Sonido Fulgor

sábado, 28 de enero de 2012

Banquete/a





La reina del sexo está ocupada
derritiéndose en las nubes.
No la molesten.
Su orgasmo es para todos.
En su orgasmo, todos comen,
todos beben.
/
La reina del sexo contempla
los jardines breves desde su banquita.
Se acercan a ofrecerle un algodón
de azúcar, un collar, una
medicina que cura enfermedades
futuras. Ella rechaza.
/
La reina del sexo está concentrada
leyendo su periódico donde
todas las noticias gimen
de un placer inusitado.
Donde sólo se habla de
un goce silencioso que
nadie sabe a dónde ha ido.
/
La reina del sexo ríe,
cierra el periódico y mejor
se larga a admirar a un adolescente.
Lo encuentra en un callejón
de una ciudad en blanco y negro
de película. Está allí el adolescente,
oscuro adolescente, ensimismado.
La reina del sexo lo acaricia
toda la tarde, toda la noche,
hasta que el adolescente vuelve
a respirar como la vida.
Se invitan a cenar al mismo tiempo,
es curiosa la casualidad. La reina
rechaza, pero le ofrece sus tetas
de cobijo. Ahora debe ir al cielo
a consolar a los asesinados.
Después al infierno
a consolar a los asesinos.
El adolescente se marcha y a casi nadie
contará lo que pasó. Sólo a su perro,
que ladra y que ladra. Es que él también
pasó oliendo toda la mañana a una perrita.
/
El último día del mundo
ya fue anunciado.
Por última vez hay que mirar 
las manos suaves 
de la reina del sexo, 
siempre ocupada y rijosa.
A la mañana todo explota,
pura dinamita, la ciudad en llamas.
En vez de gritar los hombres callan.
En vez de correr se mira por televisión
la mejor serie de detectives.
/
Las llamas envuelven todas las cosas 
pero las llamas son también lenguas. 
Chupan seís días continuos 
y hasta el séptimo devoran.
A diferencia de Dios, no sienten pereza.
En el vacío de lo que debió ser enero,
la reina del sexo está sola bajo la sombra.
Vuelve la mirada a otra parte -lo que
quedó de piedras- se suicida 
para recomenzar más poseída.

etm

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