente encuentra una vida satisfactoria, perfumes agradables, buenos sueldos, literatura de alta calidad, sonido estereofónico, y por qué entonces inquietarse si probablemente el mundo es finito, la historia se acerca al punto óptimo, la raza humana sale de la edad media pare ingresar en la era cibernética. Tout va tres bien, madame la Marquise, tout va tres bien, tout va tres bien.
Por lo demás hay que ser imbécil, hay que ser poeta, hay que estar en la luna de Valencia para perder más de cinco minutos con estas nostalgias perfectamente liquidables a corto plazo. Cada reunión de gerentes internacionales, de hombres-de-ciencia, cada nuevo satélite artificial, hormona o reactor atómico aplastan un poco más estas falaces esperanzas. El reino será de material plástico, es un hecho. Y no que el mundo haya de convertirse en una pesadilla orwelliana o huxleyana; será mucho peor, sera un mundo delicioso, a la medida de sus habitantes, sin ningún mosquito, sin ningún analfabeto, con gallinas de enorme tamaño y probablemente dieciocho patas, exquisitas todas ellas, con cuartos de baño telecomandados, agua de distintos colores según el día de la semana, una delicada atención del servicio nacional de higiene, con televisión en cada cuarto, por ejemplo grandes paisajes tropicales pare los habitantes del Reijavik, vistas de igloos pare los de La Habana, compensaciones sutiles que conformarán todas las rebeldías,
etcétera.
Es decir un mundo satisfactorio pare gentes razonables.
¿Y quedará en él alguien, uno solo, que no sea razonable?
En algún rincón, un vestigio del reino olvidado. En alguna muerte violenta, el castigo por haberse acordado del reino. En alguna risa, en alguna lagrima, la sobrevivencia del reino. En el fondo no parece que el hombre acabe por matar al hombre. Se le va a escapar, le va a agarrar el timón de la máquina electrónica, del cohete sideral, le va a hacer una zancadilla y después que le echen un galgo. Se puede matar todo menos la nostalgia del reino, la llevamos en el color de los ojos, en cada amor, en todo lo que profundamente atormenta y desata y engaña. Wishful thinking, quizá; pero ésa es otra definición posible del bípedo implume.

lunes, 25 de febrero de 2008

Jaguar, Señor del Tiempo



Huh Bomb


"HUM BOMB?"

Allen Ginsberg


I

Whom bomb?
We bomb them!
Whom bomb?
We bomb them!
Whom bomb?
You bomb you!
Whom bomb?
You bomb you!
What do we do?
Who do we bomb?
What do we do?
Who do we bomb?
What do we do?
You bomb!
You bomb them!
What do we do?
We bomb!
We bomb them!
What do we do?
We bomb!
We bomb them!
Whom bomb?
We bomb you!
Whom bomb?
We bomb you!
(May,1971)


II

Why bomb?
We don't want to bomb!
Why bomb?
You don't want to bomb!
Who said bomb?
Who said we had to bomb?
Who said bomb?
Who said you had to bomb?
We don't bomb!
We don't bomb!
We don't bomb!
We don't bomb!
(Jun 16,1984)


III

Whydja bomb?
We didn't wanna bomb!
Whydja bomb?
You didn't wanna bomb!
Who said bomb?
Who said we hadda bomb?
Who said bomb?
Who said you hadda bomb?
Who wantsa bomb?
We don't wanna bomb!
Who wantsa bomb?
We don't wanna bomb!
We don't wanna
we don't wanna
we don't wanna bomb!
Who wanteda bomb?
Somebody musta wanteda bomb!
Who wanteda bomb?
Somebody musta wanteda bomb!
They wanteda bomb!
They neededa bomb!
They wanteda bomb!
They neededa bomb!
They thought they hadda bomb!
They thought they hadda bomb!
Saddam said he hadda bomb!
Bush said he better bomb!
Saddam said he hadda bomb!
Bush said he better bomb!
What did he say he better bomb for?
What did he say he better bomb for?
Hadda get ridda Saddam with a bomb!
Hadda get ridda Saddam with a bomb!
Saddam's still there building a bomb!
Saddam's still there building a bomb!
(Feb-Jun 1991)


IV

Armageddon did the job
Gog & Magog Gog & Magog
Armageddon did the job
Gog & Magog Gog & Magog
Armageddon for the mob
Gog & Magog Gog & Magog
Armageddon for the mob
Gog & Magog Gog & Magog
Gog & Magog Gog & Magog
Gog Magog Gog Magog
Gog & Magog Gog & Magog
Gog Magog Gog Magog
Gog Magog Gog Magog
Gog Magog Gog Magog
Gog Magog Gog Magog
Gog Magog Gog Magog
(Feb-Jun 1991)


domingo, 24 de febrero de 2008

Oh Tigre Blanco


Oh Tigre Blanco,

Haz que los cordeles de una mano,

formen a las nubes de la guerra.

Haz que de su sangre derramada,

caigan flores negras y amarillas.

Así, al tocarte,

pudiera irme deshaciendo,

con la luna llena de tus ojos.


¡Noble flecha de León!

¡Solitario Mar de Fuego!

Vierte el brote de tu ausencia

en la suave luz sin esperanzas.


Oh Ángel Centauro,

Refléjame en la tierna brisa de la nieve,

Y haz que el turbio rostro del desierto,

convierta en dagas loto tu partida.

sábado, 23 de febrero de 2008

Los viajes del Gran Camaleón.




Hermann Bellinghausen
Bob Dylan: los viajes del Gran Camaleón.





Pronto serán 50 años de que existe y todavía no sabemos si creerle todo el tiempo o sólo a veces, y si le entendemos. Lo que canta es importante, incluso para los que confiesan: “no me gusta Bob Dylan”. Así, desde su inicio en el frío invierno de 1960-1961, cuando un chaval llamado Robert Zimmerman, hijo de Abraham-vendedor-de-televisores en el corazón de la Nada americana, al pie de la carretera 61, se reinventó y autodenominó Bob Dylan. Como piedra que rueda, diría luego.

Es, para muchos, el creador más importante de la cultura popular contemporánea, si acaso eso significa algo. A pesar del desdén histórico de la academia literaria, su candidatura al premio Nobel va en serio. Si acaso significa algo. En realidad, lo único que ha hecho es tocar y cantar rock tripulando su romancero. Centenares de historias, poemas de amor y desamor, enumeraciones de sueños y pesadillas, crónicas arbitrarias y geniales, elusivas canciones de protesta, plegarias, panfletos. ¿O son miles? Siempre las cambia y tiene fama de no interpretar dos veces igual una canción. Jamás suena “como el disco”, y eso en el moderno mundo del consumo es imperdonable.

Tal es el Dylan que llega a México en la gira de chaplinesco título (como su disco reciente) Modern Times, saludado por la crítica, incluso la habitualmente adversa, como “obra maestra a la altura de sus mejores épocas”. ¿Que cuáles fueron? Y en automático: los años 60. Es lugar común. Y un error ya típico. “Antes era mejor”. Como prueba el documental de Martin Scorsese No direction home (2005), ya en 1965 su público, furioso, lo acusaba de chafear, de “venderse” al rock, cuando en realidad lo estaba inventado. “Antes era mejor”: el espejismo lo ha perseguido toda su carrera y es parte del mito. Su audiencia, permanente malcontenta, es quizá la más crítica y regañona que un artista pueda tener. Un logro pedagógico.
La voz “odiada” e insolente, extraordinario intérprete, sin paralelo ni reposo, además de compositor y poeta feraz, ha reunido las mejores bandas imaginables. Su voz, “odiada”, nasal e insolente, se cuenta entre las más influyentes del inmenso mar del rhythm and blues. Nadie en el rock ha sido tan inteligente tanto tiempo. Y tan inaprehensible. Es el Gran Camaleón, como brillantemente intuye el cineasta Todd Haynes en I’m not there (2007) al contar sus vidas reales e imaginarias con seis actores, y “uno” es Cate Blanchet, para su etapa más espectacular, andrógina y genial, circa 1965.

La decepción permanente de sus fans no tiene razón. Si uno revisa desapasionadamente su extensa discografía, descubre que más allá de La respuesta está en el viento, siempre fue mejor “que antes” y hoy más que nunca. Como artista, hace lo más envidiable: su regalada gana. Se “espera” algo de él, y nos deja con un palmo de narices. Lo quisieron líder o profeta. Estuvo con Martin Luther King Jr. en la marcha al Capitolio, cantó la desafiante When the Ship Comes In y se escabulló. Cuando los movimientos civiles lo invocaron, él estaba reinventando el blues eléctrico antes que la sicodelia supiera que así se llamaba. Y cuando ésta floreció, él cantaba rancheras. Cuando los punk saltaron a escena en los años 70, andaba en el clavón de sus truenes con Sara, madre de cuatro de sus hijos, y en su gran circo de la Rolling Thunder Revue (1975). De esa crisis datan algunas de sus mejores baladas eléctricas. Siempre fuera de sinc (por adelantado, anacrónico o perdido, según el público), sigue fiel a su propio reloj. Las modas no son su problema. Cuando en los años 80 se hizo cristiano y le dio por la vida eterna, la gracia del Señor y defender al Papa, y lo queríamos matar, él no descuidó el filo de ironía en sus letras, y con su coro y su banda de virtuosos emprendió una magistral refundación del gospel pasado por reggae que algún día se le reconocerá. Cuando la onda era el grunge, y el metal se astillaba por los aires, Dylan salió con Under the red sky (1990), el mejor disco de blues de su carrera, en colaboración con Don Was y Stevie Ray Vaughan.

En dos momentos distintos, dos amigos y devotos dylanianos me regalaron “el nuevo disco” por no tirarlo a la basura. Ambos eran en vivo. Uno, el doble con The Band (1974); el otro, el extravagante concierto del Budokan, en Tokio (1979). Dos de los muchos momentos en que cambió de voz, tono y sonido para dar un paso más allá. Lo han comparado con el coyote indio. Animal público, sabe desaparecer. Lo hizo en Woodstock hace 40 años. Durante los 80 y 90 sustrajo de la chismografía su matrimonio con la estupenda corista Carolyn Dennis, con quien compartió el escenario 11 años. En su permanente deconstrucción de su personaje histrión aullante y sardónico, da lecciones de invisibilidad. Si el mensaje es bueno, el mensajero no importa. Lo cual es falso, pues nadie canta como Bob Dylan. Podemos creerle, o no, cuando dice que sus músicos actuales “son la mejor banda que he tenido”. En boca de otro sonaría presuntuoso. En la suya parece un chiste. Para él desfilaron los más grandes bluseros de estudio, jazzistas, countrymen, tres de los cuatro Beatles, la mitad de los Rolling Stones, Daniel Lanois, Greatful Dead, Johnny Cash, Joan Baez, The Alarm y un kilométrico etcétera. De su establo salieron al menos tres bandas trascendentes: The Electric Flag, The Band y Dire Straits.

En los años 90 rompió la costumbre de sólo autointerpretarse y grabó (guitarra, armónica y el mejor momento cavernoso de su voz) la colección folclórica Good as I been to you (1992), y los magistrales blues prehistóricos salidos de su colección de discos de 78 revoluciones, World gone wrong (1993). Por supuesto, nadie esperaba eso de él. Inicia nueva trilogía. Ahora que la crítica celebra Modern Times, los dylanólogos decidieron que “culmina” una supuesta trilogía con sus álbumes precendentes de estudio: Time Out of Mind (1997) y Love and Theft (2001). Él, faltaba más, disiente. En entrevistas asegura que Modern Times es el primer disco de una nueva trilogía. A sus 66 años, está apenas comenzando.

La frondosidad verbal que lo iluminó en los años 60 quizás no volverá, pero su facilidad sigue intacta. Se cuenta que a principios de los 80 coincidió en un café de París con Leonard Cohen (quien siendo novelista y poeta de fama, hacia 1967 había decidido imitar a Dylan y cantar) y le preguntó cuánto tardó en componer Hallelujah, su canción más conocida. Cohen dijo: “Cuatro o cinco años”, y por corresponder preguntó a Dylan cuánto le tomó escribir la notable I and I. Éste respondió sin piedad ni pudor: “15 minutos”.

El Gran Camaleón pudo ser un gran narrador, pero ya la novela Tarántula (1966), y su autobiografía en curso Crónicas (2005) lo ponen al lado de Miller y Kerouac. Pudo ser cineasta, pero sólo rodó la injustamente incomprendida Renaldo and Clara (1978, guión suyo y de Sam Shepard). O actor, pero no pasó de Pat Garret and Billy the Kid (Sam Pekinpah, 1973), y alguna otra. Pudo fundar una religión, o encabezar la Revolución, pero él prefirió ser Bob Dylan. Por eso lo regañamos tanto.



viernes, 22 de febrero de 2008

Prefacio (etm)



Para nacer hay que
romper un mundo o pintar
una pared blanca con azul infinito.
Oh tú: ¿por qué te confundí con
la opresiva muralla si sólo eras
esta tela delicada?
Sobre tu silencio escribiré
mi piano.
Y mi fe será tu ombligo,
ese túnel a la música.

jueves, 21 de febrero de 2008

martes, 19 de febrero de 2008

ECLIPSE TOTAL DE LUNA


Invita la UNAM a los habitantes del Distrito Federal a disfrutar del eclipse total de Luna, el próximo miércoles 20 de febrero en el Zócalo de la ciudad.
Como parte de la celebración del Año Internacional de la Astronomía, que tendrá su esplendor en 2009, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) invita a los habitantes del Distrito Federal a disfrutar del eclipse total de Luna, el próximo miércoles 20 de febrero en el Zócalo de la ciudad.
Para tales efectos, la UNAM pondrá a disposición de los asistentes telescopios, binoculares, y teleobjetivos, así como asesoría de astrónomos.
Los especialistas también ofrecerán conferencias, que serán reforzadas con exposiciones de cárteles explicativos y proyección de videos.
El eclipse total de Luna iniciará a las 18:00 horas, para encontrar el cenit a las 21:26 y el nadir a las 24:00 horas.
Es recomendable llegar con anticipación para obtener lugar y no perder instantes.
El eclipse también podrá apreciarse en las ciudades de Ensenada, Morelia y Monterrey.
La UNAM confirmó que instalarán pantallas gigantes en la plancha del Zócalo, donde se transmitirá lo ocurrido en el Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir, en Tananzintla, y el de la Universidad de Sonora.
El Año Internacional de la Astronomía conmemora a Galileo Galilei.
El Universal

lunes, 18 de febrero de 2008

The Cure Live Video - Edge of the Deep Green Sea

The Cure - From the Edge of the Deep Green Sea





every time we do this
i fall for her
wave after wave after wave
it's all for her
i know this can't be wrong i say
(and i'll lie to keep her happy)
as long as i know that you know
that today i belong
right here with you
right here with you...

and so we watch the sun come up
from the edge of the deep green sea
and she listens like her head's on fire
like she wants to believe in me
so i try
put your hands in the sky
surrender
remember
we'll be here forever
and we'll never say goodbye...

i've never been so
colourfully-see-through-head before
i've never been so
wonderfully-me-you-want-some-more
and all i want is to keep it like this
you and me alone
a secret kiss
and don't go home
don't go away
don't let this end
please stay
not just for today

never never never never never let me go she says
hold me like this for a hundred thousand million days
but suddenly she slows
and looks down at my breaking face
why do you cry? what did i say?
but it's just rain i smile
brushing my tears away...

i wish i could just stop
i know another moment will break my heart
too many tears
too many times
too many years i've cried over you

how much more can we use it up?
drink it dry?
take this drug?
looking for something forever gone
but something
we will always want?

why why why are you letting me go? she says
i feel you pulling back
i feel you changing shape...
and just as i'm breaking free
she hangs herself in front of me
slips her dress like a flag to the floor
and hands in the sky
surrenders it all...

i whish i could just stop
i know another moment will break my heart
too many tears
too many times
too many years i've cried for you
it's always the same
wake up in the rain
head in pain
hung in shame
a different name
same old game
love in vain
and miles and miles and miles and miles and miles
away from home again...

Robert Smith

(...), de R. A.

No creo en nada de esto, Miriam,
no creo en nada.

una mentira acomodada con crueldad
sobre párpados somnolientos

Cada grano de tierra, crujido de hojas,
cada piedra que se desmorona entre los dedos
para navegar en el aire
fue nombrada por un engañoso ingenio
que jugaba a ser el Dios que no existe...
Y ese insecto azul que aletea
y flota no es una libélula.

El atardecer que sangra
su color sobre la yerba
y el pájaro delgado que canta a lo lejos.
Todos mienten.
El olor revelador que viaja en el viento
no es eco de un lugar lejano.
Los cristales no brillan ni son transparentes.

Los errores no existen
y si existieran no serían humanos.
El tiempo es menos que una ilusión,
y el día y la noche no tienen color.

Por eso no creo en nada,
porque nada es engañoso.

Te voy a dar un secreto, Miriam,
que sólo es para ti:

No hay realidad.

las magnolias rugen
las cortezas mudas nos observan
y son ligeras
el sol es helado y graniza
sobre nuestras pieles
las libélulas azules que flotan
nacieron en un sueño en donde te soñé

y tú

tú eres una nube frondosa

y suenas a lluvia
y escurres entre mis manos
y tu nombre gotea








R. A.




Amor


Amar es este tímido silencio
cerca de ti, sin que lo sepas,
y recordar tu voz cuando te marchas
y sentir el calor de tu saludo.
/
Amar es aguardarte
como si fueras parte del ocaso,
ni antes ni después, para que estemos solos
entre los juegos y los cuentos
sobre la tierra seca.
/
Amar es percibir, cuando te ausentas,
tu perfume en el aire que respiro,
y contemplar la estrella en que te alejas
cuando cierro la puerta de la noche.


Salvador Novo

quiero ser una garza morada (canción hechizada)

Juan Pablo Villa, al pie de un árbol


el fuego se revuelve...

(canción conjuro para llegar al desierto)

martes, 12 de febrero de 2008

Crimen afuera de un antro


A Talita

Condeno la hipocresía.
Lloro por un hombre herido
de muerte.
No quiero que los miles de silencios que
jalaron el gatillo se sigan escondiendo.
Condeno la ciega idolatría
de la moral porque siembra el odio,
los prejuicios, el miedo.
Condeno a los podridos corazones
que aún no saben lo que hicieron.

viernes, 8 de febrero de 2008

A orillas de la luz del mar

Junto a estar en lo cierto en este mundo, lo mejor es ser claro y estar definitivamente equivocado. -T.H. Huxley

El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
-Pitágoras

La peor vejez es la del espíritu.
-William Hazlitt

El hombre es una cuerda tendida del animal al superhombre: una cuerda tendida sobre el abismo.
-Nietzche

Yo no sé si Dios existe, pero si existe, sé que no le va a molestar mi duda.
-Mario Benedetti

Hay que darle un sentido a la vida, por el hecho mismo de que carece de sentido.
-Henry Miller

En la música es acaso donde el alma se acerca más al gran fin por el que lucha, cuando se siente inspirado por el pensamiento poético: la creación de la belleza sobrenatural.
-Edgar Allan Poe

La inteligencia camina más que el corazón pero no va tan lejos.
-Proverbio chino

miércoles, 6 de febrero de 2008

Oda a unas flores amarillas


Contra el azul moviendo sus azules,
el mar, y contra el cielo,
unas flores amarillas.

Octubre llega.

Y aunque sea
tan importante el mar desarrollando
su mito, su misión, su levadura,
estalla
sobre la arena el oro
de una sola
planta amarilla
y se amarran
tus ojos
a la tierra,
huyen del magno mar y sus latidos.

Polvo somos, seremos.

Ni aire, ni fuego, ni agua
sino
tierra,
sólo tierra
seremos
y tal vez
unas flores amarillas.

Del diario de Dalí


Para que no me molesten más, una tarde oímos en casa la lectura de un documento burocrático. ¡He perdido todos estos días con lo del dichoso notario! En lo sucesivo trataré a todos esos funcionarios públicos, u otros, con la vileza digna de una chinche supersónica. Ésa, por otra parte, ha sido siempre mi actitud. Si no me comporté así esta vez fue porque mis sublimes nicoides me inspiraban más que un hueso a un perro. No, incluso mucho más. Mi inspiración era de orden cósmico y es obvio que un notario jamás pueda llegar a comprenderlo. Lo que sentía en el momento en que me interrumpieron era la inminencia de los contornos corpusculares del éxtasis.

domingo, 3 de febrero de 2008

"Reflexiones sobre el escribir" última parte Henry Miller


Al principio, soñaba con igualar a Dostoievsky. Alentaba la esperanza de ofrecer al mundo inmensas luchas de almas que devastarían el mundo. Pero pronto acabé por comprender que habíamos evolucionado hasta un punto situado más allá de Dostoievsky, más allá tomado en el sentido de degeneración. Para nosotros, el problema del alma había desaparecido o, en todo caso, se nos presentaba bajo una forma química, extrañamente contorsionada. Ahora trabajamos con elementos cristalinos del alma desintegrada, hecha añicos. Los pintores modernos expresan este estado o condición acaso más fidedignamente que el escritor: Picasso es el ejemplo perfecto de lo que quiero decir. Por lo tanto, me resultaba del todo imposible pensar en escribir novelas. Igualmente inconcebible era par mí internarme por los diversos caminos sin salida representados por los diversos movimientos literarios de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos. Me vi forzado, con toda honradez, a tomar los elementos dispares y dispersos de nuestra vida - de la vida del alma, no de la vida cultural- y manipularlas según mi propia personal manera, utilizando mi ego disperso y hecho añicos tan fría, e implacablemente como lo haría con los precios y echazones del mundo fenoménico circundante. La anarquía representada por las formas dominantes de arte jamás me inspiró ansiedad ni me provocó sentimientos de antagonismo; por lo contrario, siempre saludé las influencias disolventes. En una era colocaba bajo el signo de la disolución, la liquidación me parece una virtud, es más, un imperativo moral. No sólo sentí jamás el mínimo deseo de conservar, robustecer o afianzar nada sino que, puedo decirlo, siempre consideré la decadencia como una maravillosa y rica expresión de la vida como crecimiento.Creo que debo confesar también que comencé a escribir porque el escribir era la única puerta de salida que se me ofrecía, la única tarea digna de mis poderes. Intenté honestamente internarme por todos los otros caminos que conducen a la libertad. Soy un hombre que ha querido fracasar en el llamado mundo de la realidad, y esto no significa que mi fracaso se deba a falta de capacidad. Escribir no era para mi una "huida, un medio de evadirme de la realidad cotidiana; por el contrario, significaba una zambullida aún mas profunda en la laguna cenagosa, un sumergirme hasta llegar a las fuentes donde las aguas se renuevan constantemente, donde hay perpetuo movimiento y agitación. Echando una mirada hacia atrás, me veo como una persona capaz de acometer cualquier empresa, de abrazar cualquier vocación. Lo que me llevo a la desesperación fue la monotonía y esterilidad de las otras puertas de salida. Reclamaba un reino en el que yo debía ser a la vez amo y esclavo, y el mundo del arte es el único reino semejante. Entré en él, al parecer, desprovisto de talento, como un novicio, inhábil, torpe, con la lengua atada, casi paralizado por el miedo y la aprensión. Hube de colocar un ladrillos sobre otro, de arrojar millones de palabras sobre el papel antes de escribir una palabra real, auténtica, arrancada de mis propias entrañas: la facilidad verbal que poseía era una desventaja; tenía todos los vicios del hombre educado. Hube de aprender a pensar, sentir y ver de un modo completamente nuevo, de un modo inadecuado, a mi propio modo, que es la cosa más difícil del mundo. Hube de arrojarme a la corriente, sabiendo que probablemente me hundiría. La gran mayoría de artistas se arrojan con salvavidas y , casi siempre, es el salvavidas lo que los hace hundirse. Quien se entrega voluntariamente al mundo de la experiencia jamás se ahogará en el océano de la realidad. Cualquiera sea el progreso que se realice en la vida, éste no se logrará a través de la adaptación sino a través del atrevimiento, en la medida en que uno obedezca al impulso ciego. "No atreverse es fatal", dijo René Crevel, frase que nunca olvidaré. Toda la lógica del universo está contenida en el hecho de osar, esto es de crear sobre la sustentación más tenue, más delgada. Al principio, esta audacia se toma por voluntad , pero con el tiempo la voluntad se desvanece y el proceso automático ocupa su lugar, el cual, a su vez , ha de ser destruido o dejado de lado para que se funde una nueva certeza que nada tiene que ver con el conocimiento, la habilidad, la técnica o la fe. Al osarlo todo, arriba uno a esa misteriosa posición X del artista, anclaje que nadie puede describir con palabras pero que, sin embargo, subsiste y trasunta de cada línea escrita.

sábado, 2 de febrero de 2008

"Reflexiones sobre el escribir" 3ra parte Henry Miller

A menudo pensé que me agradaría escribir un libro para explicar cómo escribí ciertos pasajes de mis libros, o tal vez sólo un pasaje. Creo que podría escribir un libro voluminoso nada más que sobre un pequeño párrafo de mi obra seleccionado al azar. un libro acerca de su principio, su génesis, su metamorfosis, su parto, acerca del tiempo transcurrido entre el nacimiento de la idea y su expresión, del tiempo que me llevo escribirlo, de los pensamientos que se me fueron ocurriendo a medida que lo escribía, del día de la semana, del estado de mi salud, de la condición de mis nervios, de las interrupciones que sobrevinieron - unas decididas por propia voluntad y otras impuestas por las circunstancias- , de la multiformes variedades de expresión concebidas cuando lo escribía, de las alteraciones, del punto en que suspendí la redacción para, al reanudarla, modificar completamente la tendencia original, o del punto en que dejé de escribir perspicazmente, semejante a un cirujano que trata de sacar el mejor partido de una intervención que comenzó mal, con el propósito de reanudar la redacción algún tiempo después, aunque así no lo hiciera o bien la reanudara siguiendo inconscientemente determinado rumbo, después de haber escrito otros libros y cuando el recuerdo del libro en cuestión estaba completamente desvanecido. O podría tomar dos pasajes -pasajes que la fría mirada del crítico, la mente analítica del crítico, toma como ejemplo de esto o de aquello y los despoja en forma absoluta de su verdadero sentido- y demostrar que un párrafo al parecer fácil me resultó laboriosísimo al paso que otro párrafo difícil, laberíntico, lo escribí como cantando, fue como un chorro de geiser. O podría mostrar cómo un fragmento originariamente concebido en la cama quedó transformado cuando me levanté, y nuevamente transformado cuando me senté a la mesa para escribirlo. O podía sacar mi libretita de notas para mostrar cómo el más remoto, el más artificial estímulo produjo una cálida flor humana pletórica de vida. Podría mencionar ciertas palabras descubiertas al azar mientras hojeaba las páginas de un libro y mostrar de qué modo se me impusieron... ¿pero quién podría adivinar cómo, de que manera, se me impusieron? Todo cuanto los críticos dicen acerca de una obra de arte, aun los mejores ensayos, aun los ensayos más sólidos, convenientes, plausibles, aun los escritos con amor, cosa que rara vez ocurre, no es nada comparado con la mecánica real, la verdadera génesis de una obra de arte. Recuerdo mi obra, no palabra por palabra, desde luego, pero de un modo más cabal, más digno de confianza; toda mi obra ha venido a parecerse a un terreno del cual yo hubiera realizado un cabal estudio geodésico, aunque no desde la mesa de trabajo, con pluma y regla, sino por contacto directo, andando a cuatro patas, arrastrándose por el suelo pulgada por pulgada, y esto a lo largo de un periodo de tiempo interminable y bajo todas las condiciones climáticas. En suma, me siento tan cerca de la obra ahora como cuando la escribía, y quizás más cerca aún. El final de un libro jamás tuvo importancia para mí; podría haber finalizado de mil modos distintos, y por lo demás ninguna parte de él ha quedado rematada. Podría reanudar la narración en cualquier punto, llevarla adelante, construir canales, túneles, puentes, casas, factorías, poblarlos con otros habitantes, otra fauna y flora, y todo esto sería tan verdadero como lo anterior. En realidad, para mí no hay un comienzo ni un final. Así como la vida comienza en determinado momento, a través de un acto de comprensión, lo mismo ocurre con la obra. Pero cada comienzo, sea de un libro, de una página, un párrafo, una oración o frase, señala una conexión vital, y yo me sumerjo una y otra vez en la vitalidad, la perdurabilidad, la eternidad e inmutabilidad de los pensamientos y sucesos, de actos, de pensamientos, de emociones, deseos, de evasión, de frustración, de sueños, de ensueños, de humoradas o caprichos, hasta las naderías que no han cobrado forma y que flotan indiferentemente en mi cerebro como sueltos filamentos de una tela de araña. No hay nada que sea realmente vago o tenue; hasta las nonadas son ásperas, duras, definidas, perdurables. Como la araña, vuelvo una y otra vez al trabajo, consciente de que la tela que estoy tejiendo está hecha con mi propia sustancia, de que nunca me traicionará, de que nunca se agotará.


continuará...

viernes, 1 de febrero de 2008


Reflexiones sobre el escribir 2da parte Henry Miller

Este estado de sublime indiferencia es el desarrollo lógico de una vida egocéntrica. Al morir, me desligué de todo problema social; el problema real no consiste en llevarse bien con el vecino ni en contribuir al desenvolvimiento del país, sino en descubrir el propio destino, en vivir una vida acorde con el profundo ritmo del universo; consiste en ser capaz de emplear la palabra alma, de estar en contacto con las cosas "espirituales"... y de dejar de lado las definiciones, las coartadas, las pruebas, los deberes. El paraíso está en todas partes y toda vía, si uno se interna lo necesario por ella, conduce a aquél. Uno sólo puede avanzar retrocediendo, para tomar luego un sendero lateral y seguir luego avanzando y luego retrocediendo. No hay progreso: tratase de un movimiento perpetuo, de un desplazamiento circular, en espiritual, interminable. Todo hombre posee su propio destino y el único mandamiento es que lo siga, que lo acepte no importa adónde aquél lo lleve.No tengo la menor idea de cómo serán mis libros futuros, ni siquiera el que he de escribir inmediatamente después del que estoy escribiendo. Mis mapas y planes apenas me sirven de guía: los dejo de lado a voluntad, invento, deformo, miento, inflo, exagero, mezclo y confundo, conforme a mi humor del día. Sólo obedezco a mis instintos e intuiciones. Nada sé por adelantado. A menudo escribo cosas que no entiendo, aunque seguro de que luego se me aparecerán claras y significativas. Tengo fe en el hombre que está escribiendo, en el hombre que soy yo, en el escritor. Y no creo en las palabras aun cuando las junte el hombre más diestro: Creo en el lenguaje, que es algo que está más allá de las palabras, algo de lo cual las palabras no ofrecen más que una inadecuada ilusión. Las palabras no existen separadamente como no sean en los cerebros de los eruditos, filólogos, etimólogos, etc. Las palabras divorciadas del lenguaje son cosas muertas y no entregan secretos. Un hombre se revela en su estilo, en el lenguaje que él mismo se ha forjado. Creo que para el hombre puro de corazón todo es tan claro como el sonido de una campana, sin excluir los textos esotéricos. Para semejante hombre, el misterio existe siempre, aunque se trate de un misterio que no es misterioso sino lógico, preordenado e implícitamente aceptado. La comprensión no consiste en rasgar los velos del misterio sino en aceptarlo, en vivir bienaventuradamente con él, en él, a través de él y por él. Me gustaría que mis palabras fluyeran en la misma dirección que fluye el mundo, en ese movimiento de serpentina a través de incalculables dimensiones, ejes, latitudes, climas, condiciones. Acepto a priori mi incapacidad para realizar semejante ideal y esto no me preocupa en lo mínimo. En última instancia, el mismo mundo está preñado de fracaso, es la manifestación perfecta de la imperfección, de la conciencia del fracaso. Y el comprender esto, el mismo fracaso queda eliminado. Como el principio prístino del universo, como el inconmovible Absoluto –el Uno, el Todo–, así el creador, esto es el artista, se expresa a partir y a través de la imperfección. Ésta es la tela de la vida, el verdadero signo de lo que vive. Uno se acerca al corazón de la verdad –lo cual, según supongo, es el propósito último del escritor– en la medida en que cesa de luchar, en medida en que rinde la voluntad. El gran escritor es el mismo símbolo de la vida, de lo no perfecto. Se desplaza sin esfuerzo, produciendo la ilusión de la perfección, desde un centro desconocido que, por cierto, no es el centro conectado con el ritmo de todo el universo y , consecuentemente, tan firme, sólido, inconmovible, perdurable, desafiante , anárquico, falto de propósitos como el propio universo. El arte nada enseña como no sea la significación de la vida. La gran obra ha de ser inevitablemente oscura, excepto para un puñado de hombres, para aquéllos que, como el mismo autor, están iniciados en los misterios. La comunicación entonces resulta secundaria; lo importante es la perpetuación. Y para esto sólo es necesario un buen lector.Si soy revolucionario, como se dijo, lo soy inconscientemente. No me rebelo contra el orden del mundo. "Revolución", como Blaise Cendrars dijo de sí mismo. Hay una diferencia. Puedo vivir tanto del lado de la minoría como del lado de la mayoría, y en verdad, creo que me encuentro por encima de una y otra división pues establezco una relación entre ellas que se expresa, en mi actividad literaria, plásticamente y no éticamente. Creo que uno ha de trascender la esfera e influencia del arte. El arte no es más que un medio de vida para vivir más plenamente. No es en sí mismo una vida más plena. Al convertirse en un fin, se destruye a sí mismo. Muchos artistas destruyen la vida por el mismo intento de aferrarla. Han partido el huevo en dos. Creo firmemente que todo arte desaparecerá algún día. Pero el artista permanecerá y la misma vida no será ya "un arte", sino el arte, es decir que definitivamente y para siempre se adueñará del campo del arte. En ningún sentido estamos ahora vivos. Ya no somos animales, pero por cierto todavía no somos hombres. Desde el alborear del arte, todo gran artista pregonó esta verdad, pero pocos fueron los que la comprendieron. Una vez que el arte esté realmente aceptado, dejará de ser. Constituye sólo un sustituto, un lenguaje simbólico que reemplaza algo que ha de ser captado directamente. Pero para que esto sea posible, el hombre ha de transformarse en un ser cabalmente religioso y no simplemente en un creyente, en un primer motor, en un dios en acto. Inevitablemente llegará a serlo. Y de todos los rodeos a lo largo de este sendero, el arte es el más glorioso, el más fecundo, el más instructivo. El artista que cobra total conciencia, deja al punto de serlo. Y la tendencia actual apunta hacia la conciencia, hacia esa cegadora conciencia en la que no podrá florecer ninguna forma actual de vida, ninguna forma de arte.A algunos esto le sonará a superchería, pero lo cierto es que es una honrada afirmación de mis actuales convicciones. Ha de tenerse en cuenta, desde luego, que existe una inevitable discrepancia entre la verdad y lo que uno piensa, aun de sí mismo; pero también ha de tenerse en cuenta que semejante discrepancia existe entre el juicio de otra persona y esa misma verdad. Entre lo sujetivo y lo objetivo no hay diferencia de esencia. Todo es engañoso y más o menos transparente. Todos los fenómenos, incluyendo al hombre y sus pensamientos sobre sí mismo, no constituyen más que un alfabeto móvil, cambiable. No hay hechos sólidos que podamos aferrar. Y así, cuando escribo, y aun cuando mis distorsiones y deformaciones sean deliberadas, no por ello están menos cerca de la verdad de las cosas. Uno puede ser absolutamente sincero y veraz aun cuando admita ser el mentiroso más desaforado del mundo. La ficción y la invención pertenecen a la misma esencia de la vida. Las violentes perturbaciones del espíritu no afectan en modo alguno la verdad.De esta suerte, cualesquiera sean los efectos que pueda, lograr mediante los recursos técnicos, ellos no son nunca meros resultados de la técnica sino que constituyen el más preciso registro señalado por la aguja sismográfica de las experiencias tumultuosas, múltiples, misteriosas e incomprensibles que he visto y que, cuando escribo, vuelvo a vivir en modo distinto, acaso aún más tumultuosamente, más misteriosamente, más incomprensiblemente. La llamada sustancia del hecho sólido, que constituye tanto el punto de partida como el de descanso para contemplar el panorama desde lo alto, la llevo hondamente metida dentro de mí: no podría perderla, alterarla, disfrazarla, por más que me lo propusiera. Y sin embargo, queda alterada, del mismo modo que la faz del mundo queda alterada con cada una de nuestras aspiraciones y espiraciones. Para registrarla, uno debe entonces producir una doble ilusión: de detención y de flujo. Este ardid dual, por así decirlo, es lo que da la ilusión de falsedad: esta mentira, esta huidiza, metamórfica máscara pertenece a la propia esencia del arte. Uno echa el ancla en medio del flujo, uno se pone la máscara de la mentira a fin de revelar la verdad.

continuará...
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