Sonido Fulgor

lunes, 18 de febrero de 2008

(...), de R. A.

No creo en nada de esto, Miriam,
no creo en nada.

una mentira acomodada con crueldad
sobre párpados somnolientos

Cada grano de tierra, crujido de hojas,
cada piedra que se desmorona entre los dedos
para navegar en el aire
fue nombrada por un engañoso ingenio
que jugaba a ser el Dios que no existe...
Y ese insecto azul que aletea
y flota no es una libélula.

El atardecer que sangra
su color sobre la yerba
y el pájaro delgado que canta a lo lejos.
Todos mienten.
El olor revelador que viaja en el viento
no es eco de un lugar lejano.
Los cristales no brillan ni son transparentes.

Los errores no existen
y si existieran no serían humanos.
El tiempo es menos que una ilusión,
y el día y la noche no tienen color.

Por eso no creo en nada,
porque nada es engañoso.

Te voy a dar un secreto, Miriam,
que sólo es para ti:

No hay realidad.

las magnolias rugen
las cortezas mudas nos observan
y son ligeras
el sol es helado y graniza
sobre nuestras pieles
las libélulas azules que flotan
nacieron en un sueño en donde te soñé

y tú

tú eres una nube frondosa

y suenas a lluvia
y escurres entre mis manos
y tu nombre gotea








R. A.




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